Gran película de catástrofes que no renuncia a la inteligencia

TWISTERS | CRÍTICA

Secuencia del largomentraje 'Twisters'. / D. S.

La ficha

**** 'Twisters'. Acción, EE UU, 2024, 128 min. Dirección: Lee Isaac Chung. Guion: Mark L. Smith. Música: Benjamin Wallfisch. Fotografía: Daniel Mindel. Intérpretes: Daisy Edgar-Jones, Glen Powell, Anthony Ramos, David Corenswet, Katy O'Brian, Kiernan Shipka.

Las películas de catástrofes naturales o accidentales son tan antiguas como el propio cine, porque las inspiraron las novelas de catástrofes del XIX, caso de Los últimos días de Pompeya de Bulwer Lytton, publicada en 1834 y llevada por primera vez al cine al poco de su nacimiento, en 1908. La catástrofe era el ingrediente catártico y espectacular -un gancho, podría decirse- de un melodrama que culminaba en el esperado cataclismo, unas veces basado en un hecho real como el incendio de Chicago en 1871 (In Old Chicago, Henry Levin, 1938) o el terremoto de San Francisco en 1906 (San Francisco, Van Dyke, 1936) y otras en puras ficciones, casos de Vinieron las lluvias (Brown, 1939), basada en la popular novela de Louis Bromfield, o Huracán sobre la isla (Ford, 1937), por recordar cuatro grandes éxitos de los años 30.

El género cobró gran relevancia -marcando el norte del taquillazo al desnortado Hollywood de finales de los 60- con los éxitos de Aeropuerto (Seaton, 1970), La aventura del Poseidón (Neame, 1972) y El coloso en llamas (Guillermin, 1974), a las que se sumaron los bichos tras el bombazo de Tiburón (Spielberg, 1975) y una retahíla de avalanchas, terremotos, huracanes o meteoritos que han dado al género, ayudado por las posibilidades técnicas de la imagen digital, medio siglo de vida hasta hoy.

En el verano de 1996 Twister y los cazadores de tormentas y huracanes obtuvieron un merecido éxito -fue la segunda película más taquillera aquel año- que no ha decaído 28 años después, como demuestran sus continuas emisiones televisivas. ¿La causa? El excelente guión del gran Michael Crichton -el autor de La amenaza de Andrómeda, Almas de metal, El hombre terminal o Parque Jurásico- y de su esposa, la actriz y guionista Anne Marie Martin, la dirección del director de fotografía pasado a la dirección con el taquillazo de Speed Jan de Bont y por supuesto los efectos especiales. Retomar aquella película era una operación arriesgada en estos tiempos tan dados a exprimir sin mucha imaginación éxitos del pasado a base de remakes, precuelas o secuelas. Afortunadamente el resultado es excelente gracias a acertadas decisiones de la productora, la spielbergiana Amblin.

La primera, encargar el guión al enérgico Mark L. Smith que se mueve con imaginación y soltura en lo extremo del terror (Habitación sin salida, The Hole. Miedos 3D, Overlord) como en la supervivencia llevada al límite (El renacido) o el cine de catástrofes en versión postapocalíptica y tratamiento serio (Cielo de medianoche). Siguiendo muy de cerca el guión de Crichton y Martin, Smith ha unido dos grupos de personajes bien construidos que confluyen en el corazón devastador de la peor de las tormentas: una ex cazadora de tormentas retirada tras una experiencia traumática que es convencida para volver al trabajo de campo y el opuesto y no muy científico equipo de una estrella de las redes sociales que se ha hecho famoso grabando y difundiendo su casi suicida inmersión en tormentas y huracanes. Smith suma a la competencia entre los dos equipos una subtrama de carácter romántico-triangular y otra, mucho más importante y original, de carácter social relacionada con el abuso especulador de las víctimas de los tornados.  

El segundo acierto ha sido confiar la dirección a Lee Isaac Young que debutó presentando su original Munyurangabo (2007) producida y rodada en Ruanda, país al que junto a Samuel Gray Anderson volvió para rodar la crónica dramatizada de la evolución del país en I Have Seen My Last Born (2015), y se consagró filmando la historia de su familia coreano-estadounidense y su no fácil americanización en una granja de Arkansas en la multipremiada Minari. Historia de mi familia (2020) que logró seis nominaciones a los Oscar, obteniendo uno para la extraordinaria interpretación que Youn Yuh-yung hacía de la abuela, un Globo de Oro, un Bafta y dos premios -mejor película y público- en el festival Sundance. Una elección tan arriesgada -porque este director no parecía el más indicado para una superproducción de catástrofes y efectos especiales- como afortunada.

La suma de Smith en el guión y Young en la dirección da como resultado una estupenda película de acción, emoción, sobresalto, romance, denuncia y, por supuesto, apabullantes efectos especiales para recrear la furia de una naturaleza enloquecida. A lo que debe sumarse las excelentes interpretaciones -mérito suyo y de la buena construcción de sus personajes- sobre todo de la pareja Daisy Edgar-Jones y Glen Powell. En su segmento de cine de catástrofes, de lo mejor, más inteligente y entretenido visto en mucho tiempo.

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