James Ellroy: "No hay misterio en la muerte de Marilyn, no se puede beber como ella bebía"
El autor californiano visita Sevilla a finales de semana para presentar su nueva novela, 'Los seductores', ambientada en 1962
"Soy el mejor escritor de novela policíaca que jamás ha existido"
El Hay Festival reivindica el diálogo como forma de explicar el mundo
Lo primero que llama la atención de James Ellroy (Los Angeles, 1948) es que es un hombre muy alto. El sofá del hotel de Madrid en el que se desarrolla la entrevista se le queda pequeño. Pese a la fama que le precede, se muestra amable y, por momentos, divertido. El autor de La Dalia Negra y L. A. Confidential tiene 76 años y está en plena forma. Acaba de publicarse en España Los seductores (Random House), una novela en la que retrata la ciudad de Los Angeles en el año 1962 partiendo de la muerte de Marilyn Monroe. A finales de semana tiene programados dos actos en Sevilla. El viernes es la estrella invitada del Hay Festival, y el sábado mantendrá un encuentro con los lectores en la Biblioteca Pública Infanta Elena.
Pregunta.Vuelve a hacer usted de la historia su musa. Toma un suceso real, en este caso uno de los grandes misterios de la historia reciente como es la muerte de Marilyn, para luego transformar esa realidad en ficción, ¿sabremos alguna vez lo que pasó?
Respuesta.No hay ningún misterio, amigo. Fue una sobredosis clara. Alcohol, estupefacientes… Llevaba años tomando estas cosas. Luego la gente boba, los medios de comunicación, las redes sociales, Twitter, Paypal, etcétera lo han convertido en algo que no es.
P.Pero usted ha escrito un libro de más de 500 páginas en el que desliza una hipótesis...
R.Sí, pero es sólo un recurso que yo utilizo para iniciar una novela que quería escribir sobre el año 1962. Lo que no tiene sentido para el libro, lo que no encaja, lo cambio.
P.¿Puede decirse que utiliza la muerte de Marilyn como macguffin entonces?
R.Sí. A mí la verdad me da igual. Lo que escribo es algo con verosimilitud, pero me lo he inventado todo.
P.¿No hubo nada raro entonces?
R.Son un montón de mentiras, se lo digo de verdad. El forense que hizo la autopsia, Thomas Noguchi, que sigue vivo, respondió a todas las preguntas. Lo dejó claro. No se puede beber como ella bebía y tomar Nembutal durante años sin que te mueras antes o después.
P.Pero sí que parece, leyéndole, que había gente a la que no le interesaba que siguiera con vida.
R.Eso tampoco es cierto. Nadie quería matarla. Los Kennedy tampoco. Nadie quería que muriera.
P.Desde luego desmonta usted el mito de Marilyn, a la que al menos en Europa la teníamos como una persona mucho más dulcificada de lo que usted la presenta.
R.Sí.
P.La describe como una persona desequilibrada, alcohólica, delincuente, que trafica con drogas…
R.Y estúpida, superficial, pretenciosa e interesada en el sentido que usaba a la gente.
P.Casi ninguno de los personajes de Los seductores sale bien parado, pero quizás hay un villano por encima de todos, John Fitzgerald Kennedy, que apenas aparece pero es como una sombra que maneja los hilos, ¿no cree?
R.Pero no es un villano. ¿John Kennedy? No, no. El malo es Albie Aadland, que mató a la hermana pequeña de Gwen Perloff. También Paul Mitchell Grenier, un psicópata homosexual, que muerde a la gente… Esos sí que son los malos, pero John Kennedy no lo es.
P.¿Cuál es su opinión sobre Kennedy como presidente de los EEUU?
R.Es un presidente de segunda. Sin embargo, creo que Robert Kennedy era un hombre estupendo.
P.¿Quizás el hecho de que fuera asesinado lo presentó como un presidente mejor de lo que fue?
R.Sí, así es.
P.Recientemente se ha ordenado la desclasificación de una serie de documentos relacionados con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, ¿puede ser un punto de partida para una nueva novela de James Ellroy?
R.No, Lee Harvey Oswald actuó solo. Pueden desclasificar lo que ellos quieran, y habrá quien se lo crea, habrá de todo.
P.No es usted nada conspiranoico, por lo que veo.
R.No creo en ninguna conspiración.
P.Hábleme del protagonista de su libro, Freddy Otash, una persona que existió de verdad y que a veces resulta odioso, pero otras parece tener un gran corazón.
R.Bueno, yo lo detestaba, porque me parecía que no era nada bueno, pero lo transformé como un personaje ficticio y decidí convertir al Freddy Otash real en un gran personaje de mi novela. Y ese personaje, sí, tiene un gran corazón.
P.Decía Umberto Eco cuando escribió El nombre de la rosa que él conocía mejor la sociedad medieval que la actual en la que vivía, ¿le pasa algo parecido a usted pero con la ciudad de Los Angeles en los años cuarenta, cincuenta y sesenta?
R.Sí, sí, me pasa lo mismo.
P.¿Cómo ha sido el proceso de documentación para escribir la novela? ¿Muy complicado?
R.No, yo no me he documentado. Me lo he inventado todo.
P.Pero aparecen muchos personajes reales...
R.Ciertamente hay personajes reales, pero les hago hacer cosas ficticias.
P.¿Cómo es la vida de James Ellroy? Leí en alguna ocasión que no tenía ni teléfono móvil.
R.No tengo móvil, no tengo ordenador, por lo que tampoco me pueden mandar un whatsapp ni tengo ninguna aplicación.
P.Le confieso que siento algo de envidia...
R.Pues... ¡Tire toda esa basura!
P.No puedo, la necesito para mi trabajo.
R.Entonces tendrá que asumir ese riesgo.
P.Volvamos a su literatura, ¿cuántos libros piensa escribir con Freddy Otash de personaje?
R.Habrá dos libros más sobre él.
P.¿Estamos ante otro cuarteto entonces?, escribe usted las novelas en grupos de cuatro.
R.En esta ocasión es un quinteto.
P.¿Cómo un quinteto? ¿No es esta la segunda novela de Otash tras Pánico?
R.Perfidia y Esta tormenta son dos libros ambientados en la Segunda Guerra Mundial. Luego vino Pánico, que es una comedia que yo excluyo de esta serie. Así que si quitamos Pánico y sumamos Los seductores a los dos primeros y a los dos que van a venir, resultan cinco.
P.Aclarado. Sin embargo, yo veo en Los seductores una continuidad con Pánico, no sólo por el mismo protagonista sino por el retrato ácido y mordaz que usted hace del Hollywood de la época dorada.
R.Pero Pánico es una sátira. Por ejemplo, yo detesto a James Dean. Y a Nicholas Ray también, al que convertí en un fascista. Y ya digo, James Dean… Bueno, realmente sólo era un joven desagradable. Era amigo de Freddy Otash, por cierto.
P.Usted es especialmente implacable con Orson Welles.
R.Bueno, yo es que odio a Orson Welles y odio sus películas. Para él tengo un nombre: ¡El Gordo!
P.¿Escribirá alguna novela ambientada en la actualidad?
R.No, no me interesa la actualidad.
P.A usted se le ha encasillado como escritor de género, del llamado hardboiled o novela negra estadounidense. Sin embargo, yo entiendo que su literatura trasciende del género, ¿quizás se sigue considerado la literatura criminal como algo menor?
R.Es un gran honor que me diga esto. Y esto indica algo en lo que creo firmemente. Yo soy el mejor escritor de novela policíaca que ha existido nunca. Mejor que John Le Carré, que es un escritor de novelas de espionaje y que tiene una reputación muy superior a la mía, pero escribió muchos libros malos.
P.Quizás escribió muchos.
R.Bueno, no muchos más que yo. Yo he escrito 24 novelas.
P.¿Ah,sí? pensé que eran menos...
R.Pues así de bueno soy yo, y la gente lo sabe en España, en Francia, en Alemania, en Italia… en toda Europa.
P.No, si yo le daría el Nobel...
R.Síiii… Consígame el premio Nobel, por favor. Y hay una mujer que me ha entrevistado hoy que me encantaría que viniera a filmarme, porque es una periodista de televisión. Si me consigue el premio y una cita con ella…. Estoy de broma, ¿eh?
P.Ya, ya… Vuelvo a sus libros. La Dalia Negra, una novela que partía del brutal asesinato de la actriz Elizabeth Short, es la obra con la que se dio a conocer, al menos aquí en España…
R.Sí, y en el resto del mundo también.
P.A diferencia de la muerte de Marilyn, ese crimen sí que sigue siendo un misterio, ¿no?
R.Nadie sabe quién la mató. No lo sabemos. Sin embargo, hay una cosa que sí sabemos. Que la persona que la mató no ha vuelto a matar, porque la brutalidad y el salvajismo del asesinato fue tal que esa persona, un psicópata, no sintió la necesidad de volver a repetirlo. Fue el encuentro entre una mujer y un hombre aquella noche.
P.En sus novelas se aprecia un gusto por los procedimientos policiales, que describe con gran detalle. Si no hubiera sido usted escritor, ¿habría sido policía de la Científica?
R.No tengo ni idea, no sé lo que habría sido si no hubiera sido escritor. Pero, vaya, muchas de las cosas que hacen los policías de mis novelas es de pura lógica. Encuentras un cadáver en un apartamento. Hay que empezar a preguntar a todos los vecinos, si alguien ha visto, oído o detectado algo, hay que peinar toda la zona…
P.Su madre fue asesinada cuando usted tenía diez años de edad, ¿cómo se refleja eso en su literatura? ¿cómo la ha marcado?
R.No ha marcado mi literatura. Le voy a contar algo, yo empecé a leer novela negra después de la muerte de mi madre. La muerte de mi madre redujo mi gusto por la literatura. Si tomamos algo de esto, no es tanto una influencia traumática lo que me ha provocado, como tampoco lo son la educación reglada ni las experiencias que he tenido en mi vida. Lo único que yo era entonces era un chaval a quien le encantaba leer. Y eso sigo siendo. Lo he sido siempre. Y tengo un talento que me ha dado Dios.
P.¿Y qué lee ahora James Ellroy?
R.Leo muchas novelas policíacas. Le doy un nombre, Hillary Waugh. Es un autor que escribió una serie de libros sobre un jefe de policía, Fred Fellows, y luego escribió otro libro que se titula Last Seen Wearing, cuyo protagonista es otro jefe de policía en una ciudad universitaria, en la que hay un campus para chicas jóvenes. Es un libro que se publicó en 1952. Es una de las novelas policíacas más perfectas que he leído. Es muy avanzada, va muy por delante de su tiempo, por la forma en la que se describe todo, cómo los profesores universitarios acosan sexualmente a las alumnas, representa una imagen muy clara de las jóvenes norteamericanas de 18 a 20 años, de cómo van a la universidad y hablan entre ellas sobre sexo de una forma muy reservada. He leído este libro unas diez veces. Es un escritor al que leo constantemente.
P.No lo conocía, ni siquiera sé si está publicado en España.
R.También leo a John Le Carré. Su gran novela es La chica del tambor. Es un libro excelente.
P.¿Hay alguien en la actualidad que pueda suceder a James Ellroy como el rey de la novela negra?
R.No, nadie va a sucederme.
P.Viaja usted a Sevilla en unos días, ¿ha estado alguna vez?
R.No, nunca he estado en Sevilla.
P.Bien, pues es la capital de Andalucía, una región que a veces se ha calificado publicitariamente como la California de Europa...
R.¿En serio?
P.Sí, quizás por el sol.
R.Entonces hará más calorcito allí que aquí.
P.Eso seguro. Bien, como le decía, no tenemos Hollywood, pero sí vicios, corrupción y crímenes sin resolver, ¿no le apetece quedarse una temporada en Sevilla y escribir una novela ambientada en Andalucía?
R.Mire, hay gente que en otras ocasiones me ha propuesto lo mismo, pero en otros lugares. Y yo tenía esa fantasía a veces. Pero mi fantasía de hoy es que tengo 30 años menos, me mudo a Madrid y me presentan a la periodista que me ha entrevistado.
P.Acabo esta entrevista haciéndole una referencia a las últimas páginas del libro, que es un catálogo de personajes, un dramatis personae, que me ha encantado porque no sólo dice usted quién es quién sino que además da su opinión sobre cada uno.
R.Ah… Voy a hacerlo también con el libro que estoy escribiendo ahora.
P.Me ha sido de gran ayuda.
R.Se nota que se ha leído usted el libro.
P.Lo he terminado esta misma mañana, en el tren. Y le confieso que, si hubiera podido, me hubiera dado una ducha, me sentía algo sucio…
R.¿Pero cómo puede ser que se sintiera usted así, teniendo en cuenta la forma en que acaba el libro?
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