“Todo escritor es un creador secreto de mitos”
Negro sobre negro
John Connolly tiene nueva novela en España, ‘Antigua sangre’, la culminación de una historia que comenzó con ‘El invierno del lobo’
Irlanda ha regalado a la literatura mundial algunos de los mayores clásicos del género oscuro, desde el Drácula de Bram Stoker a El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Estos y otros autores, como Le Fanu o las fábulas de hadas y bosques encantados de los hermanos Grimm, han calado en un autor de culto que esta semana, desde su casa en Dublín, ha concedido una entrevista a Negro sobre negro. Hablamos de John Connolly, escritor de referencia mundial y que acaba de publicar en España (Tusquets) una nueva aventura de su detective Charlie Parker.
—Aunque es complicado, sus últimas novelas de la serie Charlie Parker son aún más oscuras. ¿No estará queriendo preparar poco a poco a su legión de seguidores para un final de la saga?
—Tengo en mente una conclusión de la saga, o, por lo menos, una respuesta a la pregunta sobre la identidad definitiva de Parker, pero todavía no quiero terminar la saga. Me gusta mucho escribir estas novelas y mirar el mundo a través de los ojos de Parker y los otros personajes. Pero Antigua sangre es la conclusión de un ciclo de seis novelas que comenzó con El invierno del lobo. El libro que sigue a Antigua sangre nos devuelve al pasado de Parker, en los meses previos a los sucesos de Todo lo que muere.
—En Antigua sangre nos ha dado más pistas del origen del Atlas Fragmentado, que puede precipitar el fin del mundo, y contado con detalle la historia del abogado Quayle. ¿Tenía ya claro cuando comenzó a escribir La mujer del bosque que el personaje tenía potencial para extender su recorrido?
—El Atlas Fragmentado y su mitología formaban parte de Música nocturna —cinco o seis cuentos interconectados, en mi opinión— y Quayle era uno de los personajes en este pequeño ciclo. Esa mitología me interesó, y quise regresar a él. Me pareció que el Atlas podría formar parte del universo de las novelas de Parker, y La mujer del bosque me dio una oportunidad para traerlo a este universo.
—¿Existieron realmente sectas como la de los familistas, que ya nos presentó en El invierno del lobo y que desde entonces han tenido una gran importancia en sus novelas?
—Maine tiene una historia religiosa muy extraña e interesante, porque es un estado fronterizo, y los estados fronterizos atraen a personas que quieren escapar de la vigilancia, por ejemplo, o de la persecución religiosa. Perfil asesino contiene una tesis sobre sectas religiosas en Maine, y esta tesis se basa en una tesis muy real. Usar esta tesis era más fácil que inventar una tesis nueva.
—El Hombre Verde, el Dios Enterrado, el Dios de las Avispas… ¿hablamos de diferentes nombres para un mismo ser maligno?
—¡No puedo responder a esta pregunta, o no puedo responderla completamente! No obstante, El Hombre Verde es un poco diferente. El Hombre Verde no es malo, solo una imagen de una mitología, un folklore. En El invierno del lobo vemos una manifestación de esta imagen, modificada por mi imaginación, pero este Hombre Verde no tiene una conexión con la imagen del folklore o con los otros dioses que usted ha mencionado. ¡Es muy complicado, lo admito!
—La violencia contra las mujeres y el racismo siempre han estado muy presentes en su obra. ¿Intenta de alguna manera concienciar a sus lectores sobre este mal terrible de nuestra sociedad?
—Al principio, pensé que no necesitaba recordarle a la gente la violencia contra las mujeres, o el racismo, pero después Trump fue elegido presidente, y, lo reconozco, vi que me había equivocado. Sin embargo, la novela negra, o el tipo de novela que me gusta, que me encanta, y que yo quiero escribir, siempre se pone de parte de la justicia social y de la gente sin recursos. Por otro lado, mis novelas también son entretenimiento, y no quiero predicar. Deseo ser cuidadoso con mis opiniones, y enmarcar la discusión con un poco de sutileza, pero no es siempre posible.
—Últimamente percibo menos rabia en Parker. Como si hubiera aceptado algunas de las terribles cosas que le han ocurrido, e incluso su propia naturaleza.
—Cuando escribí mi primera novela, tenía veinte años, y ahora tengo cincuenta y tres. Espero haber mejorado, como escritor y como ser humano. Del mismo modo, Parker tiene menos rabia, menos tristeza. Tiene alguna certeza, posiblemente. Parker sabe que hay un mundo más allá del nuestro, un mundo en el que su hija le está esperando, y sabe también que él forma parte de una historia, de una narrativa, más grande, y tiene un papel en esta narrativa. Parker quiere ver el fin de esta historia.
—¿Dónde encuentra la inspiración necesaria para crear esas criaturas que rezuman oscuridad?
—No es difícil crear las criaturas malas. Tengo una buena imaginación. Es más difícil escribir sobre la bondad. Como nos enseñó John Milton, el malo tiene cierto atractivo narrativo.
—¿Sabe que, desde que leí El Ángel Negro, Charlie Parker tiene su propio rostro? ¿Por qué nunca ha descrito físicamente a su personaje?
—No quiero describir a Parker detalladamente. Pienso que el lector tiene una noción de todos los personajes —Parker, Angel, Louis— y no quiero interferir en su impresión. Por la misma razón, nunca comento qué actores podrían interpretar los personajes, porque alguien no estará de acuerdo con mi opinión. Y sin duda tendrá razón, porque no sería su Parker, su Angel, su Louis…
—¿El éxito de la serie Charlie Parker radica en su atrevimiento para mezclar sin pudor diversos géneros: negro, terror, gótico, fantástico...?
—Posiblemente, pero solamente para los lectores a los que les gusta este tipo de experimentación en el género de la novela detectivesca. Hay algunos lectores, libreros y críticos que tienen una opinión diferente, que poseen una noción más conservadora del género. Pero en este momento estoy terminando una historia sobre la ficción de género en Irlanda, una historia con cuentos, para explicar a los conservadores las conexiones entre la novela negra y el gótico, y el terror. Creo que ya lo saben, pero no quieren reconocerlo. Solo quiero recordárselo.
—¿El hecho de ser católico le facilita aceptar sucesos extraordinarios como los que aparecen en sus novelas?
—No se puede ser católico y completamente racionalista, pero en Irlanda siempre hemos sido capaces de aceptar el racionalismo junto al antirracionalismo. Por esta razón, hemos creado algunos de las más grandes novelas góticas y novelas de horror, pero también hemos escrito novelas detectivescas pioneras. Me pareció natural crear una combinación de los dos.
—¿Cómo se decidió por situar la mayor parte de las aventuras de Parker en Maine, recreando esos bosques fantasmales repletos de hadas y brujas que aparecían en las historias que leía cuando era un niño?
—Siento afecto por Maine, desde que trabajé allí hace muchos años, y quise escribir en una tradición e idioma norteamericanos —un rechazo de las expectativas de un escritor irlandés, probablemente—. Pero creo que todo escritor es un creador secreto de mitos, y los escritores de misterio aún más que los demás. Mitificamos los lugares. Los escritores de novelas detectivescas se apropian de pueblos y ciudades, los hacen suyos. El paisaje es crucial en la novela detectivesca. Es un paisaje físico por el que los personajes se mueven, y también es un reflejo de un segundo paisaje, uno hecho de emoción humana y motivación. Solemos relacionar a los detectives con las ciudades en las que habitan: Sam Spade y San Francisco, Philip Marlowe y Los Angeles, Lew Archer y Santa Bárbara, Héctor Belascoarán Shayne y Mexico City; y, para mí, Charlie Parker y Portland. Pero estas ciudades son sombras de la realidad, lugares filtrados por la imaginación del escritor. Son al mismo tiempo reales e irreales, como el Dublín de Joyce en el Ulysses, que es la ciudad tal como era y la ciudad imaginada. Usted puede caminar por el Dublín de Joyce, pero no es del todo el Dublín del Ulysses, y en eso estriba el genio de Joyce, la magia de la novela.
—En su última novela Parker viaja a Inglaterra para dar con Mors y Quayle. ¿No ha estado tentado de hacerle visitar su Irlanda natal?
—No, no quiero situar un libro en Irlanda. No me interesa. Hay un cuento en Música nocturna situado en Irlanda, pero creo que ese cuento es mi única excursión a Irlanda, por ahora.
—En España ha costado pero últimamente varios autores están atreviéndose a hablar abiertamente del conflicto con ETA. ¿Está ocurriendo algo parecido en Irlanda con el IRA?
—Algunos escritores de Irlanda del Norte están escribiendo sobre las consecuencias del conflicto. Es difícil, porque, como Faulkner ha dicho, el pasado nunca está muerto; ni siquiera es pasado —particularmente en Irlanda—.
—Es imposible hablar de Charlie Parker sin hacerlo de Louis y Angel. También he leído que es un fiel seguidor de la pareja formada por Stan Laurel y Oliver Hardy y que incluso ha escrito un libro sobre ellos. ¿Cree que es posible encontrar esa amistad entre hombres dispuestos a jugarse el pellejo por otro?
—Para Louis y Angel, su lealtad a Parker es una forma de cruzada y, al mismo tiempo, una oportunidad de redención. Al comienzo de la saga, ellos eran un alivio cómico, o algo así como un alivio, pero ahora tienen más profundidad, o al menos eso espero. Pero no tienen mucho en común con El Gordo y el Flaco, creo, aunque es verdad que he escrito una novela, He (Él), sobre Stan Laurel y su amistad con Oliver Hardy. Creo que es mi mejor novela, pero otros pueden diferir.
—¿Cómo sigue el proyecto de llevar al cine su hermosísimo El libro de las cosas perdidas?
—Escribí un guion cinematográfico el año pasado, pero ahora los productores están considerando la posibilidad de una adaptación televisiva, y necesitan más tiempo para explorar los detalles de la novela.
—¿Dará Parker alguna vez el salto a la gran pantalla?
—Ahora hay un actor al que le gustan mucho el personaje y las novelas, y también hay un guion televisivo. Ya veremos…
—¿Qué lee John Connolly? ¿Cómo ve la salud del género negro en estos momentos?
—Leo un poco de ficción y un poco de no ficción: sobre historia, sobre cine, sobre música. Una gran parte de mis lecturas de ficción son novelas clásicas, porque soy consciente ahora de las lagunas en mi conocimiento. El género negro goza de muy buena salud, en mi opinión.
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