Juan Carlos Galindo: "Prefiero la novela negra más tranquila, sin llegar a lo gore"
Negro sobre negro
El periodista y escritor acaba de publicar ‘Muerte privada’ (Salamandra), su segundo libro también ambientado en su Segovia natal
Cádiz/Juan Carlos Galindo (Segovia, 1979) se enamoró de los libros siendo un niño sin remedio ni explicación, como debe uno enamorarse. Convertido desde hace años en periodista de referencia por su trabajo en El País, donde en 2010 puso en marcha el blog Elemental sobre novela negra, esto le ha permitido conocer a los mejores autores de la galaxia en asuntos criminales. Amante de las buenas historias de ficción pero también de casos reales, hace un par de años recibió la llamada de la selva y se adentró en ella sin más armamento que un lápiz y un buen puñado de libretas donde sus novelas van gestándose. Tras Hontoria (2023), llega ahora con su segunda obra, más coral, más madura si cabe, Muerte privada, que vuelve a tener como escenario su ciudad natal y que, también, ha sido editada por Salamandra.
Pregunta.–¿Cuándo decide traspasar la barrera de la crítica y lanzarse a escribir sus propias novelas?
Respuesta.–Fue un proceso largo. Hontoria fue la primera novela que escribí en mi vida. No soy un escritor que tenga en el cajón otros ensayos, cuentos o demás. Hubo un momento, como tres años antes de publicar Hontoria, en que empecé a notar que ya no me satisfacía lo suficiente el contacto que yo tenía con la literatura, que para mí siempre ha sido un aspecto esencial de mi vida. Entonces es cuando decido empezar a bosquejar una historia que tenía sobre un crimen sin resolver. Siempre me han gustado mucho los crímenes sin resolver. En ese proceso fui construyendo todo. Primero conseguí a Palmira Márquez como agente, porque siempre había admirado su trabajo, y me apetecía mucho estar con ella. Aceptó llevarme y luego firmamos con Salamandra. Entregué el primer borrador y, solo camino de la imprenta, es cuando me dije: a ver qué dicen ahora los demás de mi libro.
P.–¿De dónde saca tiempo para la novela trabajando en el periódico?
R.–Con la primera novela fui un poco a trancas y barrancas, porque no sabía lo que estaba haciendo. Durante el proceso me di cuenta de algunas cosas, como, por ejemplo, que si dejas un par de días una novela, ya la has liado, por lo menos tal y como escribo yo. No puedes desvincularte de una historia. Eso en la segunda ya ha ido mejor, ya tengo mi rutina, he aprendido mucho del proceso de la primera, pero, básicamente, lo que hago es trabajar todos los días un poco en la novela, en el proceso de documentación, es más fácil, te llegas a documentar, a leer, a hacer entrevistas si hace falta, porque yo leo mucho de la realidad. Luego ya en el proceso de escritura, todos los días, esa hora, o lo que pueda, la dedico a tomar notas, no a escribir, sino a tomar notas, a pensar en lo que luego voy a escribir. Al fin, los domingos me levanto a las 5 y me pongo. Entre eso, y no tener días libres, porque como en el mundo del periodismo se trabaja los festivos y los fines de semana, como bien sabes, pues aprovecho los días libres entre semana y me pongo jornadas de trabajo de 6-7 horas dedicadas solo a la novela.
P.–Siendo crítico literario, ¿es muy exigente consigo mismo?
R.–Pues sí. Del resultado final de Hontoria quedé muy contento, pero con Muerte Privada lo estoy mucho más. Creo que he dado un salto, que hay muchas cosas muy interesantes en Muerte Privada que demuestran que hay una progresión. Soy muy crítico, sobre todo durante el proceso. Escribo primero a mano, en libretas, luego eso lo releo y lo reescribo, y después ya lo paso al ordenador. Hay muchísima reescritura, porque sin llegar a ser obsesivo, sí estoy trabajando continuamente con lo que he escrito, nunca me parece del todo satisfactorio.
P.–Uno de sus protagonistas, Jean Ezequiel, es periodista de sucesos. Uno de los mejores trabajos del mundo, se lo digo yo. ¿Es un poco lo que le ha quedado por hacer?
R.–Puede que sí. Con Jean conjuro un poco esas ganas de hacer algo que mi vida personal nunca me permitiría. Se lo he dado al personaje.
P.–Le leí una vez una frase a Jonathan Little que me gustó mucho y que de vez en cuando utilizo. Decía algo así como que una cosa es que te guste el foie gras y otra ser un experto en patos. En su caso no ha tenido miedo de pensar: soy un experto en novela negra, pero, además, ¿voy a ser capaz de escribir buenas novelas negras?
R.–Siempre que te pones con esto aspiras a hacerlo lo mejor posible. Mi idea, a lo mejor por eso ha tardado tanto, era la de publicar algo que mereciera la pena, al menos, con la que yo estuviera suficientemente satisfecho, teniendo en cuenta todo lo que he leído y lo que conozco del género. Me vino bien para tener los referentes claros en algunos sentidos. Al tener en la cabeza la historia, aunque sea desordenada, de la novela negra contemporánea y personajes muy transitados, sabía que había cosas que no quería hacer. Eso me ayudó.
P.–Aparte de esos personajes de los que habla, que todos conocemos, ¿no le parece que hay quien está confundiendo la novela negra con la novela gore?
R.–Sí, hay una tendencia muy clara a eso. Cada uno que haga, por supuesto, lo que quiera. Y hay profesionales del asunto que lo hacen muy bien, como los Carmen Mola, pero a mí no me interesa ese tipo de novela, y eso que hay algunas que están muy bien. Hay dos cosas que creo que no se reflejan bien en la novela en general y en la novela negra en particular. Una es la violencia y la otra es el sexo. Mi novela es una novela un poco negra-blanca. Digamos que hay violencia, hay una violencia estructural, pasan cosas muy feas, pero no se detallan con ese gusto por lo gore, porque no creo que haga falta. Me gusta mucho más esa tradición de novela negra europea que va de Camilleri a Domingo Villar, por ejemplo, que te muestran investigaciones que avanzan con más calma.
P.–Más elegantes.
R.–Sí, más tranquilas, en las que se ve el entorno, en las que la gente va andando a los sitios y no pegando tiros. Luego lees una novela de Michael Connelly, por ejemplo, y puedes entender que en Los Ángeles haya ese tipo de acción, pero en Segovia, por ejemplo... pues no.
P.–Al igual que ocurre con otros autores, Segovia es una protagonista más de su novela.
R.–Eso pretendía. Ahí tenía muy claro desde el principio que escribiría la novela ambientada en Segovia. He vivido más tiempo de mi vida en Madrid, pero nací y crecí allí, y creo que la realidad de Segovia, porque a lo mejor es más abarcable o por lo que sea, la conozco mejor que la de Madrid. También tiene una ventaja tremenda. Hay belleza en ciertos escenarios que contrarrestan con la fealdad del crimen, y los hay casi en cualquier sitio del casco antiguo de Segovia. Eso era una ventaja que no quería dejar de lado. Además, me interesan mucho, más que el crimen, más que la violencia explícita y demás, las consecuencias sociológicas de un crimen. Esto quiere decir que muchas veces me interesa más cómo influye en la sociedad o cómo afecta a las víctimas. Y esto en ciudades más pequeñas que Madrid o Barcelona se ve mejor, porque la gente se conoce, porque el círculo de víctimas se amplía más, en el sentido de que todo el mundo es primo de alguien.
P.–Por su trabajo ha conocido a muchísimos de los grandes autores nacionales e internacionales. Siempre se ha dicho que James Ellroy es un poco el ogro de la industria. ¿Es cierto?
R.–A lo mejor es que hace un poco su personaje también. Cada vez que viene a España nos vemos, tengo buena relación con él y no es el perro rabioso de las letras que se quiere dibujar. Me cae magníficamente bien Dennis Lehane, por ejemplo, que me pareció un tipo extraordinario, más si cabe teniendo en cuenta la altura de autor de la que estamos hablando.
P.–¿Tiene en mente una tercera historia de su Segovia Noir?
R.–Sí, estoy escribiéndola ya.
P.–O sea, que ya se ha convertido en un adicto a la escritura.
R.–Absolutamente. Al proceso, además, al trabajo. Me encanta. Una vez entregada Muerte privada me puse con la siguiente, a hacer investigación, a tomar notas. A partir de ahí sé sobre lo que voy a escribir, por dónde ando en la novela. A ver quién está en este capítulo, cómo se desarrolla, qué tienen por dentro, va a llover o no va a llover, hasta el más mínimo detalle.
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