Tribuna libre
El mensaje del comedor
Operación 'Bautismo'
El párroco José Manuel Álvarez se emociona ante los libros bautismales recuperados por la Guardia Civil. El salón de actos 'Juan Pablo II' de la Casa de la Iglesia de Jerez hierve de periodistas deseosos de echar un vistazo a esos libros robados y felizmente recuperados. Los sacerdotes encargados del patrimonio de la Iglesia, los archiveros' se comen literalmente las uñas mientras ello sucede. Tanto los protagonistas de la rueda de prensa como algún observador han posado sus manos sobre los legajos cuando ellos (y los propios investigadores de la Benemérita) lo hacen con pinzas y guantes. Cada 'meneo' a los libros les provoca un sobresalto. Se les nota en la cara.
El párroco habla de la importancia de los libros. "Estas inscripciones en el libro se corresponden con los primeros colonos de la zona", dice, gentes que podían tardar mucho tiempo en inscribir un bautizo. Grandes dosis de buena suerte han permitido que estos libros lleguen hasta nuestros días. Muchos de estos manuscritos bautismales ardieron con el paso del tiempo pero, milagrosamente, los más antiguos, se han conservado para la posteridad. El obispo de Jerez, monseñor José Mazuelos, destaca que en los archivos de la diócesis asidonense "el más antiguo es ligeramente anterior al descubrimiento de América". Se refiere en concreto a una inscripción bautismal de la parroquia de San Miguel fechada en el siglo XV, concretamente en 1488, es decir, 37 años de que naciera María, la hija de Alonso y Catalina, en Villamartín.
La Diócesis afrontó un traslado de documentos de más de un siglo de antigüedad a las cámaras del Archivo Diocesano cuando abrió el nuevo Obispado. Monseñor del Río, actual arzobispo castrense, emprendió la labor, que obtuvo respuesta positiva en muchas parroquias y no tanta en otras, que vieron (políticos de por medio) un inexistente interés de Jerez por hacerse con parte de su historia.
Por el momento, la historia se cierra con un refuerzo de las medidas de seguridad en la parroquia de Nuestra Señora de las Virtudes. Allí volvieron ayer los legajos que ponen nombre a esos primeros moradores de la localidad serrana. "Si se hubieran subastado podrían haber acabado fuera del país y entonces habrían sido ilocalizables", sentencia Juan Márquez, el hombre que impidió que un trozo de la historia de Villamartín se esfumara.
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