La leyenda que creció con el tiempo

El realizador José Sánchez Montes rueda un documental sobre la gestación de 'La leyenda del tiempo' de Camarón coincidiendo con el 30º aniversario de la edición del disco que revolucionó el flamenco

Camarón, tomando notas en el estudio de grabación.
Camarón, tomando notas en el estudio de grabación.
Blas Fernández / Sevilla

09 de junio 2009 - 05:00

Tardó lo suyo, pero el tiempo lo convirtió en leyenda. La leyenda del tiempo, el disco de Camarón que de manera tan decisiva alteró la historia del flamenco, atrayendo hacia éste a jóvenes generaciones procedentes de otros ámbitos musicales y naturalizando al tiempo la relación de los ya aficionados con sonoridades que hasta entonces les eran ajenas, cumple 30 años.

Se dice que a la muerte del cantaor, en 1992, no había vendido ni 6.000 copias; a partir de ahí, sin embargo, ha sido reivindicado de manera persistente tanto como pieza angular de lo jondo, en particular, como de la música popular española, en general.

Desentrañar las claves del proceso que condujo a ese feliz encuentro entre el de la Isla de San Fernando, Tomatito, Kiko Veneno, Raimundo Amador, Gualberto, el productor Ricardo Pachón y varios integrantes de los grupos Dolores y Alameda es el objetivo del documental, aún sin título definitivo, que el realizador granadino José Sánchez Montes -Bola de Nieve, Morente sueña la Alhambra...- rueda en la actualidad.

"Más que centrarnos en la figura de Camarón -explica el cineasta-, lo que pretendemos es situar al espectador justo en el momento en que todo aquello sucede. Siempre he entendido que La leyenda del tiempo es posible porque se hace entonces, en una época en la que hay un fervor evidente por inventar cosas, y que hubiera resultado más difícil grabarlo antes o después".

Coproducción entre Ático 7 y Televisión Española, que lo programará el próximo otoño en su nuevo canal cultural, y con el sevillano Gervasio Iglesias -Underground. La ciudad del arcoiris- como productor ejecutivo, este documental, a decir de su director y guionista, huye tanto del "panegírico" como del "anecdotario". "Lo que nos interesa es ese encuentro que se produce entre el flamenco clásico y el moderno", dice el cineasta, quien a la hora de señalar los antecedentes del álbum apunta hacia otro título legendario, grabado un par de años antes, Veneno, y a un productor ya curtido. "Creo que todo eso influye sustancialmente -comenta-. De hecho, Ricardo Pachón, que es quien mete a Camarón en este asunto, venía ya con una cierta garantía, sabía que podía salir algo realmente bueno del encuentro de estos músicos con un flamenco de tanta categoría. Así que lo que sucedió antes fue fundamental.

Tanto que no sé si Camarón, de no existir estos antecedentes, se hubiera atrevido a hacer un álbum así. Algo tuvo que influirle el haber escuchado ciertos discos, sobre todo el de Veneno, y saber que había otros gitanos flamencos con calidad que ya estaban haciendo cosas así".

Con un cuidado especial a la hora de retratar ese momento fervoroso -"queremos recuperar el ambiente, contar cómo era España y concretamente Sevilla en aquella época", dice Sánchez Montes- la cinta pretende reparar en profundidad en el apartado "estrictamente musical, que es un tema que me gusta explorar. Ya lo hicimos en Bola de Nieve, donde se explicaban algunos pequeños secretos, muy primarios, pero que el público podía entender bien: ¿qué hace que un músico o una música te llegue más que otro?".

Para poner en pie esta película, que contará con dos versiones, una de 80 minutos y otra de 57, el equipo dirigido por Sánchez Montes ha prescindido de la habitual estructura polifónica -múltiples testigos contando su versión de los hechos- y ha preferido centrarse en unas pocas voces autorizadas.

"En muchas ocasiones cuando se aborda un asunto como éste se tiende a la anécdota y a la mitificación -argumenta-. Así que, con independencia de haber hablado con los músicos participantes en el disco para crear el guión, nos hemos centrado en una serie de personajes concretos. Uno es Tomatito, que entonces todavía no sabía dónde se estaba metiendo. La suya es una figura fascinante, un gitano, guitarrista clásico que de pronto llega a Umbrete con Camarón y se encuentra con aquella locura que debieron ser los ensayos de La leyenda del tiempo", dice en referencia a las ya célebres sesiones previas al registro en la casa del productor. La personalidad del almeriense, que apenas lleva entonces un par de años con el cantaor, contrasta con "la figura de otro gitano que viene de un mundo por completo diferente: Raimundo Amador. Ese encuentro entre los dos es uno de los ejes con los que estamos trabajando".

El investigador y escritor José Luis Ortiz Nuevo aporta su visión especializada; y "un político sevillano muy relevante y vinculado a la cultura" analiza el momento social.

Ricardo Pachón, por su parte, aporta recuerdos y algo más. "No hemos encontrado imágenes en movimiento, pero sí bastantes cosas de foto fija. Y algo impagable: los archivos sonoros. Ricardo conserva las grabaciones en bruto: están los ensayos en Umbrete, la grabación en Madrid, los comentarios... Todo el making off de la concepción del disco".

A falta de cerrar todavía algunas entrevistas, el equipo de la película incluso ha saltado ya fuera de las fronteras españolas para dejar constancia de la vigencia de este legado de leyenda.

"Filmamos algo excepcional en Amsterdam, la combinación de una orquesta sinfónica, una banda de jazz y unos músicos flamencos haciendo temas del disco", cuenta a este medio Ricardo Pachón.

La próxima gran cita, coincidiendo también con la celebración del aniversario de la edición del álbum, será el próximo día 2 de agosto en el Festival Castillo de Perelada, donde se estrenará un espectáculo producido por el Taller de Musics de Barcelona y dirigido por el guitarrista Chicuelo, titulado Camarón, 30 años después. La leyenda del tiempo.

"Ahí se van a reunir todos los que quedan y quieran, que son la mayoría, de quienes estuvieron en el proceso de creación del disco", concluye el realizador natural de Granada, José Sánchez Montes.

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