Criaturas de lo oscuro
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Errata Naturae añade este otoño ‘Los secretos de los vampiros’ a la propuesta sobre la figura de las brujas que publicó hace dos años
Si hace un par de años, Errata Naturae nos acercaba a la figura de la brujas, este año hace lo propio con Los secretos de los vampiros. Ambos títulos cuentan con textos de Elsa Whyte y Julie Légère e ilustraciones de Laura Pérez, Laura Pérez,y presentan una estructura similar: en los dos se repasan estos mitos a lo largo de la historia, sus símbolos y sus personajes emblemáticos. Los libros tienen también en común la propuesta de la ilustradora, que hace del negro su color protagonista y propone a unos personajes que parecen tomar forma definiéndose desde lo oscuro.
Laura Pérez (Valencia, 1983) ganó con su primera novela gráfica en solitario, Ocultos,Ocultos el primer Premio Ojo Crítico de Cómic en 2020. Son suyos, también, los créditos de la serie Sólo asesinatos en el edificio.“Cuando tienes que abordar un libro en el que se tratan seres mitológicos, lo primero que haces es ver las referencias previas a lo largo de los siglos, la imaginería que ha existido en todas las épocas de la historia, cómo se han ido personificando –comenta, respecto a su colaboración con Errata Naturae–. Al fin y al cabo, siempre ha sido un artista el que se ha encargado a dar forma a descripciones de estas leyendas, que sólo existían de forma teórica, para plasmarlo. Es un proceso muy evocador, porque intentas al mismo tiempo ser fiel a esas descripciones pero dándoles una forma propia. Más que copiar, es reinterpretar y sugerir”.
Para ella, son curiosos todos los personajes que aparecen. Las brujas y vampiros de los que habla tienen en común el ser seres liminales, se tienen que esconder, “viven entre las sombras –comenta–. Al final estamos hablando de un recorrido histórico, pero son seres aislados, no forman parte de nuestro mundo, aunque necesitan del mundo de los humanos. Tienen normas diferentes y son más libres, si se quiere, que nosotros, pero confluyen en lo mismo. Luego varía también, claro, el grado de tormento”.
La bruja, seductora o no, era esa mujer que entraba en los límites de lo civilizatorio, libre de la tutela del varón y, por tanto, incontrolable y abocada a encontrar una forma de ganarse la vida: “Nada hay más pernicioso para la fe católica que las parteras”, decía el Malleus Maleficarum. El vampiro era ese ser que no descansaba y llegaba de entre los muertos, con una condición –excepción hecha de lamias y súcubos– más cercana a lo que hoy día es un zombie.
“La naturaleza de lo que hoy conocemos como vampiro –prosigue la dibujante– fue variando con el tiempo, hasta que en Centroeuropa terminó gestándose algo parecido a lo que tenemos ahora en mente. Pero si te fijas, en muchísimas historias de fantasmas grecolatinas, lo que aparece es algo similar al vampiro. Va cambiando y adaptándose al momento y sus situaciones.”
El vampiro de Polidori introdujo la cota de sofisticación y seducción en el mito, aportando también un punto de narcisismo que frecuentemente se relaciona con Byron –ya saben: loco, malo y peligroso de conocer–. Esta innovación la sublimó Bram Stocker colocando a su Drácula, directamente, en un castillo, “y después de ahí, ha venido todo,“ añade la dibujante. El vampiro moderno le ha dado tal vuelta a su condición de protozombie que se ha hecho existencialista. En el universo de Entrevista con el vampiro, Anne Rice les otorgó a sus criaturas la cualidad de pensarse, más allá de la depredación, o precisamente por su condición depredadora. Y el Drácula de Coppola, que ahora cumple 30 años, abundaba en el concepto, abrazando las tinieblas en su desafío al destino (o lo que es lo mismo, la voluntad divina): “Con ellos, entramos en un territorio en el que es difícil saber lo que está bien y lo que está mal. Quién es el monstruo –desarrolla Laura Pérez–. Se plantea mucho la idea del bien y del mal, o lo aterrador de la eternidad”.
De momento, la última vuelta de tuerca iconográfica dentro de los referentes vampíricos la ha dado Sólo los amantes sobreviven: la película de 2013 convierte a sus protagonistas sobrenaturales en los motores de la genialidad, subrayando su condición de ángel brillante (y caído), otro mito con el que hace osmosis.
#LOSLIBROSPERDIDOS: 'Manual de la bruja', de M. Bird
Esta es una referencia sentimental para los niños de los 80. Maeva Young recuperaba hace pocos años el ‘Manual de la bruja’ de Malcolm Bird. Publicado en un principio por Anaya, el libro retoma el espíritu de ‘Las brujas’ de Roald Dahl, y de ‘El retorno de las brujas’, película que ve este 2022 una segunda versión. A través de un álbum ilustrado concebido para “ayudar a las brujas a tener éxito”, se nos presenta una recopilación de cosas que toda hechicera mugrienta ha de hacer para prosperar. Sus jardines están llenos de malas hierbas, y su cocina, de gusanos y moscas muertas. El truco -a partir de unas ilustraciones que invitan a no perder detalle- sigue funcionando con los niños de hoy, pues a quién no le gusta reírse de algo concebido para dar miedo -a los que lo disfrutamos en su día, en efecto, se nos encoge el corazón al comprobar lo diminutos que éramos-.
Con el paso de los años, uno comprueba que, realmente, el manual no es más que un libro de autoayuda para brujas fracasadas, todo ello desde luego bajo prisma infantil (el libro se recomienda a partir de 7 años). Unas brujas, en fin, que siguen subvertiendo el orden, pero de una forma ridícula. Saber cuál es tu horóscopo es divertido, podría ser la enseñanza: reírte de él, lo es aún más.
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