"El microrrelato se presta a convertir lo trivial en fantástico"

El autor presentó ayer en Las Libreras su primer libro de microcuentos, 'Fuera pijamas' · Su poemario, 'No quieras ver el páramo', verá la luz la semana que viene

Serrano Cueto ejerce de profesor titular de Filología Latina en la UCA.
Serrano Cueto ejerce de profesor titular de Filología Latina en la UCA.
Pilar Vera / Cádiz

06 de noviembre 2010 - 05:00

El entorno de Las libreras fue el espacio escogido ayer por Antonio Serrano Cueto (Cádiz, 1965) para presentar Fuera pijamas (DeBarris). Un libro lleno de sugerencias que fue surgiendo a partir de uno de sus textos (El autobús circular), ganador del V premio de Microrrelatos El Basar de Montcada. Casualmente, esta incursión en la narrativa llega a las librerías casi de la mano con el que será el primer poemario del autor -titular de Filología Latina en la UCA-, No quieras ver el páramo (Isla de Siltolá).

-El microrrelato se presenta como el género debido al hombre actual, idóneo para ser leído entre prisas. Pero tal vez sea casi lo contrario: hace falta mucha atención, en ocasiones para leer un microcuento.

-Sí, dado que hay editoriales que presentan sus colecciones así, como relatos para leer en el metro o en el autobús (pronto añadirán en la consulta del dentista), se tiende a pensar que es un género de nuestro tiempo. Pero, como bien dices, el buen microrrelato es el que exige una segunda lectura, porque en la primera sólo deja ver la epidermis.

-En su opinión, ¿qué sería lo que define un microrrelato? Porque es muy fácil confundir sus límites con una reflexión, un aforismo...

-El microrrelato debe ser un relato, tener una tensión que se mantenga hasta el final y cerrarse con un broche que es una puerta abierta. Una descripción poética no es microrrelato, como tampoco lo es una sentencia, ya que carecen de lo sustancial: el elemento narrativo. Tampoco es un mero artificio retórico. Cuando pienso en un buen microrrelato veo dos condiciones maridadas: brevedad y fulgor.

-¿Poda mucho el texto original?

-Depende de los textos. Algunos sólo han necesitado dos o tres lecturas con sus correcciones y otros han estado en en danza meses. La brevedad exige que la selección de las palabras, su orden, la disposición de los elementos esté donde debe estar. Que haya conseguido o no ese resultado ya depende del lector.

-¿Cuáles diría que son sus fuentes de inspiración?

-La vida cotidiana, la literatura, mi formación clásica, la historia. El microrrelato se presta a un tipo de narrativa breve que siempre me ha gustado: aquella que presenta un hecho cotidiano, trivial, y lo convierte sutilmente en otra cosa. Es como si pudiéramos tirar de un hilo de lo cotidiano y descubrir una dimensión inquietante, extraña, fantástica. En un texto mayor esto se hace con más recursos; en un microrrelato hay que afilar las herrramientas.

-¿Algún favorito, entre estos ochenta cuentos?

-Hay varios. Por ejemplo, Seducción, que recoge la excitación postrera de un cadáver; Peluquería Las Vestales, el relato de un regalo de cumpleaños envenenado; o el que le da título al libro, Fuera pijamas, que no es otra cosa que una escena singular de pareja en su habitación.

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