Un museo muy cuestionado
arte | nueva infraestructura
Distintos nombres propios de la esfera cultural critican la creación de otro espacio destinado al arte contemporáneo
Señalan tanto el coste como el concepto del proyecto
Cádiz/El proyecto del Museo de Arte Contemporáneo, que tiene previsto abrir sus puertas en el antiguo Instituto Rosario, no ha sido celebrado con demasiada efusividad en la esfera cultural gaditana. La conversión del centenario edificio de la plaza de San Agustín en un moderno enclave consagrado al arte ha provocado más críticas que alabanzas, además de un buen número de reflexiones lanzadas por distintos nombres propios vinculados al sector. Un museo muy cuestionado principalmente por la existencia de otro centro dedicado al arte contemporáneo, el ECCO, donde muchos veían idóneo instalar la prestigiosa colección de arte con la que Diputación quiere colmar los espacios del nuevo museo.
El debate se reabre ante el nuevo uso propuesto para el antiguo instituto, que salvará de la ruina el edificio que perteneció a los agustinos hasta la desamortización de 1835. La institución provincial realizará una inversión de 3,5 millones de euros para convertirlo en un espacio modélico en materia de eficiencia energética, en la que sería la mayor operación en la que se embarca en materia de cultura.
De este modo, la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, Eva Tubío, celebra que se devuelva el uso "a un espacio con interés, pues llevaba varios años abandonado". También aplaude que se destine a la cultura, "bienvenido sea, siempre y cuando el fin sea la cultura y la producción de arte". El pero lo pone la edil en "el concepto de uso, al menos el que se ha explicado en prensa, que no recoge nada de participación ciudadana y parece más bien un modelo museístico clásico, que uno más actual como el que existe en el ECCO".
Más tajante se ha mostrado el que el que fue director del Museo Provincial de Cádiz, Antonio Álvarez, que, sin querer entrar en detalles, considera "un disparate, un despropósito, crear un nuevo Museo de Arte Contemporáneo, pues si un centro de arte contemporáneo no era necesario, imagina dos". Álvarez también se basa en los altos costes de un centro de estas características, "cuesta mucho dinero mantenerlo", por lo que lo tacha de "innecesario".
Tampoco es afín a la propuesta el doctor, crítico y comisario de Arte, Bernardo Palomo. "La decisiones de los políticos son, muchas veces, descabelladas. Cádiz puede ser la ciudad con una infraestructura expositiva con menos contenido del mundo. Además la experiencia en materia artística de los últimos años ha sido tan nefasta como inexistente", esgrime.
Palomo lanza numerosas preguntas para las que no termina de encontrar respuesta ("¿sería como la de Málaga?, ¿se dejaría trabajar a los equipos dirigentes sin influencias políticas o de otro tipo?, ¿qué personal preparado existe?...") cuestionando el futuro en base a la experiencia pues "a lo que hay no se le ha echado cuenta y vive el sueño de los justos", opina.
Palomo también critica el elevado coste que supone esta iniciativa y argumenta que "si el Museo del Carnaval, que se supone es algo consustancial con la ciudad, es un ente con demasiados espejismos y poca razón, ¿qué se haría con un centro de arte que, verdaderamente, sea moderno, operativo, con visión de futuro y que aporte entidad a la ciudad?, ¿se sabría gestionar". El crítico se muestra implacable: "Estamos hartos de coheterías insulsas que a nada conducen. Seamos sensatos, pues Cádiz no se merece alharacas, oropeles y pamplinas de iluminados con menos tejas que un cine de verano".
No el coste, pero sí el proyecto en sí tampoco es visto con buenos ojos por el vicedirector de la Escuela de Arte de Cádiz, Juan Candón. "No tiene sentido, lo que tendría que hacerse es darle vida al que ya existe en la ciudad que debería de tener una programación más acorde con la actualidad artística", señala vinculado su reflexión al ECCO. Pero Candón profundiza más en lo inadecuado del proyecto y opina que, por lo que ha trascendido de la iniciativa, sus artífices se han tomado "muy a la ligera" el título de centro o museo de arte contemporáneo.
"A las cosas hay que llamarlas por su nombre, y si el edificio lo que va a contener son los fondos de Diputación, que lo llamen Museo Aduana o Museo Diputación, pero no Centro de Arte Contemporáneo porque esa etiqueta está ligada a la innovación, a lo emergente, a nuevos lenguajes", argumenta el artista que se lamenta de que "se vuelva a caer en el mismo error que en el ECCO que se montó para Los Costus".
Además, el vicedirector de la Escuela de Arte, que también apostilla que "tampoco es que sean fondos inéditos porque se han expuesto varias veces en la ciudad, la última en estos días en el Museo Provincial", pone el acento en la acogida que, a su juicio, tendrá entre la población local como en la incidencia turística, punto que la presidenta de Diputación, Irene García, remarcó como uno de los objetivos del proyecto. "Seamos sinceros, un centro de arte contemporáneo no tiene público en la sociedad gaditana que actualmente, desde luego, no parece interesada ni creo que se la haya preparado para eso -dice el docente- y si pensamos en un punto de atracción de turistas desde luego necesitaría una programación justamente así, atractiva, con figuras del arte". "Para atraer turistas con el arte contemporáneo -prosigue Candón- habría que tener una oferta como la de Málaga, con el Pompidou, el Museo Picasso, el Thyssen, el propio Centro de Arte Contemporáneo... Pero con Málaga la Junta de Andalucía se ha volcado, cosa que no ha hecho con Cádiz, y las entidades provinciales y locales no deberían de emular lo que ya está pasando en otras capitales, y además como lo están haciendo, con menos categoría y resonancia".
Este objetivo de captar turismo cultural le "fastidia" al alma mater de Plan C, Paco Cano, porque "la cultura como recurso de oferta turística es algo que ya está superado", asegura el dinamizador cultural que recuerda que "la cultura es una herramienta de transformación poderosísima que debe estar al servicio de la ciudadanía y no para aumentar la oferta de un mercado, en este caso turístico".
Eso sí, Paco Cano alaba los fondos de Diputación pues a su juicio atesora "piezas y nombres muy interesantes" aunque se niega a llamarlos colección pues "no tienen un relato ni una narrativa que le den sentido". "Se estuvieron comprando de manera dispersa, también acertada, a lo largo de mucho tiempo pero tienen también demasiados huecos para hacer una lectura historicista como colección", valora el experto.
De todas formas, tampoco se muestra de acuerdo con el modelo de centro, "muy de los 90", que al menos ha trascendido. "El concepto de museo de arte ha cambiado mucho y ahora se busca que un centro genere conocimientos y saberes y cuente con el sector para construir colectivamente su proyecto. Ya hemos superado los espacios sacralizados como el que parece que nos están proponiendo, según lo que he leído en prensa".
Hay que recordar que Plan C presentó a Diputación un proyecto para este mismo edificio en febrero 2016. "Queríamos que el Rosario fuera un laboratorio de innovación social a través de la creatividad y las nuevas tecnologías, un lugar para generar experiencias donde las nuevas tecnologías se pusieran al servicio de la responsabilidad social", rememora Cano que recuerda que a la presidenta de Diputación la idea le pareció "maravillosa" y les aseguró que Fran González les llamaría para enseñarles el espacio. "A día de hoy estamos esperando esa llamada", concluye.
Origen e historia de la colección de Diputación
"Parece que al principio de todo siempre están Los Costus", ríe el técnico de la Fundación Provincial de Cultura, Eduardo Rodríguez, recordando que no sólo el ECCO sino que el germen de la propia colección de arte contemporáneo de Diputación está ligada, de alguna forma, a la producción del dúo creativo. "Ellos nos hicieron los carteles de las dos primeras ediciones del certamen de Arte Andaluz de Vanguardia, que luego se convertiría en el certamen Aduana". Rodríguez, cara visible de la Sala Rivadavia y uno de los máximos conocedores de los fondos de arte contemporáneo de Diputación, explica su contenido y su origen que data de 1985 con el germen de Aduana. "Lo novedoso de aquello fue que en vez de dar premios, el jurado, cuyos nombres estaban publicados en las bases, hacía una selección de las obras que Diputación compraba, ya que el dinero iba para una bolsa de compra". Así, entre 1985 y 1999 (las dos últimas ediciones bianuales) se fue fraguando lo que hoy conocemos como colección Aduana. "Después del 99 pasamos a una política de compra por mediación de las galerías de la provincia que participaban en Arco. En ese momento, había instituciones que ayudaban a las galerías con una subvención pero nosotros pensamos que haciéndoles compras ganábamos todos, la galería, el artista y nosotros, que íbamos engordando los fondos de arte contemporáneo", explica el técnico que añade que después empezaron a comprar piezas de otras galerías del territorio nacional. "Una tercera pata de la actual colección también viene de donaciones voluntarias de artistas que han expuesto en Rivadavia o en el Palacio Provincial", apunta Rodríguez que también suma al fondo "de más de 300 piezas" los carteles del propio certamen de Aduana y del Día de la Provincia y las compras fruto "de la oportunidad" como las fotografías de Camarón de Alberto García Alix que llegaron a Diputación para una muestra "y se decidió comprarlas" uniéndose así a otras piezas firmadas por Eduardo Sanz, Antonio Rojas, Chema Cobo, MP& MP Rosado, Ouka Leele, Adriá Pina, Chema Madoz, Guillermo Pérez Villalta, Juan Erlich, Andrea Moccio, Humberto Rivas, Pedro G. Romero, Luis Quintero, Miki Leal, Teresa Lanceta, Pierre Gonnord o González de la Calle, entre muchas otras personalidades.
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