Bailando las penas
CONCERT MUSIC FESTIVAL
Fangoria y Nancys Rubias ofrecen una gran fiesta al Concert Music Festival cuajada de diversión y catarsis
CHICLANA/En la gran pantalla que dominaba el escenario se enmarcaba un telón rojo de teatro. Puro teatro hecho música que, al abrirse, mostró en canciones las grandezas y miserias del ser humano. No hay mayor terapia para las penas que bailarlas en un concierto de Fangoria, como hizo con mucho gusto el público que se acercó la noche del viernes al Concert Music Festival de Sancti Petri.
Porque a pesar de ese manto electrónico y bailable que las envuelve y la diversión reinante desparramada por el poblado chiclanero, las melodías de Alaska Alaska y Nacho Canut no tienen nada de música ligera. Al contrario, condensan un poso de emociones en carne viva que se sudan y corean por doquier para hacerlas más llevaderas, con coreografías singulares ejecutadas por cuatro bailarines (dos de ellos idénticos), imaginativos y surrealistas visuales y el marchamo de ser historia viva de la música española. Un espectáculo de eficacia probada.
"Ya lo ha dicho Mario (Vaquerizo) antes, estamos en la tierra de las Muñecas de Marín y de las Costus. ¡Qué suerte tenéis en Cádiz de tener un museo para ver su obra!", recordaba la musa de la Movida madrileña ya en la medianoche, tras la hora de actuación de Nancys Rubias, para abrir un recital que se hizo corto a pesar de ser prolijo en canciones.
En él hubo dos partes más o menos diferenciadas. En la primera y más larga, una Alaska vestida de negro se sometió ante el público a un exorcismo musical para echar para fuera todos los sentimientos reconcentrados del ser humano. Desde el cómo dejar atrás el pasado de Espectacular hasta el despecho de la mítica Cómo pudiste hacerme esto a mí. De la resignación de Fiesta en el infierno al ciclón imparable del concepto universal con Gritando amor.
En ese barroquismo escénico y sentimental que ofrecen Fangoria irrumpió la voz de la divina Sara Montiel para introducir Absolutamente, y luego continuar con ¿Quién te has creído que soy?, una composición perteneciente al último álbum del dúo, Extrapolaciones y dos preguntas, con el que celebran tres décadas como pareja musical bien avenida en éxitos. Un trabajo que supone, además, un recorrido por la "banda sonora de nuestra vida como Fangoria, como este grupo y esta canción", explicaba Alaska antes de ejecutar Historias de amor de OBK.
Ese primer acto de esta pieza teatral con cobertura musical fue una auténtica invocación al martirio del sentir. Imágenes de sufridores cristianos se proyectaban mientras Alaska, en esta ocasión de rojo y con capa, ajustaba cuentas con el engaño en Descongélate, se rendía a la pasión en Iluminados, recordaba el lamento techno de Ku Minerva y el temazo Estoy llorando por ti, ponía negro sobre blanco el desprecio por lo que ya nada vale en Desfachatez, recorría los vértices y contornos de las relaciones dentro de su Geometría polisentimental, el dolor del adiós en Coches de choque, la fugacidad del instinto en No sé qué me das y el poder del verbo oportuno en Retorciendo palabras. Un compendio descarnado, en resumen, de todas las etapas posibles en el juego del amor y el desengaño.
En la segunda y última parte del show, Fangoria -con su vocalista vestida de morado- sacó la artillería pesada en forma de himnos de ayer y hoy con los que soltar lastre después de tanta intensidad en los bises más esperados, una catarsis necesaria para redondear la noche. Desde Dramas y comedias a Ni tú ni nadie y la canción emblema de la autodeterminación y el "me importa un bledo todo", A quién le importa -reclamada por la audiencia desde mucho antes-. Tres melodías que resumen una firma musical propia que no necesita presentación aunque se empeñó en hacerlo antes de marcharse. Con la inestimable ayuda de las Nancys Rubias, Alaska cerró la velada demostrando ser un autentico Huracán mexicano que ha firmado varias páginas de oro en la música española tanto como rubricó la tremenda actualidad de su mensaje en Sancti Petri.
Rock, pose y mucho desparpajo
Que el grupo liderado por Mario Vaquerizo es un producto destinado al puro disfrute no es ninguna novedad y de ello dieron muestra en la primera parte del concierto de ayer en el Concert Music Festival de Sancti Petri. Rock, mucha pose escénica, golpes de melena y desparpajo son los principales ingredientes que ofrece un espectáculo de las Nancys Rubias. Y también canciones que ponen a vibrar al respetable como Marcianos ye-yés, Adolescencia terminal, Pecadora, Alfabeto Nancy -donde dieron un extenso repaso a todas sus influencias-, Llámame Poupée o algunos de sus éxitos más conocidos como Barbi debe morir, Peluquitas y Me encanta, amén de alguna que otra versión de Tino Casal y Baccara antes de dar paso "al mejor grupo del mundo, Fangoria", como presentaba Vaquerizo a la mítica formación de su mujer. En un mundo a veces muy gris Nancys Rubias son, parafraseando a un infame partido político, de extrema necesidad musical.
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