La mujer que robó la Navidad: 'All I Want for Christmas', de Mariah Carey, cumple 30 años

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La canción, que celebra tres décadas este 2024, factura cada año un mínimo de medio millón de euros en derechos de autor

Inocentes en apariencia, los éxitos navideños pueden llegar a convertirse en una mina de oro para sus autores

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Mariah Carey.
Mariah Carey. / D.C.

Con la compulsión propia del ritmo gringo, la resurrección acontence cada 1 de noviembre, cuando nosotros aún estamos zampando huesos de santo. Termina Halloween y se abre la veda navideña. Bien consciente de ello, y de su papel en toda la obra, Mariah Carey  decidió asumir su condición por todo lo alto y, desde hace años, cuando llega noviembre sale de su “hibernación” y se despierta. Se descongela, que queda más propio como reina de las fiestas invernales. Este año, por ejemplo, la cantante emergió de las sombras del 31 de octubre vestida de Morticia para implosionar en un delirio navideño con aires de Tim Burton.  

 “¡Ya es la hora!”, aclama, en su voz de cinco octavas, y ya puede empezar la Navidad. Hasta que ella no da la orden, todos quietos. Piensen en ello: ni El Corte Inglés ni Cristo vivo mueven un dedo hasta que Mariah no lo ordena. Su petición para declararse legalmente Reina de la Navidad no parece tan descabellada. Desde luego, no sólo es su heraldo (Hark!) sino que, llegadas las entrañables fechas, es omnipresente y parece omnisciente, aunque lo de omnipotente aún no ha llegado a controlarlo.

Mariah Carey en el vídeo realizado para la Navidad de 2024

La asociación de Mariah Carey con la Navidad cumple este año la friolera de tres décadas, ya que fue en octubre del 1994 –al inicio de su carrera– cuando lanzó el que sería su primer recopilatorio navideño, Merry Christmas, el álbum en el que se incluye el celebérrimo All I Want for Christmas. Una canción co-escrita con Walter Afanasieff –hay algún problemilla al respecto– y que, desde su lanzamiento, entra todos los años en el Billboard en cuanto se acerca la temporada navideña. Ocho años después, otra producción llamada a convertirse en un clásico de la época (Love Actually) la incorporaría a su banda sonora, sellando así su destino. 

Se calcula que el tema logra ingresar cada año en la cuenta de afortunada Mariah entre medio millón y un millón de euros. Es el sueño de muchos: el one hit wonder que lo retire.  

De la mano de su primera campaña de deshielo, en 2021, Mariah Carey –o, más bien, su compañía, Lotion LLCintentó registrarse a sí misma como Reina de la Navidad. La solicitud también incluía el “uso exclusivo” del título Princesa de la Navidad. Como vemos, todo atado y bien atado. No lo consiguió: otras reinonas reclamaron su derecho previo y la principal candidata no respondió a las alegaciones a tiempo.

Lo cierto es que, quien consigue dar con la tecla del espíritu navideño de los tiempos, da con la gallina de los huevos de oro. Es famosa la historia de White Christmas –otro clásico navideño entre los clásicos–: grabada justo durante la II Guerra Mundial, cautivó el espíritu de una sociedad que, primero en Estados Unidos, y luego en el resto del mundo, quería sumergirse de lleno en un mundo de algodón de azúcar (y, en el caso de los protagonistas de la película, de nieve artificial hecha de asbesto). White Christmas se mantuvo como número uno de las listas durante todo un año desde su lanzamiento, volviendo a repetir en las navidades de 1943 y 1944.

En el tema de las listas de éxitos navideñas hay casos, por supuesto, de “resucitados”: ahí está Last Christmas, la canción que George Michael compuso para Wham! en 1984 y que se coló entre los cuarenta primeros puestos del recuento en 2018, dos años después de la muerte de su autor. 

Otro clásico que repta hasta el Billboard cada diciembre (desde 2006) es Merry Xmas Everybody, el tema de Slade que (junto a Fairytale of New York de The Pogues) no nos hace morir de coma glucémico. Uno de sus autores, Noddy Holder, lo describía a The Guardian como un “estupendo plan de pensiones”. Según el registro británico de la propiedad intelectual, la canción aporta unos beneficios por derechos de autor de medio millón de libras al año. Quizá sea uno de los mejores resultados entre beneficio y esfuerzo: el tema se escribió de una sentada, tras una noche en el pub. En su corazón, latía un mensaje de optimismo hacia un país que tenía, en 1973, a gran parte de su clase obrera (de electricistas a enterradores) en huelga. 

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