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El nuevo Louvre que no fue

Alberto Campo Baeza habla de su propuesta para los fondos del museo, que con un primer premio ex aequo finalmente no es el que se construirá

Apecto frontal de la propuesta de Campo Baeza y Raphaël Gabrion.
Virginia León Cádiz

17 de julio 2015 - 05:00

"Un arquitecto de Cádiz hace el nuevo Museo del Louvre. Esa podía haber sido la noticia. Y no lo ha sido por los pelos. ¿Puedes imaginarte a uno de Cádiz haciendo el nuevo Museo del Louvre?". Con estas palabras contestaba el arquitecto vallisoletano de nacimiento, pero gaditano de sentimiento a este medio cuando le felicitaba por su primer premio ex aequo en el certamen convocado a nivel internacional para la construcción del nuevo edificio para las reservas del Museo del Louvre en Liévin. Una distinción que, sin embargo, no le ha valido la inmortalización del proyecto que su equipo había planteado al jurado, y que se ha impuesto al de los 200 arquitectos que han concurrido al concurso. El jurado ha deliberado finalmente que la autoría sea del otro primer premio, el inglés Rogers Stirk Habour, el mismo que construyó el Centro Pompidou en París o la T4 del Aeropuerto de Barajas en Madrid.

Complicado contrincante al que Campo Baeza ha sabido medirse en el duro proceso de selección, según narra. "Nos hicieron dos largos exámenes. Uno en Lille, frente a un equipo de técnicos, arquitectos e ingenieros. El segundo y último en París, en el Museo del Louvre, frente a los directivos del museo. En ambos utilicé un impecable francés que aprendí en San Felipe Neri, en Cádiz, de la mano de Ángel Pueyo", señala.

La propuesta que diseñó junto a Raphaël Gabrion ha sido concebida como un gran navío, horizontal, oscuro, con aspecto de fortaleza capaz de atesorar los secretos artísticos del museo matriz. El lema con el que ha concursado ha sido Le bateau Îvre, en referencia al conocido poema de Rimbaud y en la precisión de su ritmo poético ABAB. Una especie de podio oscuro a modo de contenedor de talleres y servicios y, emergiendo a modo de la chimenea del gran barco, la pieza cúbica que sería el gran almacén. Una alegoría de lo que sería el dique seco, "porque eso es lo que parece, un barco en reparación varado en el dique seco. Reparando las obras del Louvre".

En este edificio se levantarían los grandes talleres de restauración y salas de exposiciones y oficinas, además de unos almacenes para guardar adecuadamente los numerosos fondos que actualmente tiene el Louvre, hasta 250.000, que son las que actualmente acumula el museo parisino en sus amplios sótanos. Ha sido la voluntad de poner a buen recaudo todos estos tesoros la que ha llevado a los directores del Louvre y al Estado francés a convocar este concurso.

Durante el proceso cinco proyectos pasaron a la final, y tras desarrollar unos completos anteproyectos, quedaron dos. La última palabra la tuvo la ministra de cultura francesa que, "en el último momento debió pensar que mejor era dejar las cosas en manos de un superestar y decidió que, a pesar del ex aequo, el edificio lo va a hacer Rogers".

El futuro edificio ya cuenta con un antecesor en Lens, otra ciudad también cercana a París, donde la firma de arquitectos japoneses SANAA construyó la primera extensión.

Finalmente no será un gaditano el artífice del nuevo edificio del Louvre en Liévin, pero Alberto Campo Baeza está "contento". "No está nada mal haber llegado a la final". Se acuerda en estos momentos de su progenitor, el gaditano que tanto le legó, Juvencio Campo, "que con gran sentido sobrenatural siempre me decía: hijo mío, que sea lo que más te convenga. Así que sigo contento y feliz".

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