Los Oscar se rinden a 'Anora' y el encanto del cine independiente
La película de Sean Baker logra cinco estatuillas, entre ellas la de mejor actriz para Mikey Madison, en una gala en la que 'Emilia Pérez' sólo materializó dos premios de sus 13 nominaciones
Un asombroso Chalamet se transforma en Bob Dylan
La ceremonia número 97 de los Oscar tenía nombre de mujer, pero no el de la película que más nominaciones acaparaba, Emilia Pérez, sino el de Anora. Quizás cansado de superproducciones sin alma, Hollywood ha caído rendido al encanto de una cinta independiente, a la que ha galardonado con cinco estatuillas, y consagra a uno de los cineastas más interesantes de la actualidad, el autor de joyas como The Florida Project y Red Rocket, Sean Baker. Una sorpresa relativa porque la odisea de una trabajadora sexual que se casa con el hijo de un oligarca ruso, una comedia que termina siendo desgarradora, llevaba tiempo avisando: desde la Palma de Oro en Cannes, el largometraje se había impuesto en los premios del gremio de productores y directores, en los Critics Choice y los Independent Spirit. Pero Baker ha cumplido las previsiones más optimistas: se ha hecho con cuatro de las distinciones a las que optaba como productor, director, montador y guionista. El quinto Oscar de Anora fue para Mikey Madison, el corazón de una obra que esquiva la sordidez a la que invitaba su trama y desprende una rara ternura, una revelación incontestable que le cortó las alas a la favorita, la Demi Moore de La sustancia.
La gala presentada por Conan O’Brien en el Dolby Theatre de Los Ángeles estiró la incertidumbre todo lo que pudo, y hubo un momento en el que empataban con dos Oscar cada una Emilia Pérez, Wicked, Anora y Dune: Parte Dos. El musical de Jacques Audiard llegaba con la reputación seriamente dañada tras la polémica de los tuits de Karla Sofía Gascón, que acudió a la gala relegada casi a la condición de figurante, y sólo pudo materializar dos de las 13 nominaciones que tenía: la de Zoe Saldaña, mejor actriz de reparto, que pese al entorno adverso nunca encontró una rival que le plantara cara en la temporada de premios, y la de mejor canción, El mal, un galardón que recibieron los compositores Clément Ducol y Camille y el propio Audiard, letrista de la pieza, y que les entregó toda una leyenda, Mick Jagger. El otro apartado en el que contaba con serias posibilidades era el de película internacional, pero la estupenda Aún estoy aquí consiguió -de manos de Penélope Cruz, encargada de abrir el sobre- el primer Oscar para el cine brasileño y prolongó la maldición de Francia en esta categoría. Letonia se estrenó también en la historia de los Oscar con el respaldo a mejor película de animación para Flow, como Anora otro proyecto modesto que ha conquistado el mundo.
Hace unos días, el premio del sindicato de actores a Timothée Chalamet por su encarnación de Bob Dylan en A Complete Unknown había aportado algo de emoción a la pelea por el Oscar al mejor actor protagonista, donde Adrien Brody destacaba hasta entonces como el claro favorito por su atormentado personaje en The Brutalist. Brody cumplió finalmente los pronósticos, dos décadas después de su primer triunfo con El pianista, y al subir al escenario reflexionó sobre la “profesión tan frágil” que es la interpretación. “Para mí, más que una cumbre, este Oscar representa la posibilidad de volver a empezar, la oportunidad de demostrar en los próximos 20 años que merecía papeles de peso”, comentó. The Brutalist sumó otros dos reconocimientos: la fotografía de Lol Crawley y la banda sonora de Daniel Blumberg.
Mikey Madison ya se había impuesto a Demi Moore en los Bafta y en los Independent Spirit, y conquista ahora un Oscar muy merecido que juzgó con modestia “totalmente surrealista. Yo he crecido en Los Ángeles, pero Hollywood estaba lejísimos”, declaró. Antes de que Sean Baker le brindara un rol lleno de matices, por cierto, Madison tuvo entre sus descubridores a Quentin Tarantino, que la dirigió en Érase una vez en Hollywood y que en esta ceremonia anunció el premio a la mejor dirección para Baker.
El galardón al actor de reparto respondió a lo previsto en las quinielas y fue para Kieran Culkin por A Real Pain. El antes conocido como hermano de Macaulay se ganó en los últimos años el respeto de la industria (y el Emmy) gracias a la serie Succession, y ahora tiene un Oscar por la confianza que depositó en él Jesse Eisenberg, el director, escritor y coprotagonista de A Real Pain. Quizás por el impacto de un premio de la Academia, Culkin no estuvo tan desatado y provocador como se había mostrado en otros discursos.
En su agradecimiento, Zoe Saldaña se definió como una “orgullosa hija de inmigrantes”, tal vez en una alusión velada a las políticas excluyentes de la administración Trump, y recordó cómo su madre llegó a EE UU a principios de los 60 desde la República Dominicana. Resulta curioso que, tras protagonizar algunos de los proyectos más taquilleros como Avatar y Guardianes de la galaxia, el prestigio le llega ahora a Saldaña por un musical en el que vuelve a sus orígenes y canta en español, su lengua materna.
Cónclave, que había vencido en los Bafta y en los premios del sindicato de actores con la distinción al mejor elenco del año, se conformó con el Oscar al guión adaptado (obra de Peter Straughan) en una gala que homenajeó a los bomberos que apagaron los incendios de Los Ángeles de una manera peculiar, poniéndolos a contar chistes, y en la que hubo tributos a la saga de James Bond, a El mago de Oz y a Quincy Jones, pero que en el In Memoriam cometió un error imperdonable: en el repaso de grandes como Maggie Smith, Gene Hackman, Donald Sutherland o Gena Rowlands, la Academia se olvidó de otro mito, Alain Delon.
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