Fuera del pedestal, cerca del mar
La glorieta de Carlos Edmundo de Ory cuenta desde ayer con la figura que homenajea al poeta, realizada por el escultor Luis Quintero
Como todos los años desde su desaparición en 2010, aquellos que se sienten cercanos a la vida y obra de Carlos Edmundo de Ory se reúnen cada 27 de abril en la Alameda para celebrar su recuerdo. Muchos de ellos volvían a encontrarse ayer, en efecto, para brindar por la "coherencia de su vida y la universalidad de su obra", como apuntaba la viuda del poeta, Laura Lachéroy.
El que hubiera sido 92 cumpleaños del escritor gaditano veía también la inauguración de la escultura homenaje que presidirá desde ahora la glorieta que lleva su nombre. Algo que ha sido posible, comentaba Lachéroy, gracias a la "generosidad y apoyo" de sus amigos y familiares. Y que constituye una "justa correspondencia" -apuntaba al respecto la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, también presente en el acto- con la "generosidad que Carlos siempre manifestó hacia la ciudad".
"Mis primeros recuerdos de Carlos Edmundo de Ory -rememoraba la alcaldesa-, se remiten a actos oficiales diversos, donde casi no me atrevía a dirigirme a él. Hasta que un día fue él quien me dirigió la palabra para decirme que le gustaría legar su patrimonio a la ciudad".
El poeta ni siquiera había pensando en la creación de una Fundación que sirviera, entre otras cosas, para la organización y mantenimiento del fondo, detalle de infraestructura que tuvo que ser sugerido desde la administración.
Carlos Edmundo de Ory era un ser fuera de la ortodoxia, del sentido práctico y -también- de los homenajes al uso. Contaba el escultor Luis Quintero, encargado de realizar la figura del escritor, que un día, en un paseo, contemplando el busto de algún poeta, Carlos Edmundo de Ory farfulló: "Míralo, pedestálico".
Bien, ¿cómo realizar el encargo de una escultura conmemorativa de alguien que destetaba los "pedestales" y las celebraciones al uso? ¿Cómo plasmar, además, en una figura la realidad de alguien a quien has conocido y ha sido tu amigo? Todo ello convirtió el encargo de la estatua del poeta en el que haya sido "probablemente, el trabajo más complicado de toda mi vida", contaba el artista.
Sin embargo, esa actitud de De Ory terminó dándole a Quintero la clave de la obra: "Cuando discurrí la forma de vencer esa complicación añadida de no querer pedestal, llamé a Laura a medianoche", relataba el escultor.
"En un principio -prosiguió-, había pensando en una figura sedente, pero la estructura misma de la plazoleta lo hacía estar mirando al pedestal, o dando la sensación de que quería dirigirse hacia él..."
La solución fue, por tanto, hacerle escapar: el pedestal actual guarda las huellas de De Ory que, unos pasos más adelante, parece estar caminado con la mirada perdida en las olas. El mismo día que hubiera cumplido 92 años, una parte de Carlos Edmundo de Ory parecía volver al mundo con el que tanto se deleitó.
Por otra parte, continuó explicando Luis Quintero, estaban los muchos Carlos que había en Carlos: "Al escollo de reflejar el espíritu de alguien al que apreciabas y ya no está -indicaba-, se sumaba el infinito que terminó siendo todas las fotografías que me daban sus hermanorys, imágenes de Carlos con treinta años y con cuarenta y dos, con sesenta, con barba, sin barba... a lo largo de toda su vida. Así que al fin, el que está aquí pretende ser una mezcla de todos los Carlos traídos por sus amigos".
Una propuesta escultórica pretende, en fin, seguir la estela de lo enseñado por Carlos Edmundo de Ory que, "en sus juegos, revelaba verdades magníficas". Un poeta de mirada catalizadora y espaldas enormes, suficientes para sostener los universos con los que se dedicaba a jugar.
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