Preliminares COAC
¿Quién canta hoy domingo 2 de febrero en el Teatro Falla? Orden de actuación de la undécima sesión

Arte incandescente

POESÍA COMPLETA | CRÍTICA

Visor publica una nueva edición de la Poesía completa de Sylvia Plath en espléndida traducción de Victoria León, cuyas versiones son tan intensas y vibrantes como los originales

Fragmento de ‘Sylvia Plath riendo' (2015) por Silvia Cosío.

La ficha

Poesía completa. Sylvia Plath. Traducción de Victoria León. Visor. Madrid, 2024. 640 páginas. 38 euros

Más de seis décadas después de su muerte, el breve y trágico itinerario de Sylvia Plath sigue condicionando en exceso la lectura de su gran poesía, opacando hasta cierto punto las razones no extraliterarias por las que la autora, que se suicidó con sólo treinta años, ha continuado y continuará siendo reeditada y leída. Nunca debe desdeñarse la información biográfica, que puede revelar el trasfondo más o menos expreso de la escritura, pero el caso de Plath –no es el único, pensemos en su casi coetánea Alejandra Pizarnik– ejemplifica bien los extremos a los que puede llegar el interés mórbido por las desgracias ajenas o peor aún la apropiación moralista, que se sirve de ellas como instrumento para su labor de apostolado. No les hacemos ningún favor a las poetas si las consideramos mártires o desdibujamos su individualidad irreductible para acomodarlas a patrones que no es que sean impertinentes, pero tampoco bastan por sí solos para dar cuenta del misterio y la complejidad de cualquier vida. A este respecto, los lectores interesados tienen ahora a su disposición la conmovedora y exhaustiva biografía de Heather Clark, Cometa rojo. Arte incandescente y vida fugaz de Sylvia Plath (Bamba, 2023), donde se recopila y analiza, con rigor y respeto, todo lo que sabemos de la poeta y su circunstancia.

La edición póstuma de Hughes, Pulitzer de 1982, es la base de las recopilaciones disponibles

Dejando aparte los diarios, publicados en España por Alba, y la correspondencia conservada, lo que ella misma dijo está en los 274 poemas que reúnen su obra en verso, editada póstumamente por quien fuera su marido y también gran poeta Ted Hughes, que desempeñó un papel oscuro en la vida de la autora y decisivo –aunque no desinteresado– en la difusión de su obra. En su edición canónica, Collected Poems (Faber & Faber, Londres, 1981), Hughes recogió la obra escrita desde 1956 hasta las semanas previas a la muerte de su ya exmujer en 1963, distribuida en ocho secciones correspondientes a cada uno de los años, e incluyó medio centenar de poemas –“ejercicios” primerizos, pero no desechables– anteriores a la primera fecha, recogidos en un apartado titulado Juvenilia. Plath había dado a conocer dos únicos libros en vida: El coloso y otros poemas (1960) y la novela en clave La campana de cristal (1963), publicada con el seudónimo de Victoria Lucas. A ellos les siguieron, siempre en edición de Hughes, el impresionante Ariel (1965, restaurado en 2004 por la hija de ambos), Cruzando el océano (1971) y un libro que incluía Árboles en invierno y Tres mujeres (1971). Más tarde, el desorden de esta serie respecto a las fechas de composición llevó a su albacea a recomponerla con un criterio cronológico en la edición mencionada, que ganaría el premio Pulitzer de 1982 y constituye la base de las recopilaciones disponibles en otras lenguas. Es la que ha seguido Victoria León en la espléndida traducción de la Poesía completa para Visor, una maravilla.

Siendo verdadera, la imagen doliente y atormentada de Plath no retrata del todo a la autora

La poesía de Sylvia Plath, que suele relacionarse con el confesionalismo de su paisano y mentor Robert Lowell –defensor de una “vuelta a la vida” frente a los meros practicantes del oficio– o el cultivado por Anne Sexton, también discípula de Lowell, que antes de seguir los pasos de Plath le dedicó un hermoso y desgarrado poema –O funny duchess! O blonde thing!– a su amiga fallecida, participa desde luego de ese registro, pero a la vez lo trasciende por su brillantez verbal, la riqueza simbólica de las imágenes que emplea y su característica fuerza visionaria. Con Sexton y Adrienne Rich –y otras poetas menos conocidas, como Maxine Kumin– formó parte Plath de la llamada escuela de Massachusetts, un círculo de relaciones que no se traducía en una manera común, aunque participara del empeño en visibilizar la poesía escrita por mujeres. La suya, con todo, es única, y merece ser apreciada sin interferencias, tal como se presenta en este volumen, libre de exégesis que condicionen la interpretación y la lleven por derroteros ajenos a su ámbito. Vida fugaz y arte incandescente, en efecto, un arte atravesado por dolores antiguos y desánimos y desengaños, pero la imagen doliente y atormentada de Plath, rastreable y verdadera, no retrata del todo a la autora ni refleja todo lo que contiene su poesía. En sus versos se traslucen los signos de su drama personal, pero hay también, como señala la traductora, sobradas muestras de su devoción por la belleza y de su “inmenso y desesperado amor no correspondido por la vida”. Ese vitalismo, al que parece rendir homenaje el luminoso retrato de Silvia Cosío –perteneciente a la serie El altar de los muertos, donde la poeta aparece riendo– es la otra cara de una obra cuyo “brillo implacable”, en precisa acuñación de Steiner, ha tenido un enorme influjo en la poesía posterior y quedará como una de las más altas realizaciones de la segunda mitad de su siglo.

Palabras irrefutables

La poesía de Sylvia Plath ha tenido buena acogida en España, con traductores tan competentes como, entre otros, Ramón Buenaventura, José Luis López Muñoz, Jesús Pardo o Xoán Abeleira, a quien debemos la edición bilingüe de la Poesía completa (Bartleby, 2008; Navona, 2022) donde los poemas, que también siguen la ordenación de Hughes, se acompañan al final de notas muy valiosas. Más recientes son las versiones de Raquel Lanseros, Jordi Doce –traductor de Ariel en una hermosa edición de Nórdica (2020) ilustrada por Sara Morante– o Gudrun Palomino, que ha reflexionado con lucidez sobre los límites de una lectura mediatizada por el mito. Siendo Plath una autora extremadamente exigente, como ya destacó Hughes y recuerda Victoria León, que buscaba la precisión –las “palabras irrefutables”– de un modo casi obsesivo, y contando entre nosotros con tan notables antecedentes, la traductora y poeta sevillana se enfrentaba a un reto difícil en el que ha invertido largas horas hasta descifrar un pathos que, nos dice, impide adoptar fórmulas valederas para el conjunto. El resultado, deslumbrante, se sitúa a la altura de las expectativas. Su nueva traducción merece todos los elogios, por el ritmo admirable, por el rigor formal y por la capacidad para convertir las versiones españolas en poemas que no son meras traslaciones de sentido, sino composiciones tan intensas y vibrantes como las originales.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

La huella de la escuela bolera | Crítica

Una joya pulida

Mapa de Músicas | Olivier Messiaen. Novedades discográficas

Olivier Messiaen entre el cielo y la tierra

Lo último