“La poesía es la expresión más elevada que conozco, la más rica en matices”
Serena Ávila | Escritora
La autora madrileña, afincada ahora en Cádiz, publica con Bubok ‘Cartas de otoño a mi madre’, una novela epistolar de corte poético que transita por enclaves gaditanos como Vejer y El Palmar
Nacida en Madrid, Serena Ávila es una ciudadana del mundo. Antes de Cádiz, lugar en el que ha fijado desde hace unos meses su residencia, esta escritora que también se declara divulgadora social y coach de conocimiento personal ha vivido en múltiples ciudades de varios países. En su novela Cartas de otoño a mi madre, la autora hace transitar a sus personajes por las calles de Vejer y las playas de El Palmar.
–¿Que pretende ser ‘Cartas de otoño a mi madre’, que se anuncia como una novela epistolar?
–La novela nace con la intención de investigar sobre la transición, casi siempre dolorosa, de la infancia a la madurez. Entiendo como madurez el paso necesario para responsabilizarse de uno mismo y de nuestras acciones con el entorno. La elección del género epistolar vino después, cuando me di cuenta de que si quería desnudar a los personajes durante esa transición, necesitaba una herramienta para establecer un diálogo con uno mismo. Ponerlos a escribir esas cartas iba un paso más allá, conllevaba una mayor intimidad, reflexión y honestidad.
–Resulta muy llamativo el juego espacio-tiempo que se desarrolla en la novela: una hija escribe cartas a su madre desde Vejer y El Palmar en los años 90, y esa madre escribe cartas a la suya, en los años 60, desde el mismo lugar. ¿Trata de sugerir como un círculo vital del que no se pudiera salir, algo predestinado?
–En realidad mi intención era otra. Es cierto que ambas coinciden en ese espacio y en un momento vital similar, pero la intención de resolver sus conflictos para avanzar en sus respectivas vidas es totalmente consciente, es una decisión personal. Esa pulsión de vida es la que realmente me interesaba mostrar como autora. Después, el tiempo y el espacio que yo propongo en la novela fue más una cuestión de mi amor y mi admiración hacia esos dos lugares y sus gentes. Tenía muchísimas ganas de incorporar a Cádiz en mi literatura.
–Usted ha vivido en diversos países, y en la novela, en un momento dado, se lee: “Hago memoria de todas las veces que he cambiado de casa”. ¿Estamos ante una novela autobiográfica? ¿O las referencias más personales son solo un recurso?
–Pertenezco a una generación que vive en un mundo globalizado, que viaja no solo por placer o trabajo sino porque se siente ciudadana del mundo. Hay lugares comunes inevitables para todos, estemos donde estemos siempre nos unirán como seres humanos más cosas de las que nos separan. En ese sentido, la protagonista más contemporánea también participa de esos escenarios de vida de manera natural.
–Destaca el tono poético de las cartas, que parecen huir de lo coloquial incluso en una relación tan directa como es la de madre-hija. ¿Por qué se decanta por ese tono poético?
–El vínculo de amor entre una madre y una hija es tan primario que solo sé expresarlo desde la poesía. La poesía es la expresión más elevada que conozco, la más rica en matices. Tuve muy claro que el puente que podía unir o separar a ambas tenía que ser construido desde ese lugar. Es como describir el mar y sus estados a alguien que nunca lo ha visto. Solo la poesía podría ayudarle a imaginarlo.
–¿Qué aporta la poesía a su literatura?
–Libertad. La poesía es la respuesta a todo. Es el modo más libre que tiene la vida de expresarse en palabras, palabras que crean imágenes, imágenes que nos ayudan a comprender nuestras miserias pero también nuestras grandezas.
–Se dedica a ser coach humanista: ¿cómo se ejerce de entrenadora emocional en este tiempos de confinamiento?
–Trabajo desde hace años mis sesiones privadas de coaching por videoconferencia. Algo que hace apenas un mes aún constituía una rareza y que en este momento se nos muestra como una herramienta imprescindible para la comunicación. Por otro lado, vivimos un momento de intensidad emocional sin precedentes, una intensidad a nivel global que nos encierra como individuos frente a un espejo. Cuanto antes lo aceptemos, antes estaremos preparados para seguir evolucionando. Es el momento de reconocernos en las emociones, en todas, de naturalizarlas, de utilizarlas de catalizador para encontrar en ellas nuestra humanidad. Esta pandemia viene con muchos mensajes. Ninguna pandemia nos hizo mejores personas, ya lo éramos, las pandemias traen nuevas hojas de ruta, en nuestras manos está definir los nuevos pilares.
–Un par de consejos, y un par de lecturas, para este encierro.
–Yo miro mucho a la historia como fuente de aprendizaje, en ese sentido La Europa de ayer, de Stephan Zweig, nos muestra senderos ya transitados en el siglo XX desde una visión humanista y nos invita a aprender de los errores a los que el miedo, como antagonista de la responsabilidad, nos condujo. Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, para comenzar a tirar del hilo del mundo clásico tan apasionado con el hombre y el mundo y, por último, Biografía del silencio, de Pablo D’ors para adentrarnos en la versión más humana de cada uno de nosotros, la única que de verdad importa. Respecto a los consejos para este encierro, solo tengo uno: ayudar. Colaborar en la medida de lo posible. Como dicen mis padres “Si quieres ser un poquito feliz, ponte a ayudar”.
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