Algo más que pura abstracción
La ficha
Fernando Clemente. Mad. Antequera.
Eran los momentos finales del anterior siglo y los principios de la nueva centuria. El Arte necesitaba mucha más alegría que los sombríos planteamientos que mostraba. En la Sevilla artística de aquellos años, poco existía. Todavía se vivía de los esplendores mediatos e inmediatos. Todo era demasiado igual a todo. La poca frescura que aireaba el arte de aquel momento se podía encontrar en la descarada producción de tres jóvenes compañeros en la rancia Facultad de Bellas Artes de la capital hispalense. Eran Miki Leal, Juan del Junco y Fernando Clemente. Fundaron The Richard Channing Foundation y presentaban su obra en una recurrente "Sala de Star". Desde allí intentaban - y lo consiguieron - manipular las piezas adecuadas para que la casposa realidad de lo que ocurría en el arte sevillano cambiara, definitivamente, sus posiciones y enfilara unos horizontes mucho más diáfanos de los que, hasta aquel momento, existían. Fue tiempo de cierta locura, de muchos gestos canallas que, con un lenguaje ecléctico, entre lo pop y lo kitsch, tergiversaban los intereses de un arte pseudoficial, a los que ellos casi le sacan los colores.
De aquel tiempo a Fernando Clemente ( Jerez, 1975) sólo le queda el entusiasmo creativo y la pasión por una pintura que nada tiene que ver con lo que él y sus compañeros postulaban en sus extremas aventuras de entonces.
El artista jerezano, tras aquellas situaciones rompedoras, se decanta por una realidad abstracta en la que la perfección de la forma y el sentido de la racionalidad geométrica juegan - quién lo diría - un papel determinante. En su obra, la estructura cromática, la particular utilización de los elementos compositivos y la forma distributiva de los mismos, desarrollan una pintura entusiasta, que goza de los planteamientos tradicionales para conformar unos desenlaces pictóricos donde todo queda supeditado a la fuerza generadora de una geometría que, aun dentro de su racionalidad, deja abiertos ciertos resquicios para que se formule un personal tratamiento que rompe la rigurosidad de la fórmula empleada y da frescura a la propia estructura formal. De esta manera, el artista concede un mayor sentido a la pintura estricta, a la que convierte en poderoso instrumento que oferta su absoluta dimensión plástica.
En las obras de Fernando Clemente existe como una especie de confrontación de intenciones. Por un lado, los esquemas pictóricos se suceden con absoluta libertad, dejando que el sentido artístico del autor marque las pautas. Al mismo tiempo, parece como si el elemento conformador, la pintura, asumiera la necesidad de una estructura más cerrada, un geometrismo que marque territorios de sobriedad y un diseño modular que potencie ese sentimiento de estricta rigurosidad compositiva. Desde esos parámetros, con la búsqueda de unos postulados que hagan transitar por una pintura clásica en sus circunstancias morfológicas y abiertas en sus posiciones ilustrativas, el artista nos lleva por unos espacios abstractos donde la pintura formula su posición más pictórica, con unos juegos formales que buscan nuevos desenlaces. En sus obras nos encontramos con una especie de caleidoscopio que generan formas semiautomáticas, que posibilitan nuevas estructuras y que se abren a encuentros formales con otras situaciones. Por eso, junto a la pintura, a esos juegos de formas y colores, el artista sitúa otros elementos extra pictóricos que acentúan esa dimensión analítica y de búsqueda que se desprende del concepto artístico del artista.
De nuevo, el Mad de Antequera nos pone en la abierta sintonía del arte de los más jóvenes. Una idea feliz en la que la Diputación de Málaga ha creído y a la que Fernando Francés le ha dado su justa medida. De esta manera, la creación nueva tiene una iniciativa adecuada para encontrar canales por donde difundir sus inquietantes argumentaciones. Algo tan justo como necesario.
También te puede interesar