"El siglo XVI resulta maravilloso para contar historias"
rafael marín | escritor
En ‘Elsinor’ (Alamut), el escritor gaditano recrea la la leyenda que dio origen a ‘Hamlet’, con William Shakespeare y Kit Marlowe entre los protagonistas
–¿Por qué meterse en el jardín de Elsinor, que es el jardín de Shakespeare?
–Pues creo que en gran parte ha sido por deformación profesional. Lo he visto y leído tantas veces que al final imagino que es inevitable terminar buscándole un hueco. Sobre todo, porque era también una forma de explicarme a mí mismo el propio mundo de Hamlet y cosas que no entendía en la historia, como por qué no es el rey de forma automática siendo el heredero natural. Respecto a lo que he podido ir encontrando, y luego desarrollando, creo que he podido entender un poco más la situación política de toda la propuesta.
–Bueno, realmente, Shakespeare, como tantas otras veces, lo que hizo fue adaptar él mismo la leyenda escandinava.
–De hecho, donde yo me he inspirado es en la leyenda danesa que también se recrea en El hombre del Norte. La trama que todos conocemos aparece por primera vez, que sepamos, en la Gesta Danorum, con un príncipe que se finge loco (Amleth) ante el asesinato de su padre. Nadie inventa nada, como vemos en La Celestina y Los amantes de Teruel, o cualquier otra obra que pensemos que es original y no lo es.
–De hecho, el propio escritor aparece como personaje en ‘Elsinor’, lo que debe haber sido un gusto.
–Parece que la compañía de Los Hombres del Almirante actuó realmente en Elsinor y, cuando volvieron, se empezó a enhebrar la historia del príncipe Hamlet. En este caso, me permito juntar a William Shakespeare y Kit Marlowe, dos hombres de teatro con cierto pique entre ellos por ver quién va a contar esa historia. A Will, de hecho, lo llaman Horacio en la novela.
–La figura de Marlowe es más que sugerente.
–Kit Marlowe era ateo, homosexual, posible espía, diletante. Sirve muy bien para hacer el contraste con el chaval de pueblo nuevo en el mundo que al fin y al cabo era Will. Cuando él habla, el libro se ilumina. El sarcasmo de Marlowe se contrarresta con la ingenuidad de Shakespeare; mientras que la profundidad suena en voz de Amleth y la política en la de Coraambis, el gran manipulador... Y también están las voces de los dos monarcas, a los que hago gemelos.
–El juego de espejos shakespeariano a la máxima potencia.
–Entre muertos y vivos, entre ficción y realidad, entre verdad y mentira... También es muy común en la obra de Shakespeare que los pecados de un personaje terminen pasando a otro. Por ejemplo, los celos de Yago pasan a Otelo; la locura se Hamlet termina siendo la locura de Ofelia...
–Que es el personaje favorito...
–Es que este libro surge porque, sin esperarlo, Ofelia empieza a hablar. De hecho, en un primer momento yo intento que Amleth no se pronuncie, pero en cuanto empieza a hablar, sigue haciéndolo durante varios capítulos porque, en el fondo, es un filósofo. Una de las cosas que quise cambiar respecto al original es que aquí no se sabe desde el principio quién es el asesino: el fantasma del padre no sabe quién lo ha matado, y por eso Amleth va haciendo una especie de investigación por todos los posibles sospechosos, dudando, elecubrando y, muchas veces, causando el mal a su paso.
–Lo que desde luego uno no espera es que, entre en las canciones de Ofelia, salgan bulerías.
–Y rap. Ofelia canta y estudia el lenguaje de las flores. Y mientras yo también lo hacía, me dio por escuchar flamenco, que parte de cosas muy simples, que casaban con la sencillez de Ofelia.
–Entre ese juego de espejos están las figuras de Ole Lukoje y Ole Luk Oie. Sueño y Muerte.
–En realidad, son dos personajes de la mitología danesa. Daban muy bien como los dos payasos típicos del teatro isabelino pero, conforme va avanzando la trama, terminan dando mucho miedo. No descarto volverlos a llamar.
–Son realmente los tramoyistas. Uno tiene sed de sangre y otro, quiere un bardo para contar una historia y encontrar un nuevo nombre para Titania.
–“Siempre habrá gente que sueñe ese sueño”, y que contará en otra lengua esas historias, como hacemos nosotros...
–¿Qué se juntó en lo que hoy llamamos Shakespeare?
–Pues yo sigo creyendo que Shakespeare escribió todo lo que escribió. De vez en cuando hay monstruos que surgen y que nos dejan pasmados a los demás durante siglos y que ni ellos mismos sabían lo que estaban haciendo. ¿Cervantes tenía conciencia de lo que hacía? Probablemente, no.
–En ‘Elsinor’, casi todos los personajes dan su testimonio a favor y en contra del mundo del teatro, o de los fabuladores, ¿con cuál se queda?
–Yo soy muy teatrero. En Don Juan ya metía muchas puyas a poetas, aunque lo que yo escribo es al fin y al cabo prosa poética. Pero mi relación con el teatro es de amor continuado. Pude haber sido actor y no lo fui, pero me sigue fascinando porque el teatro es magia en el acto, delante de ti... Una obra es distinta en cada montaje, siempre vas a encontrar algo nuevo.
–Ha tratado el siglo XVI en ‘Don Juan’, en ‘Victoria’, ahora aquí... ¿qué tiene esta época?
–Es fascinante porque es cuando se crea Europa tal y como la entendemos. Están las guerras de sangre, las de religión, la protoglobalización... Es un tiempo maravilloso para contar historias. Ese y el final del siglo XIX, que explica mucho de este.
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