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Mapa de Músicas | Josu de Solaun. Pianista
Desde su regreso a España en 2019, si algo ha demostrado el pianista Josu de Solaun (Valencia, 1981) es que no se arruga con facilidad. Su último álbum para IBS lo demuestra. “Es lo más fuerte que he hecho yo y que creo que ha hecho IBS”, me dice por teléfono. Se trata de grabaciones de dos de los conciertos pianísticos más virtuosísticos del repertorio, el 3º de Rajmáninov y el 2º de Prokófiev.
–¿Cómo se le ocurre meterse en esto?
–Desde joven sentí una gran fascinación por el ámbito cultural ruso. Leí Crimen y Castigo jovencísimo y aquello me marcó. Además siempre estuve fascinado por el imperio bizantino y lo que es la placenta cultural greco-eslava, todo ese ámbito de difusión cultural del imperio bizantino, al que Rusia pertenece. A eso se une que estudié seis, casi siete años, con Nina Svetlanova, la ex-mujer de Svetlanov, el gran director de orquesta soviético, que era alumna de Neuhaus, el mítico profesor de piano, que fue el maestro de Gilels, de Richter, de Lupu... Ella me adentró muchísimo en el repertorio ruso. Además yo a los 15 años había tenido una especie de epifanía, casi mística, religiosa, cuando un compañero, Miguel Ángel García Cañamero, que hoy es el director del Coro Nacional de España, me dejó unos discos de Horowitz. Por entonces yo llevaba tocando el piano prácticamente ocho años, y no me imaginaba que ese instrumento podía hacer eso que escuché ahí. Horowitz, un ruso-ucraniano-judío, me fascinó de tal manera que hasta hoy sigue siendo como una estrella de oriente para mí. Recuerdo verlo tocar en Nueva York el 3º de Rajmáninov, que me causó una impresión fortísima. Yo viví en Nueva York desde los 17 años e iba habitualmente a unos cines en cuyos jardines había estado el escenario en que se estrenó ese concierto en 1909. Súmele que gané el Concurso de Praga tocando esa obra en la Final. Todo se unía. Es la obra que más veces he tocado con orquesta. Lo tenía que grabar. Pero, cómo. Y ahí entra Paco Moya, que había trabajado con la Sinfónica de Castilla y León para un disco con los hermanos Del Valle, y en la orquesta habían quedado tan contentos que le propusieron un nuevo disco y que él escogiera al solista. Me preguntó qué quería hacer. Le dije que el 3º de Rajmáninov y el 2º de Prokófiev. “Estás loco”, me dijo, y me colgó el teléfono. Pero luego se lo pensó y me dijo que venga, que íbamos adelante. El día en que nos vimos en el Auditorio Miguel Delibes para la primera toma estábamos blancos los dos. Teníamos tres días para enfrentarnos a esos dos monstruos.
–¿Y por qué el 2º de Prokófiev?
–Mi otro profesor no era ruso, pero tenía formación rusa. Era Horacio Gutiérrez, cubano, que había estudiado justo con el primer profesor de Horowitz, y él ha sido uno de los grandes intérpretes de esa obra: tiene una grabación colosal con la Orquesta del Concergebouw y Neeme Järvi. Yo crecí con ella.
La música de Rajmáninov mira hacia atrás, pero del mismo modo que Picasso, por ejemplo, mira a las máscaras africanas o Debussy al canto gregoriano
–Son obras diferentes: Rajmáninov mirando más al mundo del Romanticismo, Prokófiev, hacia el futuro del siglo XX.
–Eso se suele decir, pero yo no estoy muy de acuerdo. Hay sólo cuatro años de diferencia entre una y otra (1909-1913), por lo que son obras contemporáneas. Creo que el concierto de Prokófiev es en alguna manera respuesta al de Rajmáninov. Se suele anclar a Rajmáninov a una especie de pasado reaccionario. Pero no comparto esa visión. La música de Rajmáninov mira hacia atrás, pero del mismo modo que Picasso, por ejemplo, mira a las máscaras africanas o Debussy al canto gregoriano. Es un mirar hacia atrás, pero para renovar el presente. Las raíces de Rajmáninov se hunden en un pasado bizantino, litúrgico, ruso. En realidad, creo que él está inventando un nuevo tipo de progresión armónica. Su música es mucho más novedosa de lo que parece, pertenece también a esa especie de esencialismo, digamos, primitivista, que encontramos en el fauvismo o en el Stravinski de la Consagración. Es decir, una especie de pasado ancestral mítico que es algo así como fundacional de todos los nacionalismos, aunque en su caso se trata del pasado de una esfera cultural muy amplia dentro del mundo ortodoxo-bizantino. Y eso está también en Prokófiev. Hay algo en su 2º que mira también a un pasado ancestral ruso. Por ejemplo, en el tema lírico del cuarto tiempo. Ambas obras pertenecen además a una categoría de lo trágico, del fatum, del destino, yo creo que por la cercanía de Rusia con la cultura griega. Otro elemento en común que tienen es el virtuosismo y el colosalismo. El pianista casi como el superhombre nietszcheano enfrentado a dragones y mazmorras.
–No son conciertos habituales de los pianistas españoles...
– Soy el primer español que graba el 2º de Prokófiev. El 3º de Rajmáninov sólo lo habían registrado Alicia de Larrocha y Rafael Orozco.
–¿Había trabajado antes con la Sinfónica de Castilla y León?
–Nunca. Y fue toda una experiencia. Porque no hicimos ni ensayos previos. El primer contacto fue ya para empezar a grabar. Por suerte es el concierto que yo más he tocado y la orquesta me pareció impresionante. Se los sabían. Han hecho este repertorio. En mi opinión suenan como cualquier gran orquesta europea. Espero que ahora podamos colaborar.
–¿A Isabel Rubio, la directora, la conocía?
–Sí, pero la escogió la orquesta, porque les encanta trabajar con ella. Yo había hecho con Isabel justo el 2º de Prokófiev hacía poco con la Orquesta Nacional. Lo teníamos fresco, lo que fue al menos un alivio.
RACHMANINOFF 3 / PROKOFIEV 2
Serguéi Rajmáninov (1873-1943): Concierto para piano y orquesta nº3 en re menor Op.30 [1909]
Serguéi Prokófiev (1891-1953): Concierto para piano nº2 en sol menor Op.16 [1913]
Josu de Solaun, piano
Orquesta Sinfónica de Castilla y León
Isabel Rubio, directora
IBS Classical
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