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Una realidad artística para establecer diferencias

Paco Mármol ofrece un dibujo perfecto, clásico, elegante y definitorio

Paco Mármol posa ante su obra. / Julio González
Bernardo Palomo

19 de septiembre 2018 - 08:47

No podía ser de otro modo. Era de total justicia que Paco Mármol expusiera su espectacular obra en su ciudad natal. Antes lo había hecho en otras salas de importancia de la provincia y hasta en uno de los más bellos espacios que posee la Universidad de Granada, La Corrala de Santiago. Y es que este artista se lo merece todo. Es autor de un trabajo muy importante; ha evolucionado con certeza y sabiduría, afrontando cada una de sus etapas creativas con solvencia y dejando constancia de una realidad pictórica llena de contundencia formal, sensatez conceptual y convincentes registros representativos. Además, considero a Paco Mármol uno de los artistas gaditanos imprescindibles para saber a qué atenerse en unos momentos artísticos con muchos inconvenientes, demasiadas posiciones inestables y perspectivas de difícil acomodo. Su actual trabajo, después de un periodo en el que una abstracción particularísima, llena de efectos evocadores, protagonizará su modo creativo y, también después de un tiempo dedicado al diseño, se centra en una rotunda manifestación dibujística que nos hace situarnos ante un pintor muy importante con unas características especiales donde un dibujo perfecto, clásico, elegante y definitorio compone situaciones que desentrañan un concepto sabiamente estructurado y con determinantes líneas de significación.

Una cuidada exposición de dibujos realizados a bolígrafo BIC nos pone en sintonía con la obra de un Paco Mármol dominador, intérprete genial de un dibujo exquisito y sin fisuras; sabio transmisor de una figuración que él transmite con determinante potencial artístico. Como ya escribí en las anteriores comparecencias del artista, la muestra tiene dos estructuras claramente diferenciadas. Por un lado nos encontramos la ingente capacidad pictórica del artista, la fortaleza dibujística, la claridad representativa, la fina línea argumental que ilustra una realidad con sus máculas y sus problemas; un dibujo, en definitiva, llena de sentido creativo. Desde las difíciles posiciones constitutivas del bolígrafo, el artista gaditano impone una representación ilustrativa llena de dureza y fortaleza conceptual; una realidad que inquieta a la mirada, que abre expectativas y que no deja indiferente por su perfección y sus calidades. Una elegante línea dibujada que posiciona una serie de imágenes protagonizadas por un conjunto de animales formalizados con una pulcritud apabullante, una poderosa contundencia formal y un dominio absoluto de la ilustración de lo real. Junto a cada animal representado -león, tiburón, gorila, oso polar, tigre, águila imperial, rinoceronte, atún, orangután y elefante- Paco Mármol pinta una imagen simbólica del mismo que descubre y explica la realidad que sufre cada uno de ellos para que su existencia esté en cuestión y su final demasiado cercano. Y aquí reside la segunda intencionalidad del artista: plantear una fuerte denuncia social sobre la realidad de estos animales abocados a un final imparable.

El artista pinta las imágenes de forma minuciosa y una perfección formal absoluta. El espectador se siente abrumado ante tanto poder plástico. Cuando la mirada se acostumbra ante la perfección de lo concreto, capta muchas más situaciones. Se da cuenta de que no es un dibujo al uso, sino dificilísimas líneas dibujadas a bolígrafo, comprendiendo su dificultad y dejándose deslumbrar por la fortaleza de la composición ejercida desde tan complejo medio.

Desde ese segmento absolutamente dimensionado por la contundencia formal se accede a una realidad social de gran impacto, la desaparición paulatina y constante de una serie de animales en manos de ese depredador gigante y poderoso que es el hombre con el fin de beneficiarse de algunas de las partes de los mismos y comerciar con ellos.

Paco Mármol ofrece un concepto lleno de actualidad; no sitúa ante una problemática social que relata la dimensión esquiva de esta sociedad abocada a una inexorable descomposición. Lo hace con una obra que no deja resquicios para la duda. La realidad es planteada en toda su crudeza, en su aspecto más descarnado. Lo hace gracias a un pintor con las ideas muy claras; claras en cuanto a lo social y claras sobre lo que es un arte que el posiciona para que todos sepamos que, en medio de tanta espuria soflamas sin sentido, todavía, existe un arte para creer en él y convencernos de su aplastante modernidad. Estamos ante un artista imprescindible, justo y necesario. Un artista en quien seguir creyendo.

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