Rodrigo Blanco Calderón: “No soy optimista respecto a Venezuela, pero prefiero no pensar mucho en eso”
Entrevista
El escritor caraqueño presenta la próxima semana en Málaga y en Sevilla su nuevo libro de cuentos, 'Venecos' (Páginas de Espuma), una mirada a la emigración venezolana desde sus manifestaciones más rutinarias en personajes cotidianos, a través de la distancia y la identidad
El dedo en la llaga
De registro popular, el gentilicio veneco es utilizado a menudo fuera de Venezuela con un matiz despectivo, lo que lleva a muchos venezolanos a adoptarlo a modo de reivindicación propia. Ahora, Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981), adopta la fórmula para su nuevo libro de cuentos, Venecos (Páginas de Espuma), en el que desfilan personajes atravesados por la emigración, la distancia, la identidad y el desarraigo. Nacionalizado español y residente en Málaga, Blanco Calderón es uno de los valores más firmes de la literatura contemporánea en lengua española, reconocido con premios como el de la Bienal Mario Vargas Llosa, el Prix Rive Gauche à Paris y el O. Henry Prize en EEUU. Autor de libros de cuentos como Los terneros y de novelas como The Night y Simpatía, Blanco Calderón es dueño de una obra libre, reconocible y precisa, traducida a una decena de idiomas. La próxima semana presentará Venecos el miércoles 5 de marzo en la Librería Luces de Málaga en conversación con Antonio Soler, y el jueves 6 en la Librería Palas de Sevilla de la mano de Gonzalo Núñez.
Pregunta.Los cuentos de Venecos fueron escritos a lo largo de una década. ¿Qué criterios tuvo en cuenta a la hora de reunirlos?
Respuesta. Es cierto que es un periodo inusualmente largo. Escribí el más antiguo en 2014 y el más reciente en 2024. Ninguno de mis libros de cuentos anteriores abarca tanto tiempo. Pero yo siempre digo que escribo cuentos, no libros de cuentos. Fui escribiendo cuentos, publiqué algunos en revistas y antologías y, cuando me puse a revisarlos, encontré en algunos ciertas afinidades. El primer criterio a la hora de seleccionar entre mis cuentos es que me gusten. No pienso en temáticas ni en ideas de conjuntos, solo en lo que me tocan, en lo que me mueven. En este caso, una vez hecha esta criba, reparé en que en casi todos los protagonistas eran venezolanos, o en el extranjero o en Venezuela, pero siempre en torno al tema de la emigración. Pero me gustó comprobar que no había ninguna reflexión profunda sobre la cuestión, la emigración quedaba abordada desde la vida cotidiana de los personajes, que es lo que me interesa. A partir de ahí afiné más el proceso de selección.
P.A pesar de ese signo común, hay una variedad amplia de personajes en cuanto a edad, sexo y otras condiciones. ¿Es algo premeditado, o espontáneo?
R.Para empezar, en Venecos hay más voces y protagonistas femeninas que en cualquier otro de mis libros. De eso me di cuenta después de armar el conjunto, no fue nada deliberado. Pero lo cierto es que buena parte de los cuentos nacen de historias que me contaron una amiga, una ex pareja, una colega del trabajo, en fin, las mujeres a las que conozco. Y siempre que escribo un cuento a partir de una historia que me cuentan, procuro mantenerme lo más cerca posible del modo en que me la contaron, que el tono sea fiel a la voz original. Luego vienen los adornos, los aparatos, las circunstancias de cada personaje, pero para mí el principal problema es la voz, lo demás, después, casi viene solo. Si, por ejemplo, no sé captar bien la voz de una niña, todo lo demás se cae.
P.Sí se advierte una mayor intención a la hora de abordar la emigración en letras minúsculas, desde lo cotidiano de los personajes.
R.Sí, la emigración forma parte de esas experiencias colectivas que se traducen en emociones muy fuertes. Con respecto a Venezuela, la emigración es lo más traumático que nos ha pasado en los últimos años. Es cierto que se trata de una consecuencia de la dictadura, pero la dictadura ya quedó establecida allí, y así seguirá hasta que caiga; mientras tanto, el problema más grave al que nos enfrentamos es la emigración. Lo que a veces se olvida es que, ya sea bajo una dictadura o en otro país después de haber emigrado, la gente va a hacer todo lo posible por seguir viviendo su vida, como cualquier persona, aunque solo sea porque tiene esa obligación. Así que las historias que yo cuento tratan sobre personajes que tienen su vida cotidiana y en los que el trauma de origen emerge en momentos puntuales como una especie de resaca. Yo, por mi parte, emigré con unas condiciones privilegiadas, en avión y con una oferta de trabajo. Y luego, en Málaga, me abrieron los brazos desde el primer día. Luego, sin embargo, hay momentos en que te pasan ciertas cosas por ser emigrante, ya sean cosas más políticas o más personales. Y ahí sí sientes que todo se tambalea un poco.
P.Le preocupan las voces de sus personajes, pero ¿qué puede decir de la suya como autor?
R.Ahí la verdad es que no puedo decir mucho. Sé que tengo mi estilo, como cada escritor tiene el suyo, pero no soy muy consciente de eso. Lo que hago es prestar atención a la valoración de los lectores al respecto, me guardo esa información y así me entero, pero yo no soy nadie autorizado para hacer ese tipo de juicios. Tampoco soy uno de esos escritores que parecen tan preocupados por su estilo. Eso me resulta un poco raro.
P.¿Cuándo tuvo claro el título del libro, Venecos?
R.En cuanto identifiqué el patrón y los temas que trataba. Venecos es una palabra que se ha hecho muy popular en los últimos años, pero en su origen no tenía un matiz despectivo. De hecho, la primera vez que la escuché fue en Colombia, en 2013, en boca de unos amigos escritores colombianos, y la verdad es que me encantó. Después, en otros países donde tradicionalmente ha habido una mayor xenofobia contra los venezolanos, el término sí adquirió un matiz peyorativo. Pero lo cierto es que la palabra me sigue gustando. Me parece sonora, divertida, no la percibo como insultante. Y creo que como título funciona porque capta un momento concreto de mi país como una fotografía, además de todo lo que tiene de declaración de principios. Al final, que sea una palabra despectiva o no depende de la intención con que se usa. Por mi parte, no tengo una pasión nacional muy marcada, así que la uso sin problema.
P.¿Le inquieta que la distancia pueda prender esa pasión, o al menos una cierta identidad?
R. No me preocupa, aunque soy consciente de que, como dices, la distancia puede hacer aparecer ciertos sentimientos. Ahora bien, para mí es importante que no lo haga a través de la política ni de los conflictos con otros países. Reconozco que hay elementos que acentúan mi identidad venezolana, como la comida o la música, cosas que con la distancia uno magnifica. Cada día extraño poder comer un buen queso blanco venezolano. Pero, a nivel político, intento no responder a la xenofobia con más xenofobia.
P.Hace unos días vimos cómo el humorista venezolano George Harris era abucheado en el Festival Viña del Mar, en Chile, al parecer a cuenta de su origen ¿De dónde viene la intolerancia que en algunos países de América Latina perdura contra los venezolanos?
R.No tengo explicaciones de por qué en países como Perú y Chile la xenofobia contra los venezolanos ha sido tan fuerte. Y aquí hay que matizar, siempre, que no todos los peruanos ni todos los chilenos son xenófobos. Lo cierto es que tengo amigos que emigraron a Chile y les fue muy mal por esto. Sin embargo, en Argentina nos han recibido desde siempre muy bien. Pero, realmente, desconozco los motivos.
P.¿Cómo está viviendo los acontecimientos recientes en Venezuela?
R.Desde hace tiempo me ha salvado mucho la decisión de disociarme de lo que pasa en Venezuela. Estoy muy al día de todo lo que pasa, pero trato de verlo con distancia, sin angustiarme, sin pensar que a cada momento tengo que posicionarme. Eso ha sido fundamental para preservar mi salud mental. En esa decisión fue clave mi comunicación constante con mi familia en Caracas: a veces era yo quien les daba noticias de allí de las que ellos no se habían enterado, sencillamente porque habían decidido tomárselo todo con serenidad, y eso me ayudó muchísimo. A nivel político, yo tenía muy claro que Maduro no iba a soltar el poder; que, al contrario, iba a atornillarse más. No tenía ningún tipo de esperanza con las elecciones del 28 de Julio. Lo que sí me ha sorprendido ha sido el trabajo de María Corina Machado y su equipo, la reacción de buena parte de la ciudadanía y, especialmente, que pudiesen demostrar que habían ganado las elecciones, que Maduro las había robado. A partir de entonces han cambiado mucho las cosas. Antes, a nivel internacional, había mucha confusión y los demás países pasaban de puntillas por esto. Ahora todo el mundo tiene claro que se ha cometido un fraude. Por lo demás, no soy optimista respecto al futuro de mi país. Pero prefiero no pensar demasiado en eso. No puedo hacer nada.
"No soy uno de esos escritores que parecen tan preocupados por su estilo. Eso me resulta un poco raro"
P.¿En qué medida es usted un escritor español?
R.En diciembre de 2023 conseguí la nacionalidad y eso me ayudó mucho psicológicamente a generar arraigos. Al mismo tiempo, sin embargo, me siento como un impostor si digo que soy español. Pero es que yo no me siento tanto venezolano como caraqueño. Y, del mismo modo, aunque en los papeles diga que soy español, yo me siento principalmente malagueño. He fijado mi identidad de esta manera. De hecho, en Venecos hay un par de relatos ambientados en Málaga. Ese arraigo sí me gusta. Es más, me molesta mucho que alguien de otras regiones hable mal de Málaga.
P.En su obra, de hecho, las identidades locales prevalecen sobre las nacionales.
R.Claro. A ver, lo que yo conozco de Venezuela es Caracas y algunas ciudades a las que he ido de vacaciones o por trabajo. No mucho. Lo que conozco es mi ciudad. Y ahora en España me está pasando lo mismo. La noción de identidad circunscrita me gusta, principalmente porque la experiencia humana se da siempre en un contexto de vecindad, en distancias cortas.
P.Y ya que hablamos de identidades: ¿cuento o novela?
R. Cuento. En esencia, soy cuentista. Los tres primeros libros que publiqué fueron de cuentos, y mi primera novela nació de un cuento fallido. Me gusta escribir novelas, pero me veo a mí mismo como un cuentista prestado a la novela.
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