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El rostro de la historia

Los últimos regidores del Museo de Cádiz desentierran las singularidades de un hallazgo único en España y todo Occidente

La cabeza fue labrada con precisión bajo influencias helénicas.
Virginia León / Cádiz

27 de mayo 2012 - 05:00

Tras las duras facciones que dibujan el rostro del sarcófago masculino no se esconde el verdadero retrato de su morador. Tampoco su identidad. Pero resurge el espíritu del insigne personaje que desde la misma Fenicia mandó a importar el contenedor de su muerte o trasvase a mejor vida. Podría tratarse de un comerciante ilustre, miembro del clero, la alta aristocracia o la realeza. Nadie lo sabe aún. Como también se desconoce la organización político social de Gadir. Su hallazgo en la zona de Punta de Vaca hace siglo y cuarto -30 de mayo de 1887- se produjo en un contexto histórico desprovisto de la concienciación proteccionista del patrimonio. Pero los primeros estudios de los eruditos en la materia permitieron perpetuar muchos de los detalles que hoy afloran bajo su rostro. El rostro de una pieza histórica que ahora cumple 125 años, cuyo semblante sereno y reposado se posiciona todavía hoy, junto a la dama que le acompaña, en el emblema del Museo Provincial de Cádiz.

Diario de Cádiz se reúne a sus pies, en la sala de Colonización de la pinacoteca, con los dos últimos directores de esta institución, Juan Alonso de la Sierra, actual gestor, y Antonio Álvarez, ex director. Juntos desentierran los datos y curiosidades de un hallazgo de gran singularidad y sin precedente en la arqueología fenicia de España. "No solo fue singular por su localización en Occidente", lo que constata la relevancia de Gadir en el mundo fenicio, sino "que desató el interés por la historia fenicio púnica en España", esgrime el actual director del Museo, Juan Alonso de la Sierra.

En España y todo el mediterráneo occidental solo se han localizado los sarcófagos de Cádiz, "donde seguro que hay más", dicen casi al unísono. Su localización a seis metros bajo tierra hace pensar en otros enterramientos similares en la ciudad. "Si aparece otro sería bienvenido a la familia", comenta entre bromas el director del Museo de Cádiz.

En total son cerca de la veintena los ejemplares descubiertos por el resto del mundo, en su mayoría excavados en Sidón (El Líbano), así como en Palermo (Sicilia). Entre todos, hay uno que mantiene un gran paralelismo formal con el de Cádiz, "el que se exhibe en el Museo del Louvre procedente del Líbano", que fue descubierto veinte años antes que el gaditano.

La forma del rostro y el labrado de los rizos de su barba los acercan. Pero no es el único que comparte características con el antropoide masculino de Cádiz.

Solo hay cuatro sarcófagos que tienen representados los brazos. En el caso gaditano mantiene uno extendido, que en su día sostenía una hoja de laurel, y otro flexionado agarrando una probable manzana. "Cuando se descubrió se apreciaba el laurel policromado en rojo, un elemento asociado al poder", asevera Juan Alonso de la Sierra. Precisamente este simbólico objeto también lo acerca estrechamente a un sarcófago localizado en Sidón a principios de los años 60, siendo los dos únicos que parecen haberlo portado.

De pies a cabeza continúa el escáner fisionómico de la tumba del pudiente señor fenicio. Así, bajo la túnica representada asoman sus pies descalzos tallados en bajorrelieve, al igual que los brazos. "Calzaba unas sandalias, como dejan entrever los dedos separados", dicen.

Pero de todos los rasgos que contonean su imponente figura destaca la cabeza, labrada con una precisión exquisita. Así lo muestran sus cabellos y barbas amablemente rizados entre bucles propios del arte fenicio.

Dicen los expertos que su peinado es bien parecido al de obra de Hermes realizada por Alcámenes, discípulo de Fidias, "de la que se conserva una copia que formó parte de la decoración escultórica del Partenón", puntualiza de la Sierra de este busto erosionado en la parte facial superior.

"Es obra de artesanos fenicios al estilo griego", asevera, contundente, Antonio Álvarez, quien añade que vino por encargo desde Sidón, descartando completamente su elaboración en un taller local.

compuesto y sin huesos

El estudio del sarcófago antropoide fenicio masculino trasciende más allá del continente. En su interior no hay nada en la actualidad, pues los restos permanecen guardado en cajas "para una mejor conservación", señala Antonio Álvarez.

Él mismo procedió a su vaciado en los años 80, aunque por aquel entonces extrajo del sarcófago un esqueleto que no pertenecía a su verdadero dueño. Una anécdota, cuanto menos, sorprendente. Parece "que en uno de sus múltiples traslados se produjo la ruptura del cráneo, lo que llevó al cambiazo del esqueleto allá por los años 20". No desvela Álvarez el nombre del impulsor de semejante idea, aunque reconoce que un buen día fue analizado y localizado en el Museo el esqueleto del verdadero fenicio originariamente enterrado. "Francisco de las Barras fue el encargado de realizar el estudio antropológico en 1917", precisan. Si bien este Diario se hizo eco del primer estudio científico del esqueleto a cargo de Manuel Sánchez Navarro en febrero de 1890. Hablaba entonces de un hombre de aproximadamente 1,65 cm. Un hombre de poca altura, pero de las altas esferas, enterrado bajo el rostro que la historia de Gadir.

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