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El sabio relato que descubre una mirada

Artistas de Cádiz | Joaquín Hernández, Kiki

Joaquín Hernández, Kiki, es historia viva del periodismo gráfico gaditano

Kiki es un reportero gráfico sabio, lúcido y con la mirada escrutadora para saber conocer los perfiles de lo noticiable

Kiki muestra una de sus fotografías en la cámara a una familia de Walembele, en el norte de Ghana. / Eduardo F. Vazquez

Cuando nos encontramos con un fotógrafo importante, artista total que ejerce sin claros subterfugios la gran fotografía de siempre, se ponen de manifiesto los grandes males que tal expresión artística ha sufrido en los últimos tiempos por culpa de los esquivos asuntos que en ella han intervenido; asuntos manejados por los intereses de los manipuladores de lo artístico que han permitido que pobres desarrollos lleguen a ser considerados obras de arte superiores. Durante un par de décadas la fotografía fue llevada impunemente a un estamento poco claro, con ejercicios pobres de malos fotógrafos que, de buenas a primeras, eran elevados a la máxima categoría cuando su realidad era más que discutible. Durante muchos años se hizo mucha fotografía pero se realizó demasiada mala fotografía y lo peor de todo es que todo era promovido por los regidores –galeristas, directores de centros de arte, expertos en estética, críticos estrellas...– de un arte que, de esa manera, perdía infinitos enteros y perjudicaba a los buenos hacedores que encontraban, tangentes a su rigurosa obra, muchos advenedizos que en poco tiempo se creían herederos de Cartier Bresson.

Su apodo de cuatro letras encierra toda una vida dedicada a la fotografía en la ciudad de Cádiz. Kiki es historia viva del periodismo gráfico gaditano. Él ha puesto imagen a las noticias que los ciudadanos han leído durante varias décadas en el Diario de Cádiz. Ha sido relator de primera mano de la existencia cotidiana, captor privilegiado de lo más inmediato para hacerlo llegar de forma fehaciente; ha sido los primeros ojos de Cádiz ante lo que ocurría, la mirada objetiva que después la hacía ostensible al resto. Joaquín Hernández, Kiki, es un fotógrafo de raza; de aquellos que eran conscientes de lo que hacían, que dominaban el hecho fotográfico y que, además, cuando fue necesario, sabían establecer las realidades técnicas del laboratorio; en pocas palabras, lo que hoy no se hace, camuflándose casi todo tras los infinitos recursos que proporcionan las nuevas tecnologías.

Kiki, además de un reportero gráfico sabio, lúcido y con mirada escrutadora para conocer los perfiles de lo noticiable, es un fotógrafo fotógrafo; artista total que extrae del entorno la belleza de las cosas, de la gente, de la naturaleza, de las circunstancias sociales...; en definitiva lo que la mirada descubre entre la maraña existencial. Kiki es un fotógrafo auténtico, con mucho tiempo de profesión a sus espaldas, conociendo el medio de principio a fin y manejando la técnica desde las profundidades del sistema; no como ocurre con otros que ni siquiera se han adentrado por los primeros pasos del oficio.

Por el objetivo de Kiki ha pasado la historia de Cádiz y su gente; en sus imágenes se ha positivado la realidad social de una ciudad de muy amplia naturaleza a la que él ha captado su más inquietante conciencia. Pero su profesión no se ha detenido en los poderosos y necesarios sistemas de la fotografía periodística. Su pasión artística lo ha llevado a buscar los gestos más sencillos de la gente, las actitudes que marcan y diferencian, los colores de la vida, los signos de la existencia, los rostros de la realidad, los paisajes humanos con infinitos registros y máximos perfiles.

El historial artístico de Kiki es impresionante; con series que recogen los más diversos aspectos de la vida, de las personas, de los países, de la naturaleza, del folclore, de los paisajes, desde lo más sencillo hasta los esquemas más complejos de la existencia. En su haber sobresale un espíritu inquieto que lo ha llevado a adentrarse por territorios remotos donde, asimismo, ha descubierto la naturaleza de lo que aparecía ante el visor de su cámara. Los territorios inhóspitos de la Guajira cubana, sus personajes, la distinta medida del ritmo vital de la gente y la dureza de su propia existencia; los laberintos físicos y humanos de la Medina de Tetuán; los paisajes desorbitados de Shanghai; la India colorista, marginal y exuberante; la Colombia tan desconocida como cercana... son algunos de los muchos episodios de una carrera en la que la fotografía ha marcado desarrollos y desenlaces tan reveladores como apasionantes. Y además, su Cádiz natal; ese caleidoscopio vital que encierra las más inverosímiles perspectivas se han posicionado en la mirada de Kiki para ser trasladadas al imaginario de todos. La gente imposible de Cádiz; rostros anónimos que desentrañan la vieja y sabia historia de la ciudad; el Carnaval con sus poliédricos perfiles; el Cádiz, parcela emotiva del sentimiento gaditano; Mágico y su particularidad espiritualidad de dios popular... asuntos cotidianos a los que Kiki dota de imperecedera entidad artística.

La fotografía de Kiki está por encima y muy al margen de modas ficticias, de planteamientos espurios para enmascarar la realidad fotográfica, de imposturas y efectismos que a nada conducen. Su obras es serena; parte del conocimiento, del entusiasmo por la forma plástica, de la perspicaz mirada que descubre, del sentimiento enamorado de una profesión a la que ha dedicado lo mejor de su vida. La fotografía de Kiki es el testimonio de un acto que surge espontáneo, vivo y con vocación de permanecer eternamente. Es el gesto sublime de una emoción; el relato de un hecho que transcribe una realidad sabiamente percibida.

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