Cómics
Los chicos de la 619
Carmen Bustamante se sumerge en los Espacios de la memoria para recrearse en sus eternos y silenciosos paisajes marítimos, con losque ayer inauguró una nueva exposición en la sala San Nicolás del Castillo de Santa Catalina.
Un total de 40 piezas de todos los formatos integran esta muestra en la que el agua, la tierra, el aire y el cielo se erigen como los elementos incondicionales a la trayectoria de una artista que se crece en el instante que atrapa en cada cuadro, en la atmósfera que construye para él. "No me interesa tanto el paisaje como el ambiente que creo para un instante concreto, el que viene a romper la ola a la orilla para quedar en espuma, por ejemplo", explica pausadamente esta artista, cuyas palabras transmiten el mismo sosiego y tranquilidad que los escenarios que pinta.
Bustamante parte así de un paisaje a veces reconocibles en los elementos arquitectónicos que secundan sus impresionantes naturalezas, para zambullirse en ellas y expandir su imaginario pictórico hasta alcanzar el momento deseado. "Empiezo con un lugar concreto, bien sea una marisma, una playa de Marruecos, una vista de San Sebastián, del Puente Carranza, pero más allá de estos referentes arquitectónicos invento cuanto quiero en la obra", reconoce.
En este sentido su pintura que es figurativa pero de corte abstracto, bucea constantemente en la libertad desde la que monta sus escenarios inventados. "No hay nada que me guste más que la soledad del paisaje, el silencio, la paz y la tranquilidad". Por eso despoja sus lienzos y acuarelas de la gente, del bullicio, de todo lo que no sea más que la más estricta serenidad de la naturaleza y los deja solos. Es entonces cuando logra la perfección del instante que busca. "Es difícil decidir que un cuadro acaba, pero cuando esto ocurre ya no hay marcha atrás", comenta del proceso creativo.
La exposición que ayer abrió al público de la mano de la alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez, se articula en torno a varias series que la artista ha realizado en su experimentada carrera, alguna más reciente. Entre ellas figura la que ella denomina "reflejos", en la que recoge distintos momentos de la orilla con reflejos de paseantes. "De la persona no me interesa más que su reflejo", comenta en tono algo humorístico. También recoge piezas centradas tanto en la arena, como en la espuma de ese mar que tanto le inspira y tan bien plantea su obra, una serie de coloridas acuarelas de pequeño formato, "desde las que muchas veces encajo otro cuadro que surge de éste" y otra en blanco y negro, que particularmente apasiona a su artífice. "Algunas pertenecen a la exposición que realicé para el Museo sobre paisajes marinos pintados desde mi estudio -en la Alameda- en diferentes épocas del año".
Precisamente en ellos, como en todos, se aprecia el dominio o manejo que la artista realiza de esa codiciada luz de Cádiz, con la que a veces palidece o emblanquece el paisaje para inyectarlo de mayor serenidad. "Sobre todo me gusta captar la luz del invierno, que es más sosegada y silenciosa".
La paz invade así esta sala principal del Castillo de Santa Catalina, cuyas paredes rezuman Carmen Bustamante por los cuatro costados, pasando de la Caleta, a la Alameda, la Barrosa o Sancti Petri, hasta desembocar en la espuma esparcida de una playa cualquiera del sur. Son paisajes diversos, plurales, minimalistas que, reconocibles o no, hacen una "ininterrumpida llamada a la contemplación", como bien dice Ana Sofía Pérez Bustamante en el catálogo editado para la ocasión, en el que también participa el escritor jerezano José Manuel Caballero Bonald.
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