Sonido e imagen
Jazz
El pianista gallego Abe Rábade publica un excelente disco inspirado por el poder de evocación de los colores.
Un pianismo luminoso
La ficha
Tempo de Cor. Abe Rábade: piano / Pablo Martín Caminero: contrabajo / Bruno Pedroso: batería. Karonte, 2024.
Inauguró el Festival de Jazz de Buenos Aires el 21 de noviembre del pasado año, presentando en Argentina Tempo de Cor (Karonte, 2024), decimosexto álbum de uno de los pianistas más cualificados de la escena jazzística española: el gallego Abe Rábade. Un músico que ha sabido aunar en su discurso el patrón anglosajón, el influjo sinfónico y una transversalidad que lo ha conectado con poesía o formato audiovisual, sin perder nunca de vista sus raíces. Aunque si hubiese que decantarse por un formato que lo identificara, ese sería el de trío acústico, seguido por un piano solo donde también ha ofrecido espléndidas muestras de su valor creativo, sin olvidar un ámbito colaborativo cuya última evidencia se plasmó en el notable Americana (2024), registrado junto al guitarrista serbio Rale Micic.
Tempo de Cor lo presenta de nuevo en su estructura preferida, impulsado por un motivo conceptual que cohesiona el álbum: “siete temas originales inspirados por el poder de evocación del rojo, naranja, amarillo, verde, azul, púrpura y blanco invitan al oyente a dejarse bañar por un sinestésico juego que marida sonido e imagen mental”. De hecho, Rábade contó con la artista plástica Beatriz Saá para incorporar una base pictórica en su versión discográfica física, en soporte virtual y en el escenario. Ampliando las conexiones de su música, el cineasta gallego Alfonso Zarauza también se sumó al proyecto suscribiendo una versión audiovisual de Ollada Serena, una de las composiciones del pianista.
Musicalmente, Tempo de Cor juega con una sugerente paleta cromática que conjuga el dinamismo de la inicial Cúrcuma con otros capítulos de corte más intimista, de influjo bossa nova –con un audio sobre el amor de la psicoanalista brasileña Maria Homem incluido– o armónico como Vía Solleira, donde se acredita el ascendiente del coloso Keith Jarrett. En todos ellos domina el estilo preciso, emotivo y esencial de Rábade, acoplado con el contrabajo de Pablo Martín Caminero y la batería de Bruno Pedroso, ambos con voz y voto y junto a quienes trabaja desde aquel Zigurat (2011) que fuera elegido como mejor álbum de jazz en los Premios MIN de aquel año. Tempo de Cor no le anda a la zaga y bien merece ser señalado como uno de los álbumes más distinguidos de la reciente escena jazzística de nuestro país.
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