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¿Cómo sería el teatro?

enfoque de domingo · La huella de Gades en la ciudad

La intervención que actualmente se está llevando a cabo en las caballerizas de la Posada del Mesón permitirá descubrir una parte desconocida del diseño arquitectónico del coliseo

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T. García /V. León

17 de diciembre 2017 - 11:53

¿Cómo sería el teatro? La respuesta a esta pregunta se esconde bajo lienzos de historia escritos en piedra por diferentes culturas y se despeja con la destreza, paciencia y rigurosidad científica de los expertos y con la inversión económica de las administraciones públicas. ¿Cómo sería el teatro?, el Teatro Romano de Cádiz, es una incógnita cada vez más cerca de ser resuelta gracias a los últimos trabajos que se están llevando a cabo en el yacimiento que en este 2017 ha recibido la primera partida presupuestaria, 226.000 euros, de los 5 millones que se le han destinado de los fondos ITI (Inversión Territorial Integrada) para su puesta en valor hasta 2020. Sin duda, este año ha sido el año del coliseo más antiguo, y el segundo más grande, de Hispania.

¿Cómo sería el teatro? Juan de Dios Borrego es una de las personas que mejor puede responder a la cuestión puesto que lleva más de una década investigando los secretos que se asientan en el corazón de la construcción que se levanta frente al paseo del Vendaval, además de ser el arqueólogo al mando de las excavaciones en este teatro fechado a finales del siglo I a. C.

Excavaciones que, como ha podido saber este periódico a través de la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, se sitúan ahora mismo bajo techo, en la antigua caballeriza de la Posada del Mesón, y cuyos resultados permitirán conocer en un futuro próximo el diseño arquitectónico de este edificio en una zona muy interesante y desconocida, la comunicación de la galería anular (el túnel que es visitable) con la orchestra y el exterior del teatro, ya que los diseños utilizados por los arquitectos romanos para resolver la configuración de estos espacios fueron muy variados, llegando incluso a tenerse en cuenta la configuración topográfica del entorno para darle la solución más adecuada.

Así, y aunque el estado actual de esta investigación no permite adelantar todavía conclusión alguna, sí se espera que estos trabajos también ayuden a valorar el grado de conservación de esta zona del teatro y a esclarecer la relación con otras estructuras arquitectónicas romanas ya conocidas como las situadas bajo la Casa Estopiñan y el Palacio de la Contaduría.

Eso sí, desde Cultura reconocen que el ritmo de las excavaciones va más lento que en experiencias anteriores ya que esta intervención va por debajo de los niveles de cimentación de edificaciones que actualmente se encuentran en uso, con lo que ha sido necesario realizar previamente el desmonte y derribo de algunas estructuras arquitectónicas.

Esta actuación arqueológica, junto con el levantamiento topográfico y de alta definición del yacimiento mediante láser escáner 3D, corona las intervenciones de la primera fase de actuación en el Teatro Romano que ya ha dado sus frutos con los trabajos en su área exterior, en el graderío que Diario de Cádiz recorre de la mano de Juan de Dios Borrego.

Así, hace unos meses se descubrieron dos filas más de gradas, además, en muy buen estado. Se trata de las primeras filas de la ima cavea que, a su vez, va precedida de un escabel (reposapiés) cuya orilla termina en el praecinctio (pasillo). Un hallazgo que también arroja luz sobre este interrogante que planteamos de cómo sería nuestro teatro puesto que con esta excavación ya se puede ver toda la sección completa de la cavea, desde el frente escénico hasta la zona superior. Una visión completamente despejada tras la retirada de la grúa que durante 5 años ha impedido ver el tramo de escalera en el eje descubierto en el año 2000 por el arqueólogo Ramón Corzo, tras el que el experto de la Universidad de Cádiz Darío Bernal excavó en la zona de la proedria.

De esta forma, con Borrego de cicerone es fácil viajar en el tiempo y hasta conseguir ver cómo los designatores (los acomodadores en época romana)llevaban a los altos magistrados de Gades a sus sillas de tijera situadas justo en esta proedria, bien cerquita del escenario para que no se perdieran un detalle; cómo los equites (caballeros), que poseían cierto patrimonio u ostentaban cargos políticos y administrativos, se sentaban en las 14 filas de la ima cavea; o los ciudadanos libres en algunas de las localidades de la media cavea, que estaba dividida por una especie de podium que no se conserva.

Pero no nos cuesta imaginar lo que ya no existe con las explicaciones del arqueólogo. Así, como el azote del tiempo sólo nos ha dejado hasta la mitad de la media cavea ya que el resto del graderío se lo ha tragado el mar, tenemos que proyectar con la mente las cinco filas que formaban la summa cavea que era ocupada por los peregrinos (extranjeros), por las personas que no iban adecuadamente vestidas para acceder a otras partes del teatro y por los esclavos. Un poco más arriba, en el pórtico, se relegaba a las mujeres, a todas, ya fueran esposas o hijas de magistrados o de pescador, ya que se pensaba que había que preservar "su pudor y su inocencia" frente "a los movimientos lascivos" de los actores en el escenario.

Diez mil almas, se calcula, se daban cita en el Teatro de Balbo para ver, en un principio, tragedias y comedias (géneros más elevados porque el objetivo original del teatro era el de culturizar al pueblo) que pronto degeneraron en géneros más populares como mimos y pantomimos e incluso, cuando comenzaron a actuar mujeres, se empezaron a coronar las representaciones con la nudatio mimarum (un ¡que se desnuden! de la época).

Un teatro repleto de Historia y de historias como las que guardaría aquel otro coliseo anterior de madera y desmontable que tenía Cádiz en el año 43 a. C. según cuenta Asinio Polión en su carta a Cicerón, donde dice que Balbo hizo quemar vivo a un actor por ser muy feo o que el mandatario se emocionó y lloró en la representación de una obra sobre sus peripecias durante las guerras civiles, de hecho, también se cuenta que Balbo regaló al actor Herennius Gallo un anillo de oro en agradecimiento.

Diez mil almas, baraja Borrego sobre el teatro conservado cuya construcción oscila entre los años 25 al 19 a. C., que se maravillarían ante la visión de un coliseo con una ostentosa escena y llena de los colores que, según se presupone, le impregnarían el amarillo del alabastro, el africano negro con mácula roja, el azul del bardiglio, la brecha coralina, el biancoynero, el pórfido verde y el rojo junto al blanco del mármol de Luni o en su variedad azulada con la que estaba hecha el balteus (la baranda que separaba la ima cavea de la proedria).

Un imponente teatro de 400 pies de diámetro (118 metros de fachada a fachada) marcados, como todos los teatros romanos, por el diseño de la orquesta, de 100 pies (29,57 metros que incluyen la proedria, el balteus y la orchestra propiamente dicha), y con 30 metros de altura. Un coliseo que se construyó sobre un acantilado que asomaba al mar, aunque todavía sigue siendo una incógnita (una bien difícil de resolver ya que se ha perdido el nivel de suelo de la época romana) si a su espalda se extendía inmediatamente el Atlántico o si la ciudad aún se prolongaba hacia el oceáno algo más. Lo que sí parece seguro es que la parte alta del teatro (summa cavea y la mitad de la media cavea) la engulló el mar.

Sin embargo, hoy día, como le hemos ganado terreno a las aguas con el Campo del Sur y el frente del Vendaval, los ciudadanos podrán tener una visión externa del edificio gracias a una gran pieza basamental que se colocará en la que será la segunda fase de los trabajos en el Teatro Romano junto con la restauración y conservación del graderío y la ampliación del Centro de Interpretación de Visitantes, un lugar por el que este año (a fecha de 11 de diciembre) han pasado más de 99.700 personas -una cifra cercana a los 100.000 usuarios con los que contaba el teatro antes de su reapertura- y donde los que gustan echar la vista atrás para poder mirar con claridad hacia delante podrán encontrar respuestas a algunas de sus preguntas. La nuestra, ¿cómo sería el Teatro de Gades?

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