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"Lo más terrible es lo que ocurre en Palestina cuando no pasa nada"

Barataria recupera 'Palestina. El hilo de la memoria', una obra de la actual presidenta de turno de RTVE, en la que explica las raíces del drama de un pueblo a través de distintos testimonios y su propia experiencia

La escritora y periodista Teresa Aranguren, en una imagen reciente.
Tamara García / Cádiz

29 de abril 2012 - 05:00

La madeja que envuelve este Palestina. El hilo de la memoria son vivencias propias y la transmisión de las vivencias de otros. Pequeñas historias que tiran de la gran historia, la de un pueblo olvidado, expulsado, ignorado. La de su lucha, su resistencia. La que los hace libres en el cautiverio y fuertes en su debilidad. Teresa Aranguren lo cuenta como lo hace una buena escritora, como una buena periodista. Con un tono exquisito y veraz, emotivo y rabioso. Lo hizo en 2004, cuando la obra salió a la venta. Esta reedición de Barataria es necesaria. Para recordar y actuar.

-Lamentablemente, lo que cuenta sigue estando de actualidad.

-Era una de las intenciones del libro, dar las claves de la raíz de lo que llamamos conflicto palestino-israelí y que ayudan a entender la noticia que vamos a ver hoy, la que habrá mañana y pasado mañana. Desgraciadamente, el tema sigue de actualidad porque no han cambiado los planteamientos en el modo de afrontarlo desde quien podrían hacer que se caminase hacia una solución. Seguimos en la misma dinámica de negar los derechos de los palestinos, negar su historia, negar su identidad y seguir presionado siempre a la parte débil, ofendida, al ocupado y no al ocupante y manteniendo un status de total impunidad con respecto a Israel, que no se ve forzado a cumplir con las resoluciones de la ONU.

-¿Cuál cree que es el modo de que se tomen en cuenta?

-Pues la clave está en que haya determinación política por quien puede imponer el cumplimiento de las resoluciones de la ONU. Tenemos experiencias de algunas muy dramáticas, incluso se ha llegado a invadir y destruir países en función de que se alegaba de que no se estaba cumpliendo una resolución de la ONU, me estoy refiriendo al caso de Irak. Lo dramático en Palestina es que la responsabilidad del drama se generó por los intereses europeos de Francia e Inglaterra. Ellos permitieron y potenciaron el expolio de Palestina tras la I Guerra Mundial. Y esa dinámica ha continuado. No hay ninguna determinación política para hacer que Israel se someta a la legalidad internacional y eso que Israel que fue creado por una resolución de la ONU. Nunca se ha tomado ninguna acción concreta sólo hubo un intento, algo parecido a tomar una decisión, cuando en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991 el gobierno israelí, entonces gobernado por Isaac Shamir, del Likud, se negaba a venir y hubo una llamada de teléfono del secretario de Estado de entonces, James Baker, amenazando con bloquear los créditos, creo que eran 10 millones de dólares para la construcción de viviendas en Israel, y bastó esa llamada para que el gobierno israelí viniera a esa conferencia de paz. A partir de ahí no ha habido ningún tipo de presión económico, política o diplomática que fuerce a un cambio de actitud en el gobierno israelí.

-¿Por qué no existe esa determinación?

-Creo que hay una confluencia de factores. Uno de ellos es que los palestinos son una parte muy débil, por no tener no tienen ni petróleo, no tienen ejército y no tienen tampoco capacidad porque, por desgracia para ellos, el mundo árabe ha estado muy dividido y muy debilitado durante todo este tiempo y no ha habido tampoco una posición clara y determinada de defensa de la causa palestina por su parte ya que, en su mayoría, dependían de ayudas económicas de Estados Unidos. Esa situación puede cambiar a partir de lo que está ocurriendo en el mundo árabe ahora, pero eso lleva años por delante. Y otros factores son también la fuerza de la opinión pública del lobby pro-israelí en Estados Unidos que condiciona mucho las actuaciones de los sucesivos gobiernos y presidentes de Estados Unidos. Es una fuerza que sobre todo se traduce en generar opinión. Hay más factores pero habría que mencionar también el factor de la mala conciencia de Europa con respecto a algo que fue un crimen europeo, el nazismo y el exterminio de los judíos europeos. Fue algo que hizo Europa, ocurrió en Europa, les ocurrió a ciudadanos europeos, porque no hay que olvidar que las víctimas del nazismo fueron los judíos europeos, y que se descarga sobre las espaldas de un pueblo totalmente ajeno a lo que ocurrió en Europa como es el pueblo palestino. Y esa mala conciencia Europea lleva a hacer callar muchas voces. Ejemplo, lo que está ocurriendo ahora mismo con Günter Grass, que dice algo que casi todos los políticos europeos saben y que está confirmado por los hechos de la reciente historia.

-Habla en el libro de cierta hipocresía en el lenguaje que escuda, a veces, muchas acciones o inacciones.

-La degeneración del lenguaje. Utilizarla cuestión palestina en vez del drama palestino, no utilizar el término limpieza étnica para lo que ocurrió en el 48, el silencio que se ha mantenido pese a estar documentada la expulsión en masa de toda una población.

-Una expulsión camuflada con la palabra éxodo.

-Sí, se suele decir éxodo pero es aún más aberrante que muchos protagonistas israelíes la niegan pese a estar documentado por actas de Naciones Unidas, por testimonios de militares israelíes... Sin embargo, qué poca gente en la opinión pública tiene conciencia de aquello. Muchas veces el mejor modo de ocultar la realidad de los hechos, es enredarla, tejer una especie de telaraña, de medias verdades, de silencios y con respecto a lo que ocurrió y sigue ocurriendo en Palestina, se ha tejido esa telaraña y hay mucha gente que ni siquiera tiene claro que los habitantes de Palestina estaban ahí, que Palestina era una tierra con un pueblo y que fue desalojado por gente que venía de fuera para crear otro pueblo.Esa primera, terrible y atroz injusticia que se cometió en Palestina no está en la conciencia de la gente.

-Esa telaraña se tejió también mediáticamente con la cobertura de Camp David.

-En eso hay una responsabilidad enorme en los medios de comunicación. Todos tenemos en la memoria el titular standard de esos días: Los palestinos rechazan una generosa oferta del gobierno de Israel. Y lo que rechaza Arafat en ese momento no es otra cosa que la capitulación y la rendición total de la causa palestina. Pero, ¿cuál fue el mensaje que se transmitió? Pues una especie de cerrazón de Arafat, que si han tenido un dirigente dispuesto a dialogar fue Arafat. Lo peor es lo del lenguaje, que se considera normal. Por ejemplo, para informar de la última invasión de Líbano, la de 2006 por parte de Israel, se hablaba constantemente del derecho de Israel a la defensa, lo mismo cuando los bombardeos de Gaza... Hemos tergiversado tanto el lenguaje que las constantes acciones ofensivas y de conquista se engloban en la defensa de Israel o se dice operación de replesalia al bombardeo de un barrio de un campo de refugiados, o decimos asesinato selectivo, cuando el asesinato es asesinato.

-¿Unos muertos pesan más que otros?

-Sin duda. Lo terrible de lo que ocurre día a día en Palestina es que no somos conscientes de lo que ocurre cuando no pasa nada, es decir, nada que merezca un titular de prensa. Y lo que ocurre cuando no pasa nada es la situación de acoso permanente en la vida cotidiana. Y un muerto hoy en Gaza no es merecedor ni de un breve en un periódico, cosa que no ocurre cuando es un muerto israelí. Y yo creo que tendría que ser titular el muerto palestino y el muerto israelí.

-A su juicio, ¿hay luz para la resolución del conflicto?

-Ahora mismo tenemos muy poca luz en todo el mundo. Pero, en este tema concreto, lo que me parece más peligroso es que la sociedad israelí está en un proceso de fascistización gravísimo, en ese sentido, es demoledor pensar que la operación de bombardeo sobre Gaza en 2008-2009, la operación Plomo Fundido, contaba con la aprobación de casi el 90 % de la población israelí. Pero para mí el elemento de esperanza está siempre en la capacidad de resistencia de la población palestina y de seguir manteniendo su identidad como pueblo pero, sobre todo, sus valores. Los que hemos estado por allí tenemos la sensación de impotencia porque has asistido a un bombardeo o a unas semanas de cierres de territorios, de toques de queda y, finalmente, quienes te animan son ellos. Tienen una enorme cohesión social y unas redes de solidaridad interna enormes. En Palestina, con todo el estrangulamiento económico que están padeciendo desde hace años, no hay niños abandonados a su suerte. Y eso los mantiene vivos y los mantiene como pueblo. No consiguen destruirlos y esa capacidad de no dejarse destruir es la fuente de la esperanza.

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