"Hay que tratar los cañones con técnicas de arqueología industrial"

El arqueólogo, historiador e ingeniero naval Antonio Ramos Gil explica los pasos que sigue el equipo que se encarga de consolidar las piezas halladas en Canalejas

Un operario trabaja desde Navantia en la desconcreción de los cañones.
Virginia León / Cádiz

08 de febrero 2011 - 05:00

De tres calibres distintos son los 16 cañones hallados en las obras de Canalejas, que ahora se someten al proceso de consolidación que dirige desde las instalaciones de Navantia el arqueólogo, historiador e Ingeniero Naval, Antonio Ramos Gil. "De a doce, a dieciocho y a treinta y cuatro libras" puntualiza antes de explicarlo. "El calibre se nombra en función al peso de la bala que se dispara", comenta este experto en este pesado material de artillería. No en vano dedicó varios años de su trayectoria a la investigación de cañones, para afrontar la tesis que realizó sobre cañones y esquinales de hierro fundido, de la que esta tarde pronunciará una conferencia en el Casino Gaditano.

Aparte del calibre, apunta que el peso de cada uno oscila entre 1.800 y 2.200 kilos y la longitud, entre 2.10 y 3.20 metros. Son las características técnicas de las que a priori habla el arqueólogo, ya que aún no se ha procedido a un estudio en profundidad. Lo que sí han comenzado son las labores de limpieza. "Ahora estamos en la fase de desconcreción de los cañones". Un sistema que se está realizando acorde al tipo de pieza que es. "Se trata de un producto industrial y por tanto hay que tratarlo dentro del ámbito de la arqueología industrial", dice.

Concretamente, se está realizando la desconcreción de toda una serie de cantos rodados, trozos de ladrillo, arena y cal. "Han estado dos años a la intemperie y se ha producido un proceso de oxidación posterior a la exhumación del yacimiento", señala. "Esto nos va a complicar la tarea, pero se consigue con una serie de medios mecánicos para que se produzca el descascarillado". Después se utilizan técnicas de aire a presión. "Se hace mediante chorreo de arena o de granalla". Eso sí, comenta, "se trata de un granallado suave que no deteriora el material".

Una vez limpio de lo adherido se llevará a cabo la imprimación antioxidante, que permite "transformar el posible óxido en una especie de pavonado negro". Posteriormente llevará una mano de imprimación en negro y, por último, se le dará una impermeabilización con un barniz de poliuretano, "aunque aún tenemos que hacer pruebas". Un proceso que se llevará a cabo tanto en el exterior como en el interior, el ánima, donde se estudiará la posible existencia de vestigios de la época como cerámica o monedas.

Son los pasos necesarios, explica el experto, para protegerlos de las inclemencias meteorológicas, una vez que vuelvan a lucir al aire libre. Y aunque todavía se desconoce en qué fortaleza, baluarte o espacio se harán hueco, sí que aconseja dotarlos de la cureña o el carro de cuatro ruedas en que originariamente se apoyaban estos cañones.

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