Vaiana sigue deslumbrando: segundas partes pueden ser buenas

El más rentable de los grandes Disney post-Walt en su estreno en salas y más visto en la plataforma Disney +, Vaiana, fue una película brillante, encantadora, divertida, imaginativa, con excelentes hallazgos visuales y una muy buena banda sonora con estupendas canciones de Lin-Manuel Miranda. Situada en la nueva línea de heroínas empoderadas que ya no dependen del beso del príncipe para resucitar o despertarse y de que el zapato de cristal se ajuste a su pie. Así fueron naciendo las heroínas de La sirenita, Pocahontas, Mulán, Frozen y esta triunfal Vaiana. Ahora se retoma este personaje -lógico, dado el dineral que produjo y sigue produciendo- añadiendo nuevos personajes (la hermana pequeña de Vaiana es el mejor acierto entre otros muchos y muy divertidos) embarcándola otra vez en un peligrosísimo viaje, siguiendo la voz de sus antepasados, para romper una antigua maldición.

Iba a ser una serie para la plataforma Disney, pero el inagotable éxito de la anterior aconsejó, con acierto, convertirla en un largometraje. Ya vendrá después la serie y la película con imágenes y actores reales. No solo ha acertado la productora al destinarla a salas, también lo ha hecho el trío de directores formado por David G. Derrick Jr., Jason Hand y Dana Ledoux Miller que logran igualar a la primera tocando todos los resortes que la convirtieron en un éxito y añadiendo las novedades suficientes argumentales y técnicas -es visualmente deslumbrante- para evitar el estiramiento puramente comercial que renuncia a la creatividad. La hay. Y mucha. Dosifican humor, aventura, emoción, el necesario punto de terror y zozobra, buenos sentimientos tradicionales (sacrificio, heroísmo, triunfo del bien sobre el mal) y modernos (empoderamiento, respeto a las culturas antes consideradas primitivas).

La música vuelve a ser de Marc Mancina pero las canciones -tan importantes en una película que como todos los Disney es un musical- son esta vez de las ganadoras del Grammy Abigail Barlow y Emily Bear, que logran que no se eche demasiado de menos a Miranda. Un espectáculo visualmente deslumbrante que gatopardescamente cambia cosas para que todo siga igual, es decir, para que la segunda entrega de Vaiana sea tan buena como la primera. O casi.