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El vivo retrato de Luis Gonzalo

Arte

Abre en la avenida de Andalucía el Centro Cultural, Artístico y Científico Luis Gonzalo, un espacio forjado a imagen y semejanza del pintor y que muestra parte de su obra y de sus inquietudes

En la memoria del artista

Una de las piezas que interpretaron las bailarinas del Centro de Danza El Garaje, de Pablo Fornell, ante las pinturas de Luis Gonzalo. / Lourdes De Vicente

La sensación al entrar en el nuevo Centro Cultural, Artístico y Científico Luis Gonzalo, aun haciéndolo en el multitudinario día de su inauguración, es que ha sido el propio pintor quien ha decidido qué disponer en este espacio y cómo hacerlo. Ahí está una parte de su profusa obra pictórica, una mínima pero destacada selección de cuadros, tejidos y cerámicas pigmentadas que vienen a demostrar que Luis pintaba tal y como vivía: con luminosidad, con una paleta de colores envidiable, con unos trazos vitalistas y con infinitas ensoñaciones camufladas tras cada pincelada. Un centro, por tanto, forjado a imagen y semejanza del siempre inquieto artista jerezano, un espacio creativo que es como su vivo retrato.

Su mujer María Teresa y sus hijas, Belén y Maite, cumplieron ayer de alguna manera, de muchas maneras, esa vieja aspiración de Luis Gonzalo de que su obra pudiera verse en algún espacio de la ciudad de Cádiz, donde se estableció allá por 1972, al igual que deseaba que también fuera accesible en su ciudad natal, Jerez, donde su familia proyecta la apertura de un espacio similar al inaugurado ayer tarde en la capital gaditana.

Porque más allá de servir de espacio expositivo para su obra, el Centro Luis Gonzalo, en la avenida de Andalucía 21, tiene también como objetivo convertirse en un lugar en el que se puedan impartir cursos, talleres, un lugar en el que los más pequeños puedan descubrir sus propias inquietudes artísticas y calibrar, de manos expertas, su valía creativa. Para ello se ha reservado un espacio luminoso al fondo del local, con una amplia cristalera que da a la calle General Ricardos y junto a la que se encuentran dos mesas de trabajo, caballetes, pinceles, paletas de colores y algunas chaquetillas para protegerse de manchas y salpicaduras de pintura.

Y si algo más pudo soñar Luis Gonzalo para el día de la inauguración de este espacio con su nombre fue que en ese momento su familia se encontrara arropada por amigos, concejales y otros cargos públicos de tantos colores políticos como sus propios cuadros tienen, de representantes del Ateneo, de las distintas academias con sede en Cádiz y a las que también pertenecía, de la Universidad en la que forjó sus patentes...

El espacio se quedó pequeño y la acera de la Avenida se llenó de personas que fueron accediendo al centro una vez acabado un acto, sencillo y emotivo, que comenzó con dos pequeñas coreografías de danza interpretadas por bailarinas del Centro El Garaje, que dirige el gaditano Pablo Fornell. Dos piezas de gran plasticidad que interpretaron frente a uno de los cuadros más espléndidos de Luis Gonzalo: su particular versión de ‘La carga de los mamelucos’, la foto fija que Goya hizo del cruento 2 de mayo madrileño de 1808.

Sus hijas Belén y Maite fueron las encargadas de poner voz, en ocasiones entrecortada por la emoción, a las intenciones y los objetivos de la familia, que se ha propuesto perpetuar el legado pictórico de Luis con este espacio. “Hoy mi padre está aquí; nunca faltaría a un acto de estas características”, dijeron sus hijas, que resaltaron la apuesta de su padre por “la concepción griega del arte”, por “la expresión conjunta de las distintas disciplinas artísticas” y, en definitiva, por la capacidad del arte para crear emociones y sentimientos: “El arte no cura ni repara, pero restaura la conexión con el alma”.

También intervinieron desde el atril José Almenara, presidente del Ateneo de Cádiz, que realizó una semblanza de Luis Gonzalo a través de su vida, su formación académica y artística y su producción pictórica; Juan Antonio Macías, amigo íntimo de Luis que trazó un personal retrato en el que destacó su entusiasmo y su carácter de “soñador infatigable”, y Maite Beltrami, alumna de Luis Gonzalo hace 45 años en la escuela de Magisterio, que recordó la insistencia pedagógica del profesor por la creatividad y la influencia que aquella enseñanza tuvo en su futuro profesional como maestra.

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