Manuel Amaya Zulueta

El 91 (o sin 9 no hay paraíso)

El pálpito amarillo

15 de enero 2025 - 03:04

Indudablemente.sin 9 no hay edén. Un 9 es un arquetipo que mete goles. ¿Ha dicho usted algo? Goles, goles; esa es, a la larga, la palanca que mueve todo, todito todo en el fútbol. Sin goles no existiría la religión laica que llamamos balompié, sino entelequia, sombras, cemento al sol. Todos los equipos grandes han tenido un 9. No se puede ser grande sin un delantero centro que meta todo lo que los otros diez originan. Y para ser definitivamente grande el 9 debe ir acompañado de un 1. Ésta es la aritmética simple del juego ganador, el 91. Lo mínimo imprescindible para alcanzar laureles. Nunca olvidaré el binomio Casillas-Ronaldo (el de Brasil). Uno metía todo lo que quería; el otro paraba todo lo que podía, que era cuantioso. Los demás blancos ayudaban, hacían lo que sabían y asumían inteligentemente que, aunque estupendos, su rol era el de brillantes secundarios. Ilustrísimos, como Roberto Carlos, Raúl, Figo, o, asombrémonos, Zidane, no dejaban de ser estrellas accesorias en aquel firmamento del balón. Si no gusta el adjetivo accesorias, porque un equipo son once y no dos, digamos que para evitar goles e introducir la bolilla dentro de la red, se bastaban ellos dos. Luego Flor pensó erróneamente que Casillas era bajito y lo sustituyó por una medianía, porque Flor siempre ha amado a los porteros de dos metros. Ahí, en lo de los dos metros, coincido con él.

Siguiendo con el 9 imprescindible, Puskas. Aunque jugara con el 10 y Di con el 9, pero, salvando yerros numéricos, el 9 era el húngaro y el 10 el exbarcelonista Di Stéfano. Gárate en la trinchera de enfrente. Y para no faltar a la verdad el doblazo Ramallest/Kubala, otro plato tan exquisito como imprescindible. Un 91 cojo se dio durante muchos años en el Bilbao, donde gozaron del mejor portero español de siempre, Iríbar, pero no contaron jamás con un 9 que estuviese a su altura. Un 91 sin 9. Y antes, el más mítico de los 9 hispanos: Zarra. ¿Quién de mi generación no tiene aún entre ceja y ceja la foto de Zarra empujando el centro medido de Basora a la red inglesa en 1950? Solapados 9 memorables fueron los excelsos argentinos Maradona y Messi. En aquellos momentos el 91 se da en el Barça ejemplarmente: V. Valdés y Messi. Con ellos estaba el partido ganado.

Aceptada, pues, la tesis de que sin 9 no hay paraíso, en Estadiocarranza lo vivimos domingo tras domingo. Porque el equipo que entrena Gari nos pareció, eso, un equipo, o sea, un grupo que sabe a lo que juega. Ha aprovechado el vasco bien el descanso navideño. Y así vimos por primera vez, ay, López, un grupo homogéneo que sabía colocarse en el campo juntando mucho las líneas, ya que apenas restaban 40 metros entre Fali y el improductivo Fernández. Un equipo que movía el balón con idea y que, especialmente en el primer tiempo, mandó en el verde frente a un enemigo que causó una grata impresión. Y hasta la expulsión, del bravo Matos, no fue superior el dispositivo valenciano. Pero sin 9… Porque el lacio Fdez. no cazó ni un balón en el área, cero. Se jugó; pero no se goleó. Y es que Carlos no ha marcado todavía, y ha pasado ya media vuelta, ni un gol. Cero. Pero a Gari le gusta. El otro lacio, Ramos, al menos ha colocado la esfera seis veces en su sitio. Y eso es lo que cuenta en el mundo de la pelota. Evidentemente no tenemos 9, ni paraíso, claro, pero Ramos es el 9 del Exglorioso. Al menos mientras no se fiche a Nazario el año que viene.

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