La madrugada del 29 de abril de 1974 fui detenido a tiro limpio cuando pegaba carteles llamando a las movilizaciones del 1º de mayo, con el lema de “Amnistía y libertad”. Eran los estertores de la dictadura franquista, con Franco envejecido y el régimen debilitado por las enormes movilizaciones populares demandando democracia. Por eso, sus lacayos eran muy peligrosos.

Escuché unos tiros y sentí los impactos en la pared, muy cerca de mí; me tiré al suelo y rodé bajo un coche. Al poco sentí una pistola en el cuello y un “si te mueves te mato”. De ahí a la infame comisaría de La Gavidia, un centro de tortura. Tuve suerte, el comisario que me interrogó no pasó de las bravuconadas, amenazas y collejas. No dije nada y me mandaron a la cárcel de Sevilla.

Cuando la derecha y la extrema derecha descalifican las leyes de memoria histórica asegurando que son revanchistas, me pregunto, ¿dónde está la revancha de los miles de españoles que sufrimos un régimen dictatorial, sin derechos democráticos, que fuimos detenidos, torturados o asesinados? Nunca busqué al policía que me intentó asesinar y me detuvo; nunca al juez del Juzgado nº 6 que me mandó a prisión por razones políticas. Queremos memoria y reparación.

Tras estas cinco décadas he buscado en los archivos públicos los expedientes de aquellos lamentables sucesos. En la Dirección General de la Policía han desaparecido, alguien borró su rastro de sicario de la dictadura. Los de la antigua cárcel de Sevilla se han conservado en la actual Prisión Provincial. La directora me ha facilitado la documentación con una rapidez inusual en las administraciones.

El expediente no puede ser más parco. Sólo que estoy detenido por propaganda ilegal, que era estudiante, mi religión (la oficial C.A.R.) o datos físicos como el color de la piel, cabellos e iris, o tipo de cejas (¿). También el “Ambiente familiar y social en que se desenvolvía en libertad”, indicando que era bueno.

Salí en libertad bajo fianza, y me retiraron el pasaporte. No llegué a juicio, a pesar de que me pedían dos años de prisión, porque murió el dictador, y con la amnistía, la causa se archivó. Pero nunca se debe archivar la memoria para que no volvamos a sufrir otra dictadura, aunque la derecha no la haya condenado, y la extrema derecha la añore.

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