Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Catorce concejales. Eso es lo que tiene el Partido Popular para gobernar estos cuatro años, después de conseguir in extremis la mayoría absoluta el pasado mayo. Un equipo holgado, más holgado que los 13 que tuvo Kichi en sus últimos cuatro años, que por ahora está dando un rendimiento muy desigual.
Desde un primer momento, el diseño de las áreas y concejalías que hizo el alcalde evidenció que el gran peso de la gestión recaería en unos pocos concejales; y esa premisa se está cumpliendo, con alguna excepción, casi a la perfección.
José Manuel Cossi, Maite González y Beatriz Gandullo destacan hasta el momento como los pesos pesados del gobierno municipal. Los dos primeros fueron la escolta de la que se flanqueó Bruno García, posiblemente fruto de su experiencia en el Ayuntamiento en los pasados cuatro años como concejales de la oposición; y junto a ellos se ha destacado como un fichaje positivo la que fuera gerente de Cádiz Centro, que ha sabido aterrizar en un área que no es fácil como la de Fiestas (aunque haya sido a cambio de no realizar ningún cambio respecto a lo que se venía haciendo para no levantar ampollas en ningún lado, colectivo ni persona) y que sabe defenderse también en el terreno de la política tanto en su comparecencias públicas como en los debates y enfrentamientos con la oposición.
Junto a ellos sigue haciendo una labor importante José Carlos Teruel, que vendría a ser como el hombre de mantenimiento que toda empresa necesita; ese que está todo el día reparando desperfectos y poniendo a punto la oficina, en su caso muy pendiente a las cuestiones de la limpieza, alumbrado público, mantenimiento urbano e incluso parques y jardines. El problema puede ser que quizá esté demasiado pendiente a farolas fundidas, papeleras sin vaciar, manchas en el suelo y árboles en mal estado, que para todo eso debería haber inspectores y trabajadores en cada área correspondiente mientras el concejal se desgasta en otras gestiones de escalones superiores.
Junto a ellos parecía llamado a tener un papel relevante, a tenor del reparto inicial, Pablo Otero, cuya presencia parece haberse desinflado en estos primeros meses. Algo que puede deberse a esa compatibilidad entre actividad profesional y vida de concejal que no siempre puede resultar cómoda o incluso posible.
A partir de ahí, el papel del resto del equipo parece ser mucho más puntual y discreto. Quizá sobresalga la figura de Carlos Lucero, un joven edil que arrastra una experiencia previa los últimos meses de mandato de Kichi y que está intentando volver a estrechar lazos entre el Ayuntamiento y el mundo del deporte. Queda la duda de si hay que imputarle a él el mérito de haber conseguido ya partidas para arreglar varias instalaciones deportivas, hacer el proyecto de nuevo edificio en el campo de La Paz Puntales y, sobre todo, reunir la financiación que necesita el nuevo pabellón Portillo.
Sorprende la figura en el gobierno de Juancho Ortiz, persona cuyo discreto papel en el Ayuntamiento podía achacarse al inicio en la posibilidad (que muchos daban por hecho) de conventirse en presidente de la Diputación, pero que luego se ha equiparado a otro discreto papel en el gobierno provincial de Almudena Martínez. Su experiencia en los años de gobierno de Teófila Martínez y luego liderando la oposición puede ser un fuerte que no esté aprovechando debidamente (al menos, en apariencia) el actual alcalde.
En definitiva, pocos rostros en primera línea de batalla para un equipo que suma catorce concejales, el más fuerte que ha tenido la ciudad desde 2015, y que hace pensar que sufrirá cambios en el reparto hasta encontrar el mejor esquema para los intereses del gobierno popular.
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