Andrés Sánchez Magro

Beber vino en El Faro

la maleta del bandido

06 de abril 2024 - 00:45

En la maleta de este vagabundo gastronómico hay marcadas cartas de tabernas, menús degustación regalados o sustraídos, un puñado de etiquetas enopáticas de varios continentes, y cierto vértigo por las derivas de la gastrotontería contemporánea.

Comer y beber es un ejercicio actual que baila sin zapatos de claqué, entre el frenesí de querer conocerlo todo en esa guerra de guerrillas que son las redes sociales, y la melancólica contemplación después de la sobremesa de que muchos esfuerzos del estómago y la cartera no valen coquetear con el concurso de acreedores.

Cruzar cualquier rincón del mundo tiene sentido si una acaba en el Faro del Puerto de Santa María. Es el oasis de tantos territorios azotados por la búsqueda hueca y la producción radiactiva.

Fernando Córdoba y su cuadrilla tienen ese duende invisible que aprecian los aficionados, y que como los buenos toreros también ponen el cartel de no hay billetes muchas de las funciones de la temporada.

No vamos a cantar, porque es público y notorio, las excelencias de cocina y mantel de ese lugar de paz gastronómica, pero sí la brillante y suave mano que mece una carta de vinos chisposa, versátil, inefable, y cualquier otro adjetivo sinónimo de brillante.

Un vallísoletano recriado en el marco de Jerez que responde por Javier Manso tiene esa mano. Verdadero personaje ya engastado en la galería de profesionales de academia que integran el Faro, Javier acierta con lo que sugiere, incluso con lo que imagina. Su humilde curiosidad y la majeza con la que descorcha botellas le dan un aire de erudito cercano, y cómplice de cualquier hedonista de la tierra más disfrutona que es Andalucía.

La sumillería andaluza vive un momento de esplendor, encarnada por el talentoso Rafa Bellido ahora al comando de la tropa. Comienzan a proliferar nuevas visiones que rompen el bipartidismo blanco y tinto, y dentro de estos las grandes zonas.

Javier es uno de los aventajados. Beber en el Faro es una fiesta. La que uno quiera aplicarse. De hecho, comprende mejor que otros la nueva realidad de los generosos y las nuevas formas de vinos tranquilos, destacando la labor de Alberto Orte y sus vinos atlánticos, por poner un caso.

Cómo será la categoría de este perito del vino, que el capataz mítico de Bodegas Tradición, Pepe Blandino, que solo quiere ir a cotejar jereces al Faro con Javier. O beber con arte.

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