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No hay manera. Si hubiera un ránking de fiestas navideñas como los muchos que publican con todo tipo de conceptos y elementos, la ciudad de Cádiz a buen seguro estaría bastante abajo; y no solo eso, sino que presentaría una evolución casi desastrosa. La ciudad parece acostumbrada a ver cuál es el escándalo de cada Navidad, como un serial de películas catastróficas con varias entregas. Y a estreno por año, prácticamente, provoca que las fiestas navideñas se vivan ya como un Carnaval, donde los gaditanos ríen por no llorar con la ineficacia del Ayuntamiento.
Este año, último del gobierno de Kichi, ha vuelto a ocurrir como en el primero, que las luces se han convertido en protagonistas, y no precisamente por lo lucidas y espectaculares que son. El alumbrado que se iba a encender el día 2 se retrasó al 5 porque apenas había luces colgadas en las calles a tiempo; y pasados ya más de diez días desde que se anunciara el encendido, las grandes novedades de este año resulta que lucen más de día que de noche; porque al menos durante las mañanas se aprecian las bombillas, que pasan del todo desapercibidas al caer el sol.
Más de diez días después, la Avenida principal sigue a oscuras, navideñamente hablando. Y resulta que el problema es la lluvia y el viento. A ver si puestos a darle vueltas al calendario como hizo el Ayuntamiento el año pasado Cádiz va a tener que celebrar la Navidad en agosto, porque la de diciembre dificulta al parecer la instalación de luces.
Y eso hablando de la Avenida, que centra toda la atención… hasta que alguien recuerda que la Plaza de España también tiene luces, en este caso no solo apagadas más de una semana después del encendido, sino incluso con cables sin conexión, como ha denunciado Cádiz Abandonada. Claro que en la Plaza de España lo que menos puede preocupar ahora, vistos los problemas de las obras recién ejecutadas, son las luces de Navidad.
La situación es de por sí llamativa, pero en Cádiz da la sensación de colapso, de que las luces de la Avenida y de la Plaza de España no es lo único que se desconecta en estas fechas. Y en medio de ese despropósito, vuelve a salir a la luz la fatídica Cabalgata de Reyes que tan buenos ratos hizo pasar el 5 de enero a más de media España.
En el hospital se ríen de Cádiz colocando en el jardín exterior una especie de juanillo navideño con un oso de grandes dimensiones, como si allí se hubiera curado el de la Cabalgata. Y las redes sociales empiezan ya a recordar aquellas pseudo princesas de Disney que también dieron la vuelta al país por su alejado parecido -cuanto menos- con los dibujos animados.
Y de ese modo, con una Navidad a oscuras y la expectación por ver qué disparate se pasea este 5 de enero por la Avenida, desarrolla Cádiz su preámbulo navideño; muy alejado de esas ciudades donde apenas se puede conseguir una cama de hotel los fines de semana y días señalados de la cantidad de gente que acude a ver el alumbrado espectacular de determinada calle, o de esos numerosos pueblos que organizan atractivos puntuales como belenes vivientes, mercados navideños (pero de productos navideños, no mercados instalados en estos días de fiesta) u otras iniciativas por el estilo. Aquí, a mediados ya de diciembre, le podemos ofrecer al turista una Avenida apagada, un oso sentado delante de Residencia y una Plaza de España sin luces pero llena de agua.
Decía a finales de noviembre la concejala que el Ayuntamiento estaba poniendo todo su empeño en evitar que el oso de la cabalgata protagonizara la Navidad. Y de momento solo lo ha conseguido a medias, porque más de diez después de que debiera haberse iniciado la campaña de estas fiestas, el protagonismo del oso solo lo ha podido apagar el Ayuntamiento en la Avenida...
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