Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
De vuelta a este espacio alambicado, tras un prolongado y necesario descanso. Para ustedes, pacientes lectores. También para este, que trata de aportar su opinión a través de estas columnas.
Comienzo esta nueva etapa en el recuerdo de una charla en una de las aceras de la calle San Bartolomé, frente a la desaparecida Bodega de Cuesta. Emotiva y caudalosa conversación. Para tener en cuenta en aquellas tardes de lluvia en los cristales.
En plena confesión con Ignacio Bellvis, amigo siempre, aparecieron -de repente y sin avisar- Hortensia Renedo y Faustino Navas. Pertrechados bajo sombreros, paraguas y sus eternas sonrisas; se sumaron de inmediato y aportaron tanto (en la misma acera), que el día gris que nos envolvía se tornó cálido. Soleado.
Conocí a Hortensia, en el ático radiofónico del Instituto Laboral (Santo Domingo). Mi padre, por entonces catedrático de Geografía e Historia, me llevaba con cierta asiduidad al que fue uno de los rincones pioneros en los que se ponía “blanco sobre negro” tolerancia, respeto, educación, humanidad y cultura. Casi nada, en esos difíciles años 60. Junto a Pepe Morillo, profesores y colaboradores, esparcisteis ese clima de libertad que tanta falta hacía.
De Faustino, aprecié su bonhomía y carácter campechano, su memoria y su saber. El mundo de la enseñanza tuvo entre sus filas a un profesor de educación especial, que se entregó con alumnos de la ONCE. Dejó la huella que hoy exterioriza cuando te habla de sus experiencias y de su amor por El Puerto.
La otra mañana, en el centro de El Puerto, tuve la sensación de que lo que importa en nuestra ciudad son los ciudadanos anónimos, aquellos que no ocupan titulares de periódicos, ni sirven de comidilla en la barra de los bares. Estamos cansados de esos otros que destruyen nuestro patrimonio y nuestra convivencia con sus estridencias.
Hortensia y Faustino me volvieron a recordar aquella melodía en forma de sueño. Las estrofas de León Felipe: “Ser en la vida romero/ romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos/ Ser en la vida romero/ sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo/ Ser en la vida romero, romero…, sólo romero…” Gracias por vuestros ejemplos.
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