Alberto Puyana

Invisibles, pero imprescindibles

Tribuna libre

05 de noviembre 2022 - 01:31

Tenemos la dichosa costumbre de ser agradecidos con todo aquello que vemos, que palpamos, ignorando la mayoría de las veces que siempre hay elementos ocultos a nuestra vista que hacen posible que nuestra vida sea mejor. En el caso de la sanidad, cuando tenemos el infortunio de pasar por los pasillos de un hospital o centro de salud como usuarios, hay una tendencia natural a ser agradecidos con el trabajo del médico que nos atiende o la enfermera que nos cuida. Rara es la ocasión en la que nos percatamos de la presencia en todo este proceso asistencial de un profesional fundamental para que todo vaya lo mejor posible, quizás porque su labor es menos visible y, aun así, imprescindible: el celador.

Por todos conocidos y por nadie reconocidos, estos profesionales llevan soportando años de ostracismo en los que las distintas administraciones se han limitado a su utilización como carne de cañón, con condiciones laborales infames, plantillas insuficientes, sin las debidas medidas de prevención de lesiones por la movilización de enfermos y, para colmo, con unas funciones dictadas desde 1971 (hace más de 50 años). Unas funciones que, como podrán imaginar, no se ajustan a la realidad social y profesional del siglo XXI, que son anacrónicas, obsoletas, sexistas y no sirven para dignificar como se merece una figura esencial entre el personal de gestión y servicios de un centro sanitario. Es por ello por lo que CSIF ha presentado sus correspondientes reclamaciones antes las Consejerías de Salud y de Igualdad de la Junta de Andalucía, y ante el Defensor del Pueblo Andaluz durante la pasada primavera: es necesario revertir esta injusticia y vamos con cinco décadas de retraso.

Hoy, 5 de noviembre, se celebra el Día del Celador, y quizás va siendo hora de que la sociedad abra los ojos y agradezca también muchas cosas a este colectivo, pieza fundamental en un engranaje que nos da vida y nos mantiene sanos y que, por poner un ejemplo, durante los meses duros de pandemia no recibió las mismas medidas de protección que enfermeras y médicos, a pesar de estar en primera línea de fuego al considerarlos "personal de bajo riesgo de exposición", aun teniendo el mismo riesgo que sus compañeros, como quedó demostrado por el alto índice de contagios sufrido dentro del colectivo.

Ya va siendo hora de que reconozcamos su labor y su compromiso con nuestro sistema sanitario. Hoy el aplauso y el agradecimiento deben ser para este colectivo.

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