José Pettenghi

Linces en el asfalto

Libre Directo

07 de enero 2021 - 01:33

No hace falta ser muy espabilado para percibir los profundos cambios que trajo la pandemia. Sobre todo en las ciudades, en mi ciudad, donde con el confinamiento llegó el silencio, la reducción radical de la contaminación y vimos que las condiciones de vida se hacían más saludables, aunque fuera por una causa terrible.

Sea como fuere -en las derrotas se aprende- la pandemia reactivó la vida en el planeta: animales salvajes en las calles, delfines en el Levante español, focas en San Sebastián… linces en el asfalto. Los canales de Venecia limpios por vez primera, la mayor caída de emisiones de CO2 desde que existe registro histórico, recuperación de la capa de ozono… Todo ello en un período muy corto, pues si bien el confinamiento se nos hizo tedioso y eterno, fue apenas un breve parpadeo en términos de tiempo histórico.

La Tierra nos enviaba un mensaje. ¿O era una advertencia?

También nos obligó a mirar con respeto a la Ciencia y reconocer su valor frente a supercherías de diversa índole. La Ciencia lograba una vacuna en tiempo récord, mientras recordábamos que una epidemia en épocas no muy lejanas se acometía con misas, rogativas y ofrendas. Hoy, dentro de cada jeringuilla con la vacuna se encuentran varios siglos de Ciencia. La pandemia nos deja otra convicción: la confianza en lo público. Y en particular, en la necesidad de un sistema sanitario público vigoroso y potente. Lo demás son alrededores.

Es cierto que con la pandemia ha aflorado nuestro lado más sieso. Frente a gente sin estudios vacunándose, con una fe inquebrantable en la Ciencia, he visto a delirantes negacionistas con título universitario. He visto a los fanáticos de la bandera irritados, porque las cajas de las vacunas llevaban impresa la bandera. Ya ves. He visto a tipos aferrados a la mezquindad de sus intereses políticos o económicos (perdón por la redundancia) poner en riesgo a sus semejantes. Y he visto que los trolls siguen troleando.

Pero pese a todo, se ha demostrado la emocionante capacidad del ser humano para extraer belleza y esperanza del infortunio. La Tierra nos ha hablado. ¿Hace falta alguna explicación más?

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