El Alambique
Belén Domínguez
El río que nos lleva
Si tuviéramos tiempo, si nos apeteciera, si nos paráramos un poco a reflexionar, si quisiéramos buscar un mundo más coherente, si de verdad creyéramos en el amor (y nombro este sentimiento a las puertas de la época más sensiblera del año), nos daríamos cuenta de que últimamente el consumismo y las mentiras son los dos grandes males que dominan el mundo. Y están relacionados, claro.
La tentación de manipular en lugar de persuadir no es nueva, pero ahora el relato que presente unos valores con la intención de persuadir está siendo sustituido por la manipulación, la difusión de falsedades y mentiras por la sencilla razón de que nunca fue tan fácil. La tendencia a sustituir la información por el titular o el mini-video, que deja fuera cualquier posibilidad de profundización, sumado a los círculos cerrados de las redes sociales que repelen cualquier pensamiento divergente o crítico con el propio, más el manejo de estas mismas redes para crear contenido falso que más tarde nadie se preocupará por aclarar, conforman un 'cocktail' peligroso. Y se usa no solo en política, sino también con fines comerciales, lo que nos lleva al segundo mal, el consumismo exacerbado.
Mientras los científicos advierten de las terribles consecuencias del cambio climático para nuestra supervivencia como especie, las grandes empresas buscan la manera de blanquear ese consumo, así que en paralelo a las agresivas campañas publicitarias (black friday, navidad, rebajas…) utilizan la ecología como un reclamo que no tiene otra finalidad que acallar la conciencia del consumidor. Contenedores de ropa usada en las tiendas que luego acaba en contaminantes basureros del tercer mundo; bolsas de plástico aparentemente biodegradables que no garantizan su degradación; comida “para llevar” en recipientes de cartón no reciclables puesto que, para que el cartón no se empape, está recubierto de una película de plástico… Es el ecoblanqueo, una nueva mentira que nos impide enfrentarnos a la realidad de la crisis medioambiental en la que ya estamos inmersos.
No sé si saldremos de esta, mi confianza en la educación y la ciencia se tambalea a veces, pero ¿y si ponemos de moda la búsqueda de la verdad y la coherencia?
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