Tercer recorte de la Fed en 2024
Perspectiva
En unas semanas dejaré de vivir en El Puerto. La vida me lleva, temporalmente, lejos de mi casa. He habitado otras ciudades, otros países, pero ha sido aquí donde más años he pasado. No solo es una cuestión de tiempo: la infancia determina la forma de ver el mundo y yo aprendí a mirarlo desde aquí. Todo lo que he descubierto más tarde ha tenido de referencia ese punto de partida, todo lo he interpretado ya según su similitud o contraste a aquella primera mirada.
Dejo, por tanto, mi mundo y mi casa, sabiendo de antemano que, por más que me integre en mi nuevo entorno, por más raíces que pretenda echar, nunca será mi hogar. Y eso, pese a la añoranza, es en cierto modo un alivio. No me dolerán igual los fallos de sus dirigentes, si los cometen, ni su cortoplacismo, ni sus olvidos, ni sus prioridades equivocadas. Podré darme el lujo de aplaudir o criticar decisiones que ya sé que tendrán una influencia relativa en mi vida. Supongo que no podré dejar de analizar y juzgar lo que ocurra, porque de alguna manera es una actitud arraigada, pero lo haré como espectadora, desde la teoría, sin sufrir esa indignación y angustia que me reconcome aquí. No sentiré que estoy haciendo demasiado poco, que debería implicarme más.
Supongo también que, al mirar desde la distancia, ganaré perspectiva sobre lo que dejo. Me volveré más indulgente, seguro. Le perdonaré a El Puerto defectos que hoy considero inaceptables. Comprobaré que no somos tan excepcionales, que fuera también tienen que aguantar su vela.
Sé que no solo voy a echar de menos a las personas que quiero. Voy a extrañar estas calles, el aire, los olores, el jaleo y el silencio, según la hora. Sé que en mis visitas magnificaré las virtudes de este sitio, por el mero hecho de no poder disfrutarlas a diario.
Sé, en definitiva, que no solo cambio de casa, sino también de punto de vista. Espero aprender intensamente de esta etapa y volver con una mirada más abierta y constructiva.
Y ojalá que a mi regreso encuentre una ciudad mejor que la que abandono, sin lugar para la decepción.
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