El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Durante milenios, el hombre ha perseguido a los animales que compiten por su alimento, los herbívoros salvajes y el ganado. Su objetivo ha sido su erradicación, y en algunos casos lo ha conseguido.
Los lobos y los osos fueron su principal enemigo. Los osos poblaron las sierras gaditanas hasta el siglo XVI. En su Libro de la Montería, Alfonso XI relata las cacerías de osos en el siglo XIV en montes que forman hoy el parque natural Los Alcornocales. Los lobos se exterminaron a principios del siglo pasado. La toponimia mantiene en la memoria la presencia de estos dos grandes mamíferos.
La caza de predadores llegó a ser un oficio, “alimañero”, pagándose diversas cantidades por su captura. En el Reglamento de caza de 1903 la pieza mejor pagada eran las lobas, a 15 pesetas cada una; por un lince se pagaba 3,75 pesetas y por un águila real o imperial, 4 pesetas.
Con la famosa serie de televisión 'El Hombre y la Tierra', de Félix Rodríguez de la Fuente, comenzó a cambiar la percepción del país en relación con los lobos y las rapaces. Progresivamente se fueron considerando a los predadores especies protegidas. La misma administración que antes premiaba por matarlos, sancionaba por cazarlos.
Los osos se salvaron in extremis, y ahora comienzan a recolonizar la cordillera Cantábrica y Los Pirineos. La catalogación del lobo en 2021 como especie protegida en todo el país llegó tarde para Andalucía; ya se había extinguido a comienzos de este siglo.
Pero como en tantas otras cosas, vamos para atrás. La presión de sectores cinegéticos ultramontanos y de la extrema derecha está provocando que se vuelva a plantear lo que hasta hace poco parecía impensable, que se vuelvan a cazar los predadores ahora protegidos. Ya lo ha hecho Extremadura, y la Junta está tramitando una normativa que permitiría cazar -bajo el eufemismo “control de predadores”- meloncillos, tejones, garduñas y ginetas; los zorros ya se cazan.
Se vuelve a ignorar interesadamente la importante labor de estos predadores en el control de roedores como ratas, ratones o topillos. Son también los mejores plantabosques, dispersando con sus excrementos las semillas de árboles y arbustos. Se extermina a los lobos y zorros y ahora se lamentan de los daños provocados por la proliferación de jabalíes y conejos.
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