El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Si se hicieran análisis emocionales reconozco que en algunos momentos, los míos andarían por los límites o más allá. Parte de culpa la tienen estos días de primavera hincada en pleno invierno que observo mientras escribo el artículo y sobre todo, la suerte de poder pasear a mi nieto sin carreras, observando lo que pasa en la ciudad. Sin despistarme un instante porque es pequeño y hay rincones con dificultad para ir con el carrito, calles de acerado estrecho, baldosas levantadas y demasiadas obras. Sin embargo los recorro sin protestar comprobando los avances porque el fin merece la pena.
Casi todos los días atravieso el parque Calderón. Me fijo en que quedan demasiados alcorques vacíos, que es el tiempo ideal para sembrarlos de flores y trato de llegar a la Bajamar porque me atrapan los colores del río.
Cuántas cosas nos perdemos con las prisas diarias. Luego acuden a mi memoria esos primeros paseos de adolescente con la pandilla del colegio, en donde el Parque era punto de encuentro y paseo continuado, sin dejar atrás a las calles Luna y Larga de obligado cumplimiento cada sábado. Y los primeros cafés en donde cada camarero sabía quiénes eran tus padres y casi tus abuelos…
No sé si sabemos agradecer a los bares, restaurantes, comercios y tiendas de alimentación de siempre el que hayan sabido mantenerse sin perder su prestigio. No sé si sabemos hacerlo a todos esos grupos empeñados en salvaguardar nuestro patrimonio. A los que se empeñan en recordar las palabras de nuestros escritores ilustres, como Muñoz Seca.
Recuperar el centro de la ciudad y conseguir que reconquiste su antigua dignidad parece que se ha hecho objetivo prioritario de los que elegimos en las urnas. Ojalá se siga arreglando cada casa palacio, cada edificio de relevancia. No pierdo la esperanza de que se habiten las casas vacías con familias estables. Por eso escribí que no protesto por las obras. Porque es la deuda incómoda, no permanente, a la que deseamos aventurarle un final feliz.
Entretanto disfruto del Parque, de la Bajamar y deseo, como usted y como portuense, su total recuperación.
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