El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
El mes de la flores, el mes de María, el de las Madres, el del trabajo, el de las fiestas… y es que el mes de mayo da mucho de sí. Comienza con el día dedicado al trabajo, que poca gente sabe que data de finales del siglo XIX, cuando en Chicago consiguieron legalizar la jornada de ocho horas, tan poco respetada en algunas ocasiones.
Después de ese día, pasamos al primer domingo, dedicado a las madres, las de todos, se celebre o no, y que, para información de algunos, se basa en una antigua tradición de la clásica Grecia antigua, en honor a Rea. Los Romanos, clásicos en reinventar todo, trasladaron la fiesta a marzo, y aun así, mundialmente, son más quienes celebran ese día en mayo que en marzo.
María, como madre de Jesús, también encuentra, por razones que nada tienen que ver con la iglesia, su propio mes, con peregrinaciones y fiestas en su honor. La primavera comienza a dar sus frutos, y las flores adornan campos y balcones, convirtiéndolo en el mes de las flores.
Las distintas ferias se concentran, aunque se retrasen un poco. Y como no, las alergias parece que encuentran su campo de cultivo para enlodar el ambiente. Mayo es un mes, cuanto menos, peculiar, alegre y divertido, y en el que todos, por uno u otro motivo, encuentran su reflejo, su asidero y su razón de ser.
Quizás sea momento de encontrar un nexo común entre todos, entre quienes no creen en nada, pero sienten la lucha social como propia; entre quienes creen que algo superior, como pueda ser la madre tierra, nos domina; entre quienes consideren que el ser superior tiene un principio y un fin en la Madre; entre quienes, simplemente, creen que la belleza de este mundo ha de preservarse cuidando el principio de la vida y la germinación.
Entiendo que estamos en el mes de la reconciliación, incluso con nosotros mismos y de quienes procedemos, en una cadena que se remonta al principio de los tiempos, porque si algo tenemos todos los seres humanos en común, pensemos como pensemos, creamos en lo que creamos, es que nacimos de una mujer, que a su vez nació de una mujer. El simple hecho de tener algo que a todos nos une, debería servirnos para, al menos, por un instante, pensar que ni todos somos tan malos, ni todos tan buenos, pero todos tenemos algo en común, y es que, en Mayo, todos, sin excepción, tenemos algo que celebrar.
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