El Alambique
Belén Domínguez
El río que nos lleva
Los gurús motivacionales me dan cierta grima. Admiro su capacidad de hacer de cada anécdota una enseñanza, su habilidad para hilar discursos, su poder para hipnotizar a la audiencia. Pero recelo de sus mensajes, incluso antes de escucharlos.
Mis prejuicios me impiden entrar en ese clima de fascinación que invade al público: desde el principio estoy alerta, a ver cuándo intentan colarme alguno de los mantras que tanto me exasperan. Son especialmente dos, y tarde o temprano, siempre caen: “si quieres, puedes” y “busca tu pasión”.
El primero lo dejo para otro día.
El segundo viene a decir que la vida merece la pena cuando encontramos aquello que nos mueve, lo que nos levanta por las mañanas cada día. Busca tu pasión, déjalo todo y vuélcate en ella. ¿Tu trabajo no te apasiona? Sé valiente y abandona. ¿No aprovechas cada instante de tu día? Dale un giro a tu vida.
Estar bien, sin más, no parece suficiente. No se trata siquiera de buscar la felicidad, que ya de por sí es un objetivo frustrante, sino que esta debe ser vibrante, intensa, plena.
Si es así, yo reivindico mi derecho a vivir a medias. Me considero afortunada en todos los ámbitos, tengo la vida que he elegido y si hago cuentas he sido feliz en muchos más momentos de los que he sufrido. No tengo la sensación de pasar mi existencia como mera espectadora, me mueven causas que para mí son importantes. Sé divertirme y lo hago; sé qué me indigna y qué me rebela. Quiero y me quieren.
Pero al parecer, según el discurso dominante, esto no es suficiente. No he abandonado mi vida de bróker de bolsa para vivir en el campo; no dedico ocho horas diarias a nadar, ni a bailar, ni a escribir; no tengo planeado tomarme un año sabático para dar la vuelta al mundo en bici. Y sin embargo, estoy bien.
No necesito inventarme una meta inalcanzable para mantener la ilusión. Me gusta mi vida así: con sus altibajos, con su constante evolución, sus momentos intensos y sus ratos anodinos. Puede parecer mediocre, pero es lo que verdaderamente me apasiona.
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