Enrique Montiel
Esa música
O al menos eso es lo que ha dicho Alvise Pérez en nombre de su grupo de electores y a mí me suena a canción de María Jiménez, toda folclore y persuasión. ¡Se acabó! Aunque lo que no se sabe bien es qué es lo que ha acabado o finalizado, porque las cosas parecen ser iguales a lo ya conocido. La remontada de Núñez Feijóo continúa siendo cierta a todos los niveles aunque el resultado del PP en las europeas ha sido un sí pero no. Suben los diputados populares pero sólo vence por dos al PSOE de Sánchez, un partido en quiebra, hartito de brotes verdes, sobrellevando como puede las amnistías, los Puigdemonts, y las imputaciones de Koldos, Begoñas y demás. Respiran como pueden con este resultado magnífico para el momento -y la candidata- y miran por encima del hombro a casi todos sus socios de gobierno, independentistas o no. Sumar y Podemos consiguen lo buscado, Vox se afianza y Ciudadanos pega el costalazo y desparece como si estuviera en un truco de mago chungo. Humo, paloma y ¡tachán!
La fiesta somos nosotros, y no sé si hemos acabado o van a acabar con todos. La fiesta es eterna y dura mientras haya pasta, coca, música choni y, por qué no decirlo, tontos que la subvencionen. Chunda chunda chunda e inmunidad, contactos con los lobbies, dietas y saludos a doña Úrsula y un montón de viajes en avión, pero no en clase turista. España jamás ha sido tan europea, si lo pensamos. Hasta que nos pillen la pista, nos localicen la rutina. Y entonces, ¿qué? Dice Bruselas: "Y se acabó la fiesta", que es lo mismo que dice Iván Muñoz en la scorseniana película El correo, rubricada por Daniel Calparsoro.
El cine es valiente a veces, ventajista y tendencioso, pero valiente. Y, de hecho, lo valiente es hacer cine, porque el negocio va regular y aun así hay gente que tira pa lante. Y los resultados, para los que valoran sus propios resultados, son de cine también. Y las subvenciones que vienen de Europa. Y los diputados que buscan una eurocovacha donde poder meterse porque aquí ya les han pillado la matrícula y los conocen los propios y los ajenos, y los quiere nadie.
Así que dejemos un nuevo proceso electoral detrás y miremos al siguiente, esperando que el destinatario de nuestro voto triunfe y pueda decirle al contrario, al sujeto de enfrente, eso de "se acabó la fiesta", con voz de María Jiménez antes que con la de Alvise Pérez, eso sí. Que para todo hay límites. Digo yo, vamos.
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