Las academias y sus académicos

12 de febrero 2025 - 06:00

La Real Academia de San Romualdo va in crescendo. Le agradezco a mis compañeros la programación de mi conferencia sobre Cervantes. La dediqué al excelentísimo Académico de Honor, don Juan García Cubillana, porque, entre otras cosas, fue la persona que me dio la oportunidad de dar mi primera conferencia sobre el Centenario de la Plaza Toros, cuando, culturalmente, no era nadie. Más tarde sería mi recipiendario en nuestra Academia.

La Real Academia de San Romualdo es una corporación que cuida la cultura y su excelencia. Y se me hace tan querida, como académico, por la cantidad y calidad de los miembros que la integran, tanto científica, como literariamente y por la calidad personal de sus integrantes.

Cuando preparaba la conferencia sobre Cervantes, me paraba en las páginas del Quijote donde narraba la rebotica con los académicos de Argamasilla de Alba. Capítulo que me enamora. Sobre todo por el Epitafio de Dulcinea, personaje literario pero dama rolliza y encantada que "del gran Quijote fue llama/y fue gloria de su aldea". Escrito por el Tiquitoc, académico numerario, cuyo nombre, nos informaba Francisco Rico en su edición crítica del Quijote: "Voz onomatopéyica con que se designan, a lo menos, dos juguetes: el tentetieso y el boliche, palito en cuyo extremo hay que colocar una bola horadada de madera, sujeta al palo por un cordel".

Y como la memoria juega mucho recuerdo que boliche es usado, también, para designar al señor de las tres Arabias, Brandabarbarán del Boliche. Con el prefijo italiano, brando, espada, y el latino, brandere, arder, mitigado todo de nuevo por el boliche, garito de juego, o el palito de juego con la bola horadada.

Cervantes, es más desconcertante todavía. Cuánto más lo lees, más descubres y te sorprende. Y, en los siglos de oro, el humor grueso destaca sobre la ironía, el sarcasmo o la mordacidad.

En la Academia Selvage, o El Parnaso, de la que se tiene noticia por escritos de Lope de Vega al Duque de Sessa, y donde consta una satírica mención a Cervantes. "Yo leí unos versos con unos anteojos de Cervantes, que parecían huevos estrellados mal hechos". Esta Academia duró muy escaso tiempo. Parece ser que entre los asistentes litigaban con armas y bonetes cuando airados acababan, y es Lope el que cita los ingredientes de sus nóminas: Rige el principio absoluto de que aut vatem, aut fatuum nasci opportet; lo que, por él traducido libremente al romance de Castilla, quiere decir que el que hace coplas, o nace poeta o tonto.

Pero siempre eran ingenios provenientes de clases privilegiadas y cultas. Quiero insistir sobre las prohibiciones a sus miembros, porque era tal la fama de satíricas que tenían las academias, que, en 1608, los estatutos de la aragonesa Pítima (ojo, borrachera, cogorza o emplasto) contra la ociosidad ordenan "que no se haya de traer sátira ni cosa que alegue murmuración, porque sería dar en el absurdo de que huimos". También las sátiras tuvieron que ver en el declinar de la Academia de los Anhelantes.

¿Era lo que lo que Cervantes pretendía con los académicos de Argamasilla? Para mí es un homenaje a las academias de su tiempo, aunque, como siempre, tomaba su propio camino, de todo y contra todos. Se me ocurre rendir tributo a todos los académicos actuales en todas las academias, por las calidades humanas que atesoran y los conocimientos profundos que guardan, en estos tiempos en los que la educación anda por los suelos, y los políticos dan ejemplos contrarios, generalmente

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