Desvergüenza

El Alambique

24 de agosto 2024 - 07:01

Hace pocos días me robaron una pulsera de oro que tuve puesta varios años. No pesaba, no se enganchaba y me acostumbré a ella como te acostumbras a un jersey viejo cuando llegas a casa. Salía de la parroquia cuando un hombre que fingía ser extranjero bloqueaba mi coche con el suyo y me preguntó dónde podía comprar un regalo para su madre anciana. Iba con una chica joven que le temblaban las piernas.

¿Cómo este pañuelo? Le pregunté. Llevaba en la mano uno de Manos Unidas. Me dice que no, que como mi pulsera. Con habilidad ensayada sujeta mi muñeca entre las suyas, abre el cierre en un instante y arranca el coche a gran velocidad dejándome sin palabras. Buena pinta, buen coche. Once de la mañana en una zona tranquila y agradable de la ciudad.

Si fuera para comer, podría entenderlo, le digo al policía mientras presento la denuncia. La comisaría está a rebosar de otras: tirones de bolsos, de carteras, incluso robos de coches.

Aquella mañana estuve maldiciéndolo, pero odiar es muy cansado y se esfumó con el viento. Preferí preparar el almuerzo. Después apareció la parte filosófica: ¿qué han vivido quienes roban a una persona que eligen como vulnerable? Como en las series televisivas, su trofeo rotará hasta niveles superiores en la escala de granujas. El sinvergüenza mayor vivirá en círculos de apariencia honesta.

Él y su aprendiza temblona son servidumbre barata, y por tanto prescindible. Sus amos les irán exigiendo más y más hasta acabar zambullidos en una espiral que no acabará bien. ¿Quién les enseñó a robar y les eliminó todo atisbo de compasión? ¿Fue la única forma de sobrevivir? Creo que no. Ojalá que en sus vidas se les presenten algunos giros de rueca. Que las jóvenes como ella, puedan cambiar de amistades y aprendan, con libros bajo el brazo, todo lo bueno que en este país y en esta ciudad se puede aprender si opta por entrar en algún instituto.

Y a quienes sigan empeñados en quitarnos la tranquilidad de pasear o temer responder a cualquier pregunta, que los arrastren el poniente o el levante. Será por vientos...

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