El Alambique
Manolo Morillo
Vaya valla
Calle Real
¿Cuántos cañaíllas están ahora mismo buscando una vivienda que alquilar, que comprar? ¿Cuántos gestores de las sucursales bancarias de nuestra ciudad están atendiendo a parejas que se interesan por una hipoteca para un futuro piso, una vivienda que necesitan con urgencia? Buscan en internet, buscan en las agencias, miran los carteles por las calles, preguntan por pisos que están en venta barra alquiler pero que no lo ponen al público para esquivar a los okupas, que pueden entrar en dicha vivienda y quedarse allí tras cambiar la cerradura. ¿Sabemos con exactitud cuántos okupas hay ahora mismo en nuestra ciudad? Me dicen que hay pisos ocupados que salen a la venta con un precio muy competitivo pero con la advertencia de que están okupados. ¿Qué compramos, pues, una propiedad de la que no podemos disponer? Eso mismo, compramos para cuando se pueda que en estos momentos no se puede. Esta es una parte de la radiografía de San Fernando de la que casi nunca se habla. El mercado está en manos de los "bancos malos" (definición cojonuda, por cierto: bancos malos en oposición a bancos buenos), de alquileres imposibles y de la despreciable política municipal barra autonómica barra nacional. Como para justificar una política pública que no acaba de cuajar o lo hace en término inicuos. ¿Bajan el precio del suelo los ayuntamientos? No, absolutamente no. ¿Suprimen impuestos a las empresas si se establece un compromiso de la política de precios? No, absolutamente. Todo está igual, más la corrupción que lleva inherente el ladrillo, al parecer la cuenta final es el quebradero de cabeza de los jóvenes que necesitan una vivienda para construir la familia y no morir en el intento. Así que, en comparación con este problema pavoroso, ¿de qué hablamos? Absténganse salarios mínimos, absténgase tiesos en general, gentes sin avales ni recursos. Correcto, la Constitución dice del derecho a una vivienda como dice otras cosas que no se cumplen para nada. Se habla de deseo, pues. Los constituyentes vieron oportuno incluir el derecho a la vivienda pero no encontraron ni la fórmula para construir ese derecho ni los procedimientos que se hacían obligatorios. ¿Lo jóvenes? Pues lo que está pasando ahora mismo, en San Fernando, en Cádiz y en los miles y miles de municipios en donde se repite un problema que, sin duda, es uno de los problemas. Esta cosa cateta de hablar en otra lengua española desconocida por el español al que se dirige no es un problema comparado con esta sordera empecinada la vivienda que no aparece por el horizonte, que no atiende a la demanda exasperante de miles y miles. Sin que se haga ni siquiera el doble de la minucia que se hace ahora. Sin duda una angustia para nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros vecinos de la Isla, de de mucha España. Muchísima.
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