Balduino, Fabiola y el orgullo

Cuando era pequeño, y de eso hace ya tanto tiempo que todo se ha perdonado, había una pareja de homosexuales que acostumbraba a pasar por las inmediaciones de la calle Dolores, por lo que deduzco que eran vecinos del barrio. Claro que la gente no les llamaba homosexuales entonces sino mariquitas, que era algo mucho más familiar y cariñoso, yo diría que más comprensivo e inclusivo, que maricones que era la versión ofensiva y agresiva del vocablo usado para designar a los miembros de lo que por aquellos tiempos no se consideraba siquiera colectivo.

No eran de los que se ocultaban, los mariquitas de aquella época no lo hacían, lo cual no quiere decir que no sufrieran el desprecio de muchos, tanto al menos como el aprecio de otros. La gente del barrio les empezó a llamar Balduino y Fabiola, tal vez porque siempre iban juntos y debido a la enorme popularidad que tenía en los sesenta la pareja real belga. Yo de hecho aprendí sus motes antes de conocer que era el nombre de esos reyes.

No sé qué sería de ellos y seguramente nadie más que yo los recuerde, pero probablemente no llegaron a conocer estos nuevos y afortunados tiempos en que se está solamente empezando a normalizar lo que siempre debió ser normal: que las preferencias, pasiones y deseos sexuales son tan diversas como los seres humanos, y que todas son personales e inopinables, siempre que no se atente contra la libertad de nadie.

Parece mentira, pero la verdad es que estas cosas hay que seguir repitiéndolas hoy en día. Por eso no merece más que elogios la iniciativa del Ayuntamiento de San Fernando de celebrar con un largo programa de actos y festejos el Orgullo LGTBIQ+. Porque no hay que dar por sentado nunca que las libertades se han conquistado para siempre, y porque aún conservamos en un rincón más o menos oculto de nuestra mente la tendencia a ponerle nombres graciosos a las personas que, en algún momento, se apartaron de la norma social. Y de la misma manera que ser feministas es una forma de salvaguardarnos, lo de ser orgullistas es un combate de autodefensa social.