La buena fe

18 de noviembre 2023 - 06:00

Hace apenas una semana me contó una amiga que, tras regresar a su casa, después de haber pasado unos días afuera por asuntos familiares urgentes, decidieron ir a comprar lo que iban a necesitar para mucho tiempo. Una vez hecha la primera compra la guardaron en el maletero y se aseguraron de que no se viera nada por fuera. Después visitaron otro gran hipermercado para completar los artículos que necesitaban.

Aparcaron en su parquin subterráneo, muy utilizado por todos y, sin abrir el maletero del coche se fueron por los nuevos productos. Cuando regresaron con la compra finalizada, el maletero del coche estaba vacío. Les habían robado la compra anterior. En torno a doscientos euros.

Fueron a reclamar y les dijeron que aquello era un parquin público y que ellos no se podían responsabilizar de nada. Me extraña que, a pesar de todo lo que vende, esa entidad carezca de guardas de seguridad o de cámaras. ¿Es eso posible?

Me siento indignada. De estas situaciones lamentables que ocurren en nuestra ciudad nadie se responsabiliza. Así que he decidido contarlo ante las fechas que se avecinan. Contarlo, repito, sin exagerar, para que ni a ustedes ni a mí nos ocurra algo parecido.

Mi amiga está jubilada, como yo. Han trabajado y ahorrado y son, sobre todo, muy buenas personas. El hecho de que unos espabilados, de aquí o de allá, jóvenes o adultos de la edad que sea, se aprovechen de los demás da que pensar. ¿Cómo abrieron el maletero sin estropear la cerradura? ¿Será que la tecnología se pone al servicio de los delincuentes?

Mucho me temo que los que han hecho esto no están carentes de alimentos, sino que son grupos organizados con personas que tienen que satisfacer otras necesidades. Aunque ellos no lo quieran reconocer son aprendices de situaciones adversas, tan víctimas como los amigos vulnerables que eligieron al azar.

Nunca acabarán estas injusticias mientras existan personas dispuestas a comprar mercancías a bajo precio, sin preocuparse de donde salieron, ni el menor remordimiento de conciencia.

Lejos de ser pesimista, creo que la mayoría de la gente actúa con buena fe. Pero hay demonios que no descansan.

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